Hay gente que lleva la vocación, o al menos el destino, amarrado a la espalda desde que nace. Este es uno de esos casos. Luis Bárcenas era hijo del director de una sucursal del Banco Central en Badajoz. Se crió entre billetes, balances y asientos contables como otros se crían entre libros, entre uniformes o entre escayola. Aprendió muy pronto que aquella frase antigua, “con el dinero no se juega”, era mentira. Vaya si se juega. Se juega y se gana. Y es el dinero, es justamente lo que hace funcionar todo lo demás. Sin él no hay juego que valga.
Comentarios
Si lo dicen por el mito de que las urracas recolectan pequeños objetos brillantes, es eso, un mito.
Este tipo, y sus compañeros de partido es un corrupto y un ladrón. Sin fábulas.
Sé fuerte, Luis.