
Supongamos que tenemos un bar de viejas, donde van a tomar el té con pastas, malmeter contra el vecindario y escandalizarse de lo que es al juventud de hoy en día.
Supongamos que a ese bar, establecido durante décadas como bar de viejas, va un grupo de cuatro chavales, y les piden que se vayan.
Esos chavales tiene dos opciones: la opción de marcharse, para hacer daño económico al bar, que deja de contar con los cuatro clientes jóvenes, que se tomaban sus birras y sus copas, o empezar a armar bulla y cagarse en dios, para que las viejas, escandalizadas, busquen otro apeadero.
Mediante la opción primera, el bar es estable y se permitirá ponerse exquisito con cualquiera, porque tiene a sus clientas fijas. No gana más, pero tampoco se arriesga a ganar menos.
Mediante la opción segunda, primero echas las viejas, y luego, te vas. Y a lo mejor el bar cambia de aire. O a lo mejor cierra.
Simples diferencias estratégicas.
La opción buena, por supuesto, es buscar la convivencia. Si esta es posible, alabado sea Jesucristo. Si no, pues bien está conocer las dos opciones.
La tarta de queso es un clásico entre los clásicos. Es un postre muy recurrido en cualquier restaurante, ya sea en su versión fría o en su versión al horno. De cualquier manera, está deliciosa y seguro que convence a todos los comensales.
Os dejo por aquí la receta tanto en video como escrita. Espero que os guste.
Los ingredientes que necesitamos son:
- 1/2 litro de leche
- 1/2 litro de nata
- 250 g de azúcar blanco
- 300 g de queso fresco
- 4 sobres de cuajada
- 100 ml de leche para mezclar con la cuajada
- 200 g de galletas maría o tostada
- 80 g de mantequilla
- 200 g de mermelada de frambuesa
- 100 ml de agua
- 1 sobre de gelatina neutra
Y los pasos a seguir son:
Lo primero que tenemos que hacer es la base. Por lo que trituramos las galletas y las mezclamos con la mantequilla derretida. Para hacer la base, cogemos un molde y le ponemos debajo papel de horno y extendemos y compactamos bien la mezcla de la galleta con la mantequilla derretida. Mientras hacemos el siguiente paso, metemos la base en la nevera.
Ahora vamos a hacer la tarta, para ello introducimos en un cazo el medio litro de leche, la nata y el azúcar, y removemos a fuego medio hasta que se derrita el azúcar. Cuando esté listo, echamos el queso fresco y seguimos removiendo hasta que se deshaga por completo. Mezclamos en un vaso los 100 ml de leche que teníamos aparte con la cuajada y cuando este el queso fresco bien mezclado en el cazo, echamos la leche con la cuajada. Removemos unos instantes y retiramos del fuego.
Vertemos con cuidado dentro del molde y dejamos reposar hasta que se enfría. Guardamos en la nevera 6 horas.
Si queremos hacerle una cobertura, mezclamos la gelatina con el agua y vertemos en un cazo con la mermelada que más nos guste, nosotros usamos frambuesa. La ponemos a fuego lento para mezclar bien todos los ingredientes y cuando esté listo vertemos sobre la tarta de queso reposada.
Ya estaría lista la tarta de queso para disfrutar.
Huelga explicarle también a la gente qué es el capitalismo desde lo emocional, mucho más allá de conceptos económicos. El capitalismo no tiene otro objetivo que convertir al hombre en un competidor para poder confundir dos términos que, en mi opinión, son casi antagónicos: ambición y felicidad.
El humanismo aspira a que necesitemos al otro para crecer. El capitalismo afirma que el otro es solo un sujeto al que debemos superar.
Tener más seguidores. Ganar más que fulano. Ocupar el puesto más alto. Comprar el coche más caro. La ambición ha sustituido a la felicidad como objetivo esencial de la humanidad. Eso es el capitalismo. Y esa necesidad del otro solo para superarlo, para vencerlo, es algo que está presente en la política de este país. Y cada vez más. Las tertulias en los 80 eran un impulso al conocimiento personal. Las tertulias, hoy, son dos bandos en competición. La solidaridad ha pasado de ser un rasgo social estatal a un valor comercial que ayuda a empresas a mejorar su reputación.
La izquierda está derrotada porque ya ha asumido las reglas del juego del capitalismo, porque ya ha aceptado ese papel del otro como sujeto con el que competir.
