La entrevista se convoca al "estilo Minsk": evitando e-mail y teléfono, por Skype, y en una de esas colmenas de hormigón cuyo emplazamiento no puedo revelar. El presidente de Gay Belarus, Siarhei Androsenka, apenas tiene veintitrés años, y lleva desde los quince peleando por la normalidad en un país asfixiado por la mano tozuda y firme del dictador: Aleksander Lukashenko, sentado en el trono desde 1994 gracias al fraude, la represión y un modelo soviético de protección social financiado por Rusia.
Comentarios
Qué fuerte. Por cosas como esta hace falta celebrar el Día del Orgullo Gay. Conozco un montón de esas típicas personas que dicen ser tolerantes pero no aguantan a "las locas", o que piensan que el Día del Orgullo Gay es un circo innecesario. Argumentan que, si se quiere normalidad e igualdad para los homosexuales, deberían empezar por no celebrar nada y comportarse de forma normal e igual. Yo, en cambio, entiendo que hasta que siga habiendo países como éste, celebrar el Día del Orgullo provoca una conducta de imitación en los países en los que se reprime a los homosexuales, ayudando, por un lado, a que se hagan visibles y se fuerce la normalización, y, por otro lado, a que sean conscientes de que hay gente en otros países que sabe lo que están pasando y que les apoya.