En unos pocos minutos, Pablo Casado me había mostrado que era un mentiroso y un charlatán. Mentiroso porque no es verdad que viniese de la misma universidad en la que Vicenç Navarro es catedrático desde hace décadas. Se lo había inventado cuando habló conmigo en privado y también cuando lo dijo en público ante millones de espectadores. Y un charlatán porque lo demostró cuando intervino en directo acusándome de defender justamente lo que en el documento condenaba.
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