Durante la Segunda República se produjeron 12 huelgas del funcionariado administrativo. Funcionariado, señores. Huelgas que fueron secundadas por carteros, obreros de la metalurgia o costureras. Personas con sueldos miserables, apoyando a personas con sueldos medios para que pudiesen cobrar lo que debían cobrar. Luchando, llana y sencillamente, por lo que era justo. El otro no era una persona a la que superar, era alguien al que poder ayudar.
Pensar en algo así, hoy en día, sería imposible. Personas con sueldos miserables prefieren denostar las luchas honestas de personas que cobran más que ellos, que luchar por tener un sueldo propio digno. Esa es la prueba irrefutable de que el capitalismo ha ganado la batalla y el relato cultural y social.
Aún es fácil encontrarnos con definiciones que presentan a la metafísica como una serie de propuestas que dividen el ámbito de lo que es y de lo que existe en dos planos separados: por un lado el mundo físico, al cual tenemos acceso sensorial y donde nos desarrollamos, y por otro lado el mundo metafísico, al cual no tenemos acceso sensorial, pero que sin embargo y de alguna manera, no siempre muy bien explicada, podemos acceder intelectualmente a través de algo así como una especie de razón abstracta. Dos especies de “mundos” diferentes, se suele presentar el nuestro como material y mutable, mientras al metafísico como inmutable, en ocasiones espiritual, pero al que siempre se les quiere buscar alguna conexión en la que el metafísico ordenaría al físico.
No es raro así ver revisiones en la historia del pensamiento que colocan en el pitagorismo el momento en el que metafísicos y materialistas se dividen en dos ramas filosóficas que a partir de ese momento serían enfrentadas. Si tiene el lector un ratillo, vea este vídeo, es un perfecto ejemplo de todo esto.
Más allá de discusiones sobre en qué momento histórico nace esta división, si la metafísica ya apareció con anterioridad al pitagorismo, o si es correcto y no un simplismo explicar la metafísica como un mundo separado del nuestro, diremos que es cierto que la propuesta materialista siempre se opuso a aceptar a la metafísica como algo separado de la materia. Al fin y al cabo, si se defiende que la substancia de todo es la materia, no se puede conceder esa propiedad a un mundo metafísico ajeno a esta. Es cierto, el materialismo siempre ha mirado a cualquier propuesta metafísica alejada de la materia con el ceño fruncido (incluso en ocasiones, cuando sin ser consciente, también su propuesta materialista era metafísica).
Es objeto así de este artículo dar a entender, desde una perspectiva materialista y utilizando como ejemplo la revisión de la metafísica pitagórica, como esta idea de metafísica no es algo ajeno a las operaciones materiales ni una realidad paralela a nuestro mundo de la que por alguna razón seamos capaces de conectar intelectualmente.
Metafísica como sustantivación de lo material: el ejemplo pitagórico.
Uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos a la hora de abordar la historia del pensamiento es integrar a nuestra concepción actual, como individuos contemporáneos que estudiamos desde lejos otras épocas, el sistema mental del sujeto histórico. Este problema, bien conocido, supone un quebradero de cabeza no pocas veces frustrante. Las concepciones que a lo largo de la historia las diferentes sociedades tuvieron y tienen sobre la realidad ontológica, el tiempo y el espacio, la estética, la política, que decir de la moral y la ética, llegan a ser a veces tan sorprendentes y diferentes a las actuales, que resulta realmente complicado adaptarlas a nuestro entendimiento actual, individuos y sociedades que también nos desarrollamos en otro momento histórico concreto. De aquí es fácil entender el riesgo que siempre existe cuando hacemos afirmaciones sobre qué o cómo comprendían los antiguos la realidad o sus propias acciones: nuestro entendimiento del mundo (concepto ya de por sí oscuro eso de “mundo”) surge en un proceso históricamente concreto, que define nuestra concepción general y las leyes que lo rigen, condicionando también con ello las propias relaciones, tanto sociales como con el resto de la realidad externa.
En este sentido, resulta hoy complicado llegar a comprender en toda su extensión eso de que para los antiguos griegos, en especial los presocráticos, la existencia de algunos conceptos, para nosotros ahora ideas abstractas, requerían de una extensión espacial: la creencia de que el “ser” era sensible era casi un axioma, no existiendo así aún una clara distinción entre lo corpóreo y lo incorpóreo, y por tanto entre “materia y forma” y entre “materia y espíritu”. Hasta algunas de las ideas aparentemente más abstractas, incluso emociones, eran entendidas y en ocasiones definidas como seres con longitud y con anchura, es decir, como cuerpos con dimensiones espaciales (véase como ejemplo de esto las concepciones cuasi materiales del “amor y discordia” de Empédocles o la “Noûs” de Anaxágoras). No encontramos así hasta Platón, ya en el S. V a.C. , y en especial después con Aristóteles, los primeros autores que trataron de forma explícita y consciente la posibilidad de existencia de seres sin extensión espacial.
