Hace 12 años | Por landaburu a idealista.com
Publicado hace 12 años por landaburu a idealista.com

Más de 4 años de crisis han provocado la desaparición de miles de empresas del sector inmobiliario y todavía se incrementará esta cifra en mucho. Odiados por la opinión pública y abandonados por la Administración, el sector promotor se enfrenta a la presión constante de su principal proveedor: la banca, también ahora su competidor. Sin otras fuentes de liquidez, como el alquiler o la prestación de servicios, los suelos hipotecados de los promotores acabarán por evidenciar lo que todos ya saben: la totalidad de sus deudas jamás se pagarán

Comentarios

ElPerroDeLosCinco

Me da pena por los empleados de ese sector (si es que queda alguno), pero por lo demás, por mi podrían desaparecer todos.

D

Cuando a un piso que vendia por 300.000 le ganaban 180.000 no se acordaban de los pobres ahora todos a quebrar majos.

landaburu

Y no puede hacer nada el Estado para ayudarlos?

M

Es lo que pasa por matar la gallina de los huevos de oro. Si en vez de especular y permitir la burbuja inmmobiliaria que tuvimos, se hubiera legislado y regularizado el sector por una parte, y hubieran tenido dos dedos de frente por la otra para no tener "pan para hoy y hambre para mañana", ni habríamos tenido el crack inmobiliario que tenemos, ni el sector de construcción supondría un lastre tanto a nivel de PIB (prácticamente ha desparecido) como a nivel de fuente de parados.

Lo realmente triste es que los promotores que han hecho ya su agosto durante el boom tienen las arcas suficientemente llenas para "malvivir" con unos milloncejos de nada, mientras que sus curritos están en la puta calle (la mayoría).

Pero es lo que tiene la ultra-liberalización de un derecho constitucional como es la vivienda (digna).

enpositivo

Ha habido mala praxis en el sector, correcto. Pero lanzo una reflexión:

que un frutero gane un 100% de margen no nos parece horrible o al menos tanto como lo de un promotor y ojo, los dos "negocian" con productos de primera necesidad. Lógicamente hablamos de cantidades diferentes, pero, ¿si en vez del frutero del barrio hablamos del empresario de la fruta que mueve también cantidades ingentes de dinero?