El fascismo está repuntando en las democracias liberales, con piel de cordero, con su verdadera cara oculta, ésa que debería haber quedado grabada en los rostros de todo hombre de bien, especialmente de aquellos dedicados a la vida pública, para que no se volviera a repetir la ignominia. El despertar de las ideas totalitarias, que algunos creían imposible, es la consecuencia lógica de ese sistema de gobernanza llamado neoliberalismo. La historia se repite.
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