María tiene 12 años y hace 18 meses que no puede subir las escaleras de su casa sin sentir que se ahoga. Antes corría, jugaba fútbol, destacaba en matemáticas. Ahora sus padres la cargan en brazos hasta su habitación mientras ella lucha contra una fatiga que los médicos "no saben explicar bien". Su caso no aparece en estadísticas oficiales. Su sufrimiento no trasciende más allá de las paredes de su hogar. Su familia vive un drama invisible que la sociedad ha decidido, consciente o inconscientemente, ignorar.
La historia de María se repite en millones de hogares alrededor del mundo, donde el COVID persistente infantil ha creado una epidemia silenciosa que las instituciones prefieren no ver y la sociedad ha aprendido a normalizar. Estamos ante un fenómeno que ilustra de manera brutal cómo las inacciones colectivas se transforman en tragedias individuales, creando un paisaje de sufrimiento privado que mantenemos oculto para preservar nuestra comodidad psicológica.
La disonancia cognitiva de una sociedad que sabe pero no actúa
Sabemos. Los datos están ahí, contundentes e irrefutables. Entre el 4% y el 25% de los niños que contraen COVID desarrollan síntomas persistentes que pueden durar meses o años. Hablamos de al menos 28 millones de niños afectados globalmente. Sabemos que estos niños experimentan fatiga extrema, problemas cognitivos, dolor crónico, trastornos del sueño, ansiedad. Sabemos que sus vidas educativas, sociales y familiares se ven devastadas.
Y sin embargo, colectivamente, hemos decidido mirar hacia otro lado.
Esta es la esencia de la disonancia cognitiva aplicada a nivel social: mantener simultáneamente el conocimiento de una realidad terrible y la decisión de no actuar sobre ella. Es más cómodo pensar que "los niños no se enferman gravemente de COVID" que enfrentar la evidencia de que sí lo hacen, que sus consecuencias son devastadoras y duraderas, y que nuestra inacción los está condenando.
Las instituciones sanitarias minimizan el problema porque reconocerlo implicaría admitir su incapacidad para responder adecuadamente. Los sistemas educativos ignoran a estos niños porque atenderlos requeriría recursos y cambios estructurales que no están dispuestos a implementar. La sociedad civil permanece en silencio porque pensar en niños enfermos de por vida resulta demasiado perturbador para nuestro día a día.
Abandono Institucional
Las instituciones que deberían proteger a nuestros niños han abdicado de su responsabilidad. En Reino Unido, que fue pionero en servicios para COVID persistente, han cerrado más del 60% de las clínicas especializadas por falta de financiación. En España, los protocolos pediátricos para COVID persistente son prácticamente inexistentes. Los niños afectados se enfrentan a un laberinto kafkiano donde cada especialista les dice que su problema corresponde a otro departamento.
Mientras tanto, las familias se convierten en investigadoras, terapeutas y defensoras de sus propios hijos. Madres que aprenden terminología médica compleja para entender qué le pasa a su hijo. Familias que se endeudan pagando tratamientos privados. Hermanos que crecen en hogares donde toda la atención se centra en el niño enfermo porque las instituciones han abandonado su responsabilidad.
Esta privatización forzosa del sufrimiento es una forma de violencia institucional. Cuando una sociedad decide, a través de la inacción de sus instituciones, que ciertos problemas de salud no merecen atención prioritaria, está condenando a las familias afectadas a la soledad, el agotamiento y la desesperanza.
Normalizamos lo inaceptable
La sociedad ha desarrollado mecanismos sofisticados para evitar confrontar esta realidad. Hablamos de "resiliencia" en los niños cuando deberíamos hablar de abandono institucional. Celebramos que "se adapten" a sus limitaciones en lugar de exigir que se eliminen las barreras que los limitan. Convertimos en virtudes individuales lo que son fallas sistémicas.
Los medios de comunicación contribuyen a esta invisibilización enfocándose en casos "exitosos" de recuperación mientras ignoran la realidad cotidiana de millones de familias. Las redes sociales amplifican voices que minimizan el problema mientras silencian a padres desesperados que buscan ayuda. La narrativa dominante sigue siendo que "los niños no se ven afectados por COVID" a pesar de la evidencia abrumadora de lo contrario.
Esta normalización del sufrimiento infantil revela algo profundamente perturbador sobre nuestras prioridades como sociedad. Hemos decidido que cierto nivel de daño a nuestros niños es aceptable si eso significa que podemos mantener nuestras rutinas, nuestra economía, nuestra comodidad psicológica.
Economía perversa de la negación
Nuestra negación del COVID persistente infantil tiene una lógica económica perversa: es más barato ignorar el problema que solucionarlo. Invertir en investigación, tratamientos especializados, adaptaciones educativas, apoyo familiar requiere recursos inmediatos. Los costos de no hacerlo son a largo plazo, difusos, difíciles de cuantificar y, crucialmente, se trasladan a las familias.