Pudiera ser que a alguno de los lectores, incluso interesado en el pensamiento antiguo griego, esto le sorprenda. No siempre resulta sencillo encontrar alusiones o advertencias a este “antiguo entender”, y aquí debemos reconocer que, en un afán divulgativo, se nos suelen presentar esas propuestas conceptuales griegas bajo el velo y la forma actual que ahora entendemos: algo así como una representación mental e inmaterial de un objeto, hecho, cualidad, situación, etc. Se recoge ese “antiguo entender” en su forma original y se transmuta a nuestra concepción contemporánea. Como apuntábamos más arriba, si ya resulta un reto ser capaces de transmitir al interesado en la historia del pensamiento las diferentes propuestas filosóficas de los antiguos, muchas de ellas de una oscuridad no pequeña, más aún será tener que presentarlas y entenderlas bajo concepciones tan alejadas ya para nosotros.
Pitagorismo: el número como constitutivo de la realidad.
“(...) los pitagóricos, para quienes el límite es masculino y lo ilimitado femenino, concibieron que el límite puso en lo ilimitado una semilla, en torno a la cual se fue configurando el universo. Tal semilla inhaló de lo ilimitado circundante, y como consecuencia de ello, penetró también el vacío en el universo que se iba construyendo. A partir del vacío, lo pitagóricos pueden explicar la existencia de unidades discretas, ya que es el vacío lo que actúa de límite entre ellas.” (Alberto Bernabé, “Fragmentos Presócraticos”, 1988).
La escuela pitagórica aparece en el S. VI a.C., con su epicentro originario en Crotona (Grecia Magna). Movimiento neopagano, religioso y místico, en un principio asociado a comunidades mercantiles de artesanos, las doctrinas atribuidas a Pitágoras (junto con las órficas) tuvieron un gran impacto, en especial la doctrina de la “transmigración de las almas” y de la “reencarnación en otros seres vivos”, la metempsicosis.
Sin embargo, podemos decir que lo que ha pasado en primer plano al recuerdo histórico es la contribución filosófica y científica de esta escuela, en especial lo relacionado a las matemáticas y la astronomía, si bien es importante destacar que en un principio las motivaciones del estudio de estas fueron siempre religiosas. Filosofía, ciencia, matemáticas y religión son aspectos indisociables que se integran en el misticismo pitagórico. Así escribe Aristóteles sobre los pitagóricos:
“Los pitagóricos fueron los primeros que se dedicaron a las matemáticas y que las hicieron avanzar, y nutridos por ellas, creyeron que los principios de éstas serían los principios de todas las cosas que son. Puesto que en las matemáticas los números son por propia naturaleza los principios primeros; precisamente en los números ellos pensaban ver, más que en el fuego, en la tierra y en el agua, muchas semejanzas con las cosas que son y que se generan. [...] además, porque veían que las notas y los acordes musicales consistían en números; y finalmente porque todas las demás cosas, en toda la realidad, les parecían estar hechas a imagen de los números y que los números fuesen lo primero en toda la realidad; pensaron que los elementos del número fuesen los elementos de todas las cosas y que todo el universo fuese armonía y número.” (Aristóteles, Metafísica, Libro I, Capítulo V)
El pitagorismo propondría una versión menos mitológica y más racional del origen de la realidad que la existente hasta entonces en la Antigua Grecia (curiosamente más racional a través de cambiar lo mítico por lo místico). Así se suele presentar que fue en especial a partir del estudio de los sonidos y su posibilidad de traducción a relaciones numéricas - la religión pitagórica prestaban una especial atención a la música como medio de purificación y catarsis - como los pitagóricos llegaron a ser conscientes de la existencia en la realidad de una regularidad matemática. Tal descubrimiento de relaciones matemáticas regulares en fenómenos reales debió producir una extraordinaria impresión en los pitagóricos, hasta el punto de encontrar en el número el arché griego, el principio y raíz común de la realidad.
