Los sesgos discriminatorios de los algoritmos, la invasión de la privacidad, los riesgos del reconocimiento facial y la regulación de las nuevas relaciones entre humanos y máquinas son retos para gobiernos y grandes empresas, cuyos intereses priman muchas veces sobre las buenas prácticas.
Comentarios
Joder, menuda chorrada: como si hiciese falta un algoritmo para que me niegen un crédito en el banco .