Estamos privatizando los costos sociales de una pandemia. Las familias asumen gastos médicos, pierden ingresos por cuidados, se endeudan buscando tratamientos. Los sistemas educativos ahorran dinero no adaptándose a estos niños, simplemente esperando que "se las arreglen" o abandonen. Los sistemas de salud reducen costos derivando casos complejos o directamente no reconociendo la condición.
Esta es una forma de neoliberalismo salvaje aplicado a la salud infantil: socializar los riesgos (políticas de contagio infantil forzoso) pero privatizar las consecuencias (cada familia se las arregla como puede).
Todos somos cómplices de este abandono. Médicos que evitan diagnosticar COVID persistente porque saben que no tienen tratamientos efectivos que ofrecer. Políticos que prefieren no hablar del tema porque reconocerlo implicaría destinar recursos que no tienen o no quieren asignar.
Los medios que prefieren historias esperanzadoras sobre "la vuelta a la normalidad" en lugar de investigar la realidad de millones de niños que nunca volverán a su normalidad anterior. Se cambia de tema rápidamente cuando alguien menciona a un niño con COVID persistente.
Esta complicidad del silencio es una forma de violencia social. Cada vez que elegimos no ver, no escuchar, no actuar, estamos condenando a más niños y familias a sufrir en aislamiento.
El Precio Moral de la Indiferencia
¿Qué dice de nosotros como sociedad que hayamos normalizado el sufrimiento crónico de millones de niños? ¿Cómo hemos llegado al punto de considerar aceptable que un porcentaje significativo de toda una generación viva con discapacidades y limitaciones que podríamos mitigar o evitar?
Esta no es solo una crisis sanitaria o educativa; es una crisis moral. Revela que, cuando se pone a prueba, nuestra supuesta preocupación por "el futuro de nuestros niños" es retórica vacía. Que estamos dispuestos a sacrificar la salud y el bienestar de millones de niños para mantener nuestras estructuras económicas y sociales intactas.
La historia juzgará esta época no solo por cómo manejamos la pandemia, sino por cómo tratamos a sus víctimas más vulnerables. Seremos recordados como la generación que sabía lo que estaba pasando a nuestros niños y eligió mirar hacia otro lado.
Referencias.
- 4-25% de niños desarrollan síntomas persistentes:
- www.nature.com/articles/s41598-022-13495-5
- pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/39907495/
- 28 millones de niños afectados globalmente:
- recovercovid.org/publications/characterizing-long-covid-children-and-a
Síntomas por Grupos de Edad
- Patrones específicos por edad (dolores de cabeza 57%, problemas cognitivos 44%):
- www.cidrap.umn.edu/covid-19/kids-long-covid-symptoms-differ-age-group-
- www.nih.gov/news-events/news-releases/nih-funded-study-finds-long-covi
Crisis Educativa Global
- 1.6 mil millones de estudiantes afectados, pérdidas de un tercio de año escolar:
- www.weforum.org/stories/2022/01/global-education-crisis-children-stude
- www.nature.com/articles/s41539-025-00297-3
- Aumento de pobreza de aprendizaje del 53% al 63-70%:
- blogs.worldbank.org/en/education/how-could-covid-19-hinder-progress-le
Colapso del Sistema Sanitario
- Reino Unido: de 120+ servicios a solo 46 operativos:
- www.longcovidkids.org/post/disabled-discharged-and-disappearing-from-v
- www.england.nhs.uk/long-read/commissioning-guidance-for-post-covid-ser
Disparidades Socioeconómicas
- Minorías representan 41% de población pero 78% de muertes pediátricas por COVID:
- info.primarycare.hms.harvard.edu/perspectives/articles/racial-disparit
- pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC9494479/
Gaps en Investigación y Tratamiento
- Solo 11 ensayos clínicos globales incluyen niños:
- recovercovid.org/news/insights-recovers-pediatric-study-can-inform-fut
- www.mdpi.com/2227-9067/11/8/972
Definiciones y Estándares Clínicos
- Definición consenso WHO 2023:
- reliefweb.int/report/world/clinical-case-definition-post-covid-19-cond
- pmnch.who.int/news-and-events/news/item/16-02-2023-who-issues-case-def
Políticas Internacionales
- Modelos de mejores prácticas (Bavaria, Alemania):
- pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/38287106/
- link.springer.com/article/10.1007/s00431-023-05360-y
Impacto en Desarrollo Social-Emocional
- Deterioro en habilidades de cognición social:
- www.nature.com/articles/s41598-024-80532-w
- Estudio Universidad de Oxford sobre impacto educativo:
- www.ox.ac.uk/news/2023-09-20-study-shows-detrimental-impact-long-covid