Los cadáveres aún no habían sido retirados de la Rambla cuando ya teníamos a una mujer con pañuelo en el 3/24, una manifestación de musulmanes encabezada por la Fundación Ibn Batutta, que, sin que nadie la hubiera votado, se erigió en portavoz de la "comunidad" y aprovechó con agilidad y frialdad el choque de los atentados para su propio beneficio particular, que no es el de trabajar para la convivencia sino el de capitalizar la presencia de descendientes de marroquíes en Cataluña. En vez de apoyar a las víctimas, nos hicieron repetir estúpidas
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¿A quiénes pueden sorprender los resultados que han obtenido las diferentes propuestas de ultraderecha en las municipales en Catalunya? Sólo a los ingenuos que todavía creen que nosotros, en esto, somos diferentes (y diferentes significa mejores, claro) y estamos vacunados contra las reacciones atrincheradas en esencialismos. Y si acaso hubiera algún racista seguro que es porque es pobre, ignorante, sin formación ni cultura. Exactamente el perfil que tienen en Pedralbes, uno de los barrios de Barcelona que más ha votado a Vox.
Yo debo decir que no estoy nada sorprendida, ni con el aumento de los ultras verdes ni con la aparición de las diferentes formaciones de raíz xenófoba en todo el territorio, incluida la resurrección milagrosa de Josep Anglada o la victoria de Silvia Orriols en Ripoll. En este segundo caso, lo que me extraña es que esta irrupción no se haya producido antes teniendo en cuenta la reacción a los atentados del 17-A. No tuvimos, en ese momento, ningún debate serio en los medios de mayor impacto sobre la penetración del islamismo radical en su vertiente no violenta (que es un precursor evidente del yihadismo) porque, nos dijeron, lo importante era prevenir la islamofobia. Los cadáveres aún no habían sido retirados de la Rambla cuando ya teníamos una mujer con pañuelo en el 3/24, una manifestación de musulmanes encabezada por la Fundación Ibn Batutta, que, sin que nadie la hubiera votado, se erigió en portavoz de la "comunidad" y aprovechó con agilidad y frialdad el choque de los atentados para su propio beneficio particular, que no es el de trabajar para la convivencia sino el de capitalizar la presencia de descendientes de marroquíes en Cataluña. En vez de apoyar a las víctimas, nos hicieron repetir estúpidas proclamas como la de “no tengo miedo”; en vez de analizar el fundamentalismo, salieron expertos en el tema a decirnos que el islam es paz y nada tenía que ver con lo ocurrido. Como premio por los asesinatos, tuvimos pañuelos y más pañuelos por doquier, incluida la manifestación que debía ser de apoyo a las víctimas. A cualquiera que tuviera una visión mínimamente crítica, mínimamente realista de la peligrosa penetración del islamismo, se le negaba la palabra por miedo a la islamofobia. El amor siempre gana el odio, nos repitieron como si todos tuviésemos déficits cognitivos. Se optó por la cobarde táctica del avestruz: no ha pasado nada, no nos ha pasado nada. A los de ascendencia musulmana, creyentes o no, nos dejaron solos y desarmados frente a la influencia de los totalitarios, y así seguimos. Debemos demostrar que somos inclusivos, nos dijeron comprando la tesis de los mismos radicales que legitiman la violencia en base a la discriminación por razón de origen sin tener en cuenta que hay millones de personas que sufren el racismo todos los días y no los nunca ha pasado por la cabeza perpetrar atentados. ¿Qué nos propusieron? Un pañuelo en el Parlamento, eso debía solucionarlo todo. ¿Cómo puede que no haya funcionado? Y no hablar del tema, porque lo que no se menciona no existe. A algunos les cogió una pasión islamofílica sin precedentes que les impedía distinguir entre musulmanes e islamistas. De repente todos quedábamos encerrados en el marco ideado por los segundos, que obtuvieron así tres destacadas victorias con los atentados: que ellos no fueran ni identificados ni criticados, que pudieran plantar su bandera, el pañuelo, en instituciones y medios públicos y que consiguieran suplantar a los musulmanes para erigirse en sus representantes y portavoces. Pero la islamofilia sólo podía llevar islamofobia, la que se expresó el pasado domingo en las urnas, porque el gran error de la izquierda fue dejar en manos de la extrema derecha la gestión de un trauma terrible que no se cura con cuatro eslóganes superficiales.
Najat El Hachmi és escriptora
#5 una interesante reflexión
Muro de pago.
El islam es también ultraderecha. Es una pugna entre fascismos.
#7 Eso viene a decir la escritora originaria de una cultura islámica.
A mis negativizadores habituales les pido que hagan lo posible por leer el artículo antes de negativizarlo... igual os lleváis una sorpresa que os gusta.
Da para una reflexión muy profunda.
#1 Sólo puedo ver esto
#3 Voy a postearlo todo, si algún@admin le parece mal, que lo borre.
#3 Para los que utilicen el Firefox, se puede leer entero en modo lectura.
Por este tipo de cuestiones es necesaria una política de Izquierda Real.
https://www.amazon.es/Izquierda-Antonio-Jes%C3%BAs-Jim%C3%A9nez-Ben%C3%ADtez/dp/B0BSTYWVD1