El pitagorismo, a través del número, creará su visión cosmológica (ordenada) del mundo, y la relación dialéctica en este entre armonía y caos, representada en la “tabla de los opuestos pitagóricos” (teoría del cosmos enantiológico de los pitagóricos):
La mónada antigua, la unidad, el “uno”, lo “limitado”, se convertiría así en el principio de todo lo conocido. Para la aritmética pitagórica (que en un comienzo solo conocía los números racionales) todo parte del “uno”, el primer número, y de aquí se llega a la idea de que la unidad sea el principio común. De que la realidad nos muestra que existen relaciones entre cosas diferentes que son susceptibles de expresarse mediante una proporción numérica, el pitagórico infiere que los mismos principios que gobiernan a las matemáticas deben gobernar el orden del cosmos, y puesto que los números son el fundamento de las matemáticas, también deberá así ser las relaciones entre números el principio de todo. Las cosas están formadas por una multiplicidad de unidades, a modo de puntos geométricos, todas ellas iguales entre sí, imperceptibles por los sentidos. Así pues, las propiedades intrínsecas de una cosa dependen de la cantidad y proporción numérica que la compone y de su disposición geométrica: así por ejemplo la justicia, la inteligencia o la oportunidad estarían definidos por una combinación determinada de unidades. Más adelante Leucipo y Demócrito con su teoría atomista, ya en el S. V y IV a.C., dos pensadores de tradición pitagórica, darán nueva forma duradera a esa teoría, al sustituir el concepto de unidad/punto por el de átomo indivisible.
Nos encontramos aquí con una de esas concepciones cuasi-materiales de las que hablábamos en la introducción y que merece mayor detalle: los primeros pitagóricos no disponían de un sistema simple de notación numérica, por lo que se veían obligados a utilizar, a modo de expresión, un sistema similar al nuestro que vemos en el dominó o los dados. Para representar cualquier número, los primeros pitagóricos solo podían hacerlo bajo la evidencia material y operatoria. Así, por ejemplo, debían representar el número 10 mediante diez puntos o alfas, en ocasiones piedrecillas en la arena, ordenados de una forma determinada, un triángulo equilátero (el famoso y místico “Tetractýs de la Década”). Para representar el número diez aún lo hacían bajo la evidencia física de diez unidades.
Aquí lo importante es entender como en la mente de los primeros pitagóricos existe una identificación entre el número y la materia. Como representaban las figuras geométricas por la suma de puntos o alfas, creyeron que los números debían tener una longitud espacial, confundiendo unidades matemáticas con unidades extensas. Se aúna así en el pitagorismo la materia, el número y la forma. El número es el principio de los seres bajo el punto de vista de la materia, así como es la causa de sus modificaciones y de sus estados diversos.
De lo material a lo metafísico: el gnomon como ejemplo.
Recurriremos de nuevo a Aristóteles, que nos daría una pista de como es a partir de las operaciones materiales que los pitagóricos llegarían a su metafísica, explicándonos brevemente como razonaban la relación entre sus dos primigenios y principales opuestos, “par e impar” con lo “limitado e ilimitado”. Leemos así:
Además los pitagóricos identifican lo infinito con lo par (pues, de éste, cuando está incluido y limitado por lo par les viene a las cosas la infinitud). Una muestra de ello es lo que acontece con los gnómones en torno a la uno y fuera de lo uno, la figura que resulta en una de las construcciones es siempre diferente y en la otra es siempre la misma. (Aristóteles, Física IV).
Desarrollemos a continuación esta frase de Aristóteles: El “gnomon” era la escuadra utilizada por los carpinteros para medir los ángulos rectos, si bien en lo referente a la geometría se entiende hoy en día como cualquier figura que, añadida a otra figura original, produce una figura semejante en forma a esa original pero mayor en tamaño (y por tanto también cualquier figura que, restándose a otra de mayor tamaño, produce una figura semejante a esa original pero menor en tamaño). Según el propio Aristóteles, los mismos pitagóricos encontrarían en el gnomon la relación entre sus dos originales opuestos, “par e impar” y “limitado e ilimitado” (así leemos “Una muestra de ello es lo que acontece con los gnómones en torno a la uno y fuera de lo uno (...)”.
