Fría cruz

Otra mañana gris amanezco sin ganas de nada. Las mantas me atenazan dentro de la cama, como lo hacen las voces dentro de mi cabeza.

Sus risas desayunando se mezclan con el susurro: "No son tu familia, son demonios invadiendo su cuerpo. Tienes que liberarlos".

Palpo a ciegas bajo la cama y encuentro la caja donde escondí mi destino.

La cara o la cruz, la medicación o el cuchillo. 

No soy yo quien lo va a elegir.

La moneda gira por el aire hasta que mis dedos encuentran el frío metal.

Cierro los ojos y cuento.

Tres, dos, uno...