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En esa maravillosa película que es Match Point el destino del protagonista lo decide el azar. Como la caída aleatoria de la pelota de un lado u otro de la red da o quita el punto de victoria ayer la pura suerte salvó a Yolanda Díaz de un golpe fatal, de una derrota que habría cercenado su hasta ahora imparable ascenso hacia las siguientes elecciones generales. Ayer, la votación sobre la reforma laboral era la más importante de toda la legislatura hasta la fecha. Unidas Podemos aceptó un acuerdo de gobierno en franca debilidad, con ministerios dibujados ad-hoc para molestar lo menos posible, con la única excepción del ministerio de Trabajo. El enorme precio pagado por la formación de forma continua, tragando con repugnancia y en silencio decisiones del PSOE que apenas les han parecido tolerables, como la entrega al capital privado de la banca pública rescatada (Bankia), la pasividad del ministerio de Justicia ante el acoso a la formación o la gestión pusilánime de Marlaska en el ministerio del Interior parecía compensarse con la responsabilidad en un área tan importante para un partido que pretende cambiar la vida de las clases subalternas como la del mundo del trabajo.El esfuerzo de Yolanda Díaz ha sido brutal y continuo. No solo ha tenido que acordar con empresarios renuentes a dar oxígeno a un gobierno ajeno a sus deseos, sino asumir el estrechisimo marco de negociación impuesto por el PSOE que le obligaba a embarcar a estos empresarios sí o sí en el resultado final, sin posibilidad de cambiar una línea de lo firmado. Estas restricciones decididas por Sanchez , estos cinchos de hierro han sido las responsables últimos del espectáculo de ayer, han expulsado del acuerdo a los socios de investidura. Porque el PSOE no estaba dispuesto a asumir la presión mediática que generaría, como un tsunami, un acuerdo sin empresarios. Y porque para el PSOE una derrota en la votación de ayer era mucho menos onerosa que para Unidas Podemos. O para decirlo de otro modo, los costes para ellos estaban sobradamente compensados por el enorme golpe al prestigio de la hasta entonces triunfante Yolanda Díaz.El buen estratega es el que posiciona las piezas en unos términos inequívocos de win-win, que dicen los anglosajones. El PSOE si hubiera perdido ayer habría ganado al menos una terrible decepción y desgaste para su incómodo socio. La imagen de Díaz, desgastada sin remedio, las bases de Podemos, desmoralizadas. Porque no nos engañemos, la segunda alma del PSOE, el alma socialliberal (algunos diríamos que es su primera alma) nunca ha estado terriblemente incómoda con una legislación laboral como la anterior. Si pareció un asunto prioritario fué más debido al pacto firmado con UP