Par / impar: En las imágenes de más arriba podemos ver dos ejemplos de desarrollo de gnomones. En la Fig. 1, los gnomones están colocados en torno al número 1 (impar), mientras en la Fig. 2 aparecen a partir del Nº 2 (par). Cualquiera de las dos figuras podría extenderse hasta el infinito añadiendo más gnomones. Así, para el caso de la Fig. 1 (que parte del 1, impar) vemos en la imagen que los gnomones siempre darán números impares (3, 5, 9...), mientras que para la Fig. 2 (que parte del 2, par) vemos que los gnomones siempre darán números pares (4, 6, 8...). La diferencia es clara: mientras para la Fig. 1, curso de gnomones impar, con cada adición se conserva la misma forma cuadrada (al mantener la razón 1:1), la Fig. 2, curso de gnomones pares, cambia con cada adición, ya que el tamaño de su longitud y altura no es la misma, dando lugar a una figura oblonga (recordar que en la tabla de los opuestos pitagóricos el cuadrado, debajo de lo impar, se encuentra opuesto a lo oblongo, que estaría debajo de lo par).*
Limitado / ilimitado: Los pitagóricos también encontrarían en el curso de estos gnomones sus opuestos “limitado e ilimitado”. Si nos fijamos en la flecha de la Fig. 1 (curso impar) veremos como el gnomon no permite la división en mitades, al existir interposición de la unidad (la flecha “topa” con el primer punto). Nótese como los pitagóricos entendían los números como formas con extensión. En la Fig. 2 (pares) la división en mitades se prolonga indefinidamente. Encontrarían así en los desarrollos de números impares lo indivisible (limitado) y en los números pares lo divisible (ilimitado).
Pues bien, según Aristóteles (también encontramos otras referencias en a esto mismo con Simplicio de Cilicia) es a partir de figuraciones de este tipo como los pitagóricos llegaron a crear las relaciones de “impar – limitado” y "par – ilimitado”. La Fig. 1 representa lo impar, se mantiene uniforme e indivisible (limitado), mientras que la Fig. 2, representante de lo par, varía indefinidamente y es divisible (es ilimitada). Lo par es ilimitado, porque se puede dividir, a diferencia de lo impar, en dónde la unidad impide esta división. Así leemos en Aristóteles “(...) la figura que resulta en una de las construcciones es siempre diferente y en la otra es siempre la misma”.
Los pitagóricos deducen que si el número es la sustancia de las cosas, todas las oposiciones de las cosas son, por definición, oposiciones entre números. Se intuye aquí un intento de reduccionismo y fusión entre la doctrina numérica, propia del desarrollo científico de los pitagóricos, con la teoría de los opuestos, que vendría como tradición por influencia del zoroastrismo y su dualismo. En definitiva, para el pitagorismo la estructura matemática del cosmos es una estructura enantiológica, al ser las oposiciones las que configuran los propios conceptos matemáticos. Es aquí donde encontramos la metafísica pitagórica: la unidad, en tanto principio de los números, debe ser absoluta, con existencia propia, ya que a su vez son las números el principio de las cosas.
De lo material a lo metafísico: el proceso de sustantivación.
“La verdad del teorema de Pitágoras no sería la adecuación de los triángulos rectángulos empíricos con supuestos triángulos ideales en la mente de los geómetras; sino la identidad misma entre la suma de las áreas de los cuadrados de los catetos y el área del cuadrado de la hipotenusa.” (Gustavo Bueno, “Teoría del Cierre Categorial”, 1992)
La elevación a nivel de metafísica de ciertas propiedades supuestas a los números a partir de operaciones materiales, incluso la idea de la unidad como naturaleza absoluta, nos sirve de perfecto ejemplo para mostrar el proceso de sustantivación que solemos encontrar en mucho de lo que se viene a categorizar como “metafísica”.
El proceso de sustantivación, en ocasiones llamado hipóstasis, es un fenómeno bien estudiado por el materialismo. Una definición en lo que refiere a este artículo sería el paso mediante el cual se eleva a objeto con existencia independiente (a rango de substancia) lo que en realidad constituye solo una propiedad o una relación. En una acepción más amplia, en ocasiones refiere a una concesión de existencia independiente para conceptos abstractos. No es por tanto de extrañar la atención a tal fenómeno por parte de la tradición materialista, en su continua labor de desgranar el origen material de propuestas idealistas. (Y aunque aquí el que ahora les escribe no es mucho de enlazar a vídeos, en esta ocasión les va a recomendar este breve vídeo si quieren ampliar algo en el concepto de hipóstasis).
El ejemplo para el caso pitagórico es claro: a partir de ciertas operaciones materiales con los números geométricos, y de las relaciones y propiedades que de estas operaciones se descubren, el pitagórico sustantiva en el número el constitutivo de la realidad. El número como substancia del mundo es la hipóstasis del orden mensurable de los fenómenos materiales. Pareciera que el pitagórico invierte el orden: le inserta substancia al número y lo convierte en el modelo originario de las cosas cuando, al contrario, son las relaciones y propiedades existentes entre las cosas las que producen la idea de número.
Vemos así como la metafísica pitagórica, diremos ahora que como muchas otras ideas metafísicas, no aparece como algo que viniera de alguna especie de pensamiento capaz de conectar intelectualmente con un mundo o cualquier otro ente diferente a nuestra realidad, y por supuesto menos aún es la substancia u ordenación de nuestro mundo físico, sino que se presenta más bien como una sustantivación de las relaciones materiales. Es a partir de las relaciones y propiedades de la materia como se crean en nuestra mente las ideas, que en ocasiones sustantivamos, a veces como error, otras veces por una exigencia práctica y necesaria y sin lo que sería difícil entendernos, incluso llegando a convertirlas en ocasiones en “ideas fuerza”.
Nota final.
Acaso si el lector no lo hubiera hecho antes, le invito a que reserve algunos momentos de vez en cuando a reflexionar sobre esto del proceso de hipóstasis y su posibilidad de existencia en otras propuestas que se presentan como metafísicas. Piense, por ejemplo, en todo este nuevo nihilismo cuántico que se sirve a veces de la termodinámica, tan en boga hoy en día y que tanto recuerda al pitagorismo. En todo ese idealismo alemán de figuras como Hegel, Fichte o Schelling, que aún sigue resonando con fuerza en nuestro entendimiento del presente. Y más allá de corrientes filosóficas, a como en ocasiones tratamos algunas “ideas fuerza” tan de uso diario y que tanto suenan hoy en día como las de libertad, ciudadanía, igualdad o derechos. A eslogan como ese de “el dinero es deuda”, que seguro en ocasiones habrán leído. A la idea de emergentismo, o a eso del Método Científico con mayúsculas...
--------------------------------------
* Algunos estudiosos del pitagorismo proponen que si estos tomaron a la unidad como síntesis de lo par/impar era debido a que desconocían aún el cero, ya que el conocimiento de este hubiera hecho posible compensar el sistema numérico por dos canales (0, 1), y no por uno solo. Otros autores, sin embargo, indican que posiblemente la idea de vacío, que sí conocían ya los pitagóricos, funcionaba como cero.
Informaban esta mañana en Espejo Público de Antena 3 sobre el volumen préstamos hipotecarios que había en España. Decían que había 150.000 millones a tipo variable, pero a la cantidad que aparecía en pantalla le faltan tres ceros. Claro, cuando luego hacían el cálculo sobre morosidad, no cuadraba, porque el 2,6% de 150 millones no puede ser 3.900 millones.
Comento mis formas de ahorro energético MENOS INTUITIVAS por si a alguien pudiera servir, y me gustaría aprender en el hilo de comentarios con las vuestras. Llevo años practicándolas por conciencia ambiental y ahora pueden ser muy útiles, también, para el bolsillo.
Climatización:
En casa no tenemos la suerte de contar con "ventilación cruzada" (ventanas enfrentadas provocando que el aire cruce la vivienda) así que durante el verano dispongo de "ventilación forzada" casera, un ventilador en la ventana introduciendo aire de la calle, conectado a un programador-temporizador, que ventila la casa a las horas más frescas.
En el salón y en cada dormitorio disponemos de un ventilador de mesa o techo (los de techo son más silenciosos), también usamos aire acondicionado, pero siempre junto al ventilador externo, pues te ahorras 2-3 ºC en el AA para una "sensación térmica", confort, equivalente.
Disponemos de un termómetro-higrómetro en cada estancia con AA (bajo mi experiencia, los termómetros de los aire acondicionado (split) al estar en el propio aparato no son fiables) y uno en la ventana, para conocer la temperatura exterior, así podemos guiarnos por medidas objetivas en lugar de "sensaciones" temporales.
Agua caliente:
Por aquí se pueden escapar muchos KWh, especialmente si se tiene un calentador eléctrico-acumulador de baja calidad (el aislamiento es el que marca su eficiencia energética).
Colocar un rociador de ducha de bajo caudal. Suelen diferenciarse porque tienen pequeñas salidas de goma para deshacer mejor las incrustaciones de cal.
Regular el caudal max. en la válvula de entrada de agua incluida en el calentador, al mínimo confortable, yo lo tengo a 5 litros/min. Así se podrá abrir al máximo el grifo de la propia ducha.
Si tenemos un hábito de ducha rutinario, calentar el agua sólo antes de su uso, usando un programador-temporizador.
Regular al mínimo de temperatura confortable para no tener que mezclar con agua fría en la propia ducha, si hacemos esto, de forma rutinaria (una vez en semana), deberíamos subir la temperatura a más de 60ºC para evitar riesgo de contaminación por Legionella (creo que hay calentadores que hacen choques térmicos rutinarios de forma automática).
Lavadora y lavavajillas:
Fijar temperatura es esencial en el consumo de estos electrodomésticos, los motores consumen bastante poco en comparación con la resistencia de calentamiento. Por eficiencia en los lavados y desinfección mantengo "altas" las temperaturas mientras me lo pueda permitir. Del frigorífico poco puedo decir que no sea evidente... sólo que no hay que escatimar cuando compramos uno pues es un aparato que siempre está "enchufado" y la calidad de su aislamiento es esencial.
Cocina:
Los guisos no se cocinan más rápido porque se ponga el fuego fuerte... el agua no sube de 100 ºC a presión atmosférica así que con que hierva ligeramente es suficiente. Si son guisos largos mejor olla a presión pero esto ya escapa hacia lo más evidente.
En respuesta a este video (yo lo guardaría antes de que el autor lo borre en unas semanas):
Y noticias que han empezado a aparecer y seguirán apareciendo de otros gandules (sí, los hay en ambos "bandos") como...
Lo que vamos a ver en los próximos días (mediados/finales de esta semana) no es otra cosa que el efecto de aminorar la tasa de crecimiento de expansión del virus, es decir la proporción en la que crecen los infectados día a día.
- Cualquier medida tarda en plasmarse en las estadísticas unos 10-14 días debido al periodo de desarrollo de la enfermedad (infección, periodo asintomático, periodo sintomático, test/tratamiento/convalecencia y finalmente deceso o supervivencia en cada caso para estadísticas de mortandad). Por ejemplo italia lleva 2 días seguidos con descenso del número de nuevos infectados por la misma razón, están empezando a ver los resultados del confinamiento, que fue anterior al de España.
- Si España venía teniendo un ratio de crecimiento de infectados en torno a 1.2 (calculado rápidamente de www.worldometers.info/coronavirus/country/spain/), y el confinamiento va a hacer que ese ratio pase a 1.1 (por poner un ejemplo) durante ese periodo de ajuste se darán días en los que el número de nuevos infectados sea menor que el día anterior. Y dependiendo de ese ajuste puede que incluso se den 4 días seguidos, lo que algunos consideran la constatación de haber llegado "al pico de la curva".
(Aunque la estadística de infectados sólo sería fiable si tuviéramos información perfecta, es decir que toda la población fuera testeada continuamente, como esto no es posible, voy a considerar la información como perfecta).
Se está intentando vender este supuesto pico de la curva como "lo peor de la pandemia" y que después de ese periodo "las cosas mejorarán".
Para empezar, después del periodo de ajuste las cosas seguirán como antes, con un ratio más o menos constante, aunque en este caso menor al que había antes (1.1 o el que sea), lo cual es bueno, la idea de las medidas es precisamente esa, reducir el ratio de crecimiento ("aplanar la curva") para no colapsar el sistema sanitario. Pero el número de nuevos infectados y decesos va a seguir creciendo, poque no habremos llegado al "pico" real de la epidemia. Y esto suponiendo que las medidas sigan en pie, porque evidentemente si las medidas se cancelaran volveríamos al ratio anterior de 1.2, pero esta vez sobre una base de infectados mucho mayor, y la ostia sería monumental. Ya he oído a Fernando Simón y a Salvador Illa haciendo comentarios al respecto, dando a entender que este es el pico real de la pandemia, así que no descarto que cancelen las medidas, y si es así, preparaos para lo peor.
Las pandemias siguen un crecimiento exponencial (ratio de crecimiento mayor a 1). El número de nuevos infectados depende del número de infectados ya existente. Cuantos más infectados hay, más probabilidades de que haya nuevos infectados. Pero llega un momento en el que el número de personas infectadas o inmunes (infectadas y curadas, suponiendo que no se puede volver a contraer la enfermedad, algo que no está confirmado con el covid-19, aunque es probable) es tan superior al número de personas infectables que el ratio de crecimiento va bajando hasta ser menor a 1. Ese es el momento en el que se alcanza la "inmunidad de rebaño" ("herd immunity"), ese concepto que alguien falló en explicar al gandul de Boris Johnson. Y ahí sí se puede hablar de "pico", porque el número de nuevos infectados (que es la curva a la que se refiere ese pico) empezará a decrecer.
El momento "cuando las cosas empiezan a mejorar" realmente se alcanza cuando el número de nuevos infectados diarios sea menor al número de altas diarias, que es cuando se notará mejora en los hospitales, las colas serán menores, mejorará la atención, etc. Y para que os hagáis una idea España está dando de alta ahora mismo unos 500 pacientes de covid-19 diarios, y los hospitales están cerca de la máxima capacidad, así que ese número mejorará pero probablemente no mucho. Evidentemente aumentar la capacidad hospitalaria haría que llegáramos a ese punto antes, y se reduciría el ratio de mortandad por el camino.
De nuevo, el pico real se alcanza cuando el ratio de crecimiento es menor a 1. Y con el ajuste que produjo el confinamiento (y que vamos a constatar estadísticamente los próximos días) y el retraso en la información que existe con el número de infectados puede que "parezca" que haya un ratio menor a 1 uno o varios días. Aunque dado que al principio la gente no se tomó muy en serio el confinamiento, probablemente el ajuste será progresivo y no veamos ese ratio menor a 1. Pero imaginando que se diera, NO estaríamos en el pico real de la curva. Y voy más allá, imaginando que las medidas van a funcionar mucho mejor de lo esperado y ese ratio menor a 1 sea "real" y prolongado: NO estaríamos en el pico real de la curva.
Porque en el momento que se termine el confinamiento (y no se puede prolongar indefinidamente), siempre y cuando no se haya erradicado el virus totalmente en todo el mundo (algo prácticamente imposible sin vacuna, que se espera en año/año y medio), habrá un rebrote y volveremos al ratio de 1.2, sobre la base de infectados que exista en ese momento. Porque si se cancela el confinamiento no va a haber curva, habrá curvaS. Y sí, habremos llegado al pico de una, pero la siguiente será peor.
Así que cuando oigáis en los próximos días que "lo peor va a pasar" que sepáis que u os lo están diciendo borregos u os están mintiendo. La inmunidad de rebaño se alcanza mínimo cuando el 60% de la población ha sido infectada, y típicamente cerca del 70%. Así que a no ser que salga una vacuna milagro próximamente esta pandemia va a durar en torno a un año o año y medio, y evidentemente NO vamos a ver lo peor a las pocas semanas de iniciarse. Para que os hagáis una idea Canadá ha anunciado que no se presentará a los Juegos Olímpicos, no sólo de verano, sino de invierno. Porque se sabe que este año no vamos a ver el final del coronavirus. Y Canadá es el país que ahora mismo está más "cerca" de crear una vacuna, por cierto. Y si alguien realmente cree que vamos a ver lo peor de una pandemia de mínimo un año a los pocas semanas... es que es un gandul.
Y esto hablando sólo de las consecuencias sanitarias de la pandemia. Otro día hablamos de las consecuencias económicas y como ya están empezando a mentir por ahí.
Cuentan que en una institución especializada en niños autistas, en Inglaterra, encontraron que una de las internas, de 14 años, estaba especialmente inquieta. Pensaron que podía ser cosa de la edad, o quizás hormonal, y la hormonaron. En otros tiempos le hubieran dado bromuro o una ducha fría. Algo hemos mejorado.
Seguía inquieta.
Tras muchos exámenes, le dieron ansiolíticos, y su situación mejoró ligeramente, pero no llegó a corregirse del todo.
El problema no llegó a solucionarse hasta que, varios meses después, alguien descubrió que tenía una piedra en uno de los zapatos que le ponían a diario.
Así funcionan las cosas.
Sedados. James Davies
En la pantalla del radar aparecía un punto sospechoso. Podía ser una nave enemiga.
La amenaza permanecía a una distancia constante. Si nos alejábamos, avanzaba hacia nosotros. Si nos acercábamos, huía a una velocidad equivalente a la nuestra.
Quien quiera que pilotase aquella nave, parecía dispuesto a hacernos perder los nervios. Eran ya tres semanas de tira y afloja, y nuestras reservas de combustible comenzaban a agotarse.
Informamos a Tierra y dijeron que era prioritario identificar aquel objeto desconocido. Si coordinaba sus movimientos con los nuestros, seguramente era una nave, y seguramente no tenía buenas intenciones. Jugándonos la vida, aceleramos al máximo tratando de sorprenderlos, pero huyeron.
Con muchas dificultades, y casi deshidratados, logramos regresar a Tierra.
Sólo entonces supimos que el punto era un puñetero pixel dañado en la pantalla del radar.
Pero ciertamente era un punto muy peligroso. Por poco nos mata.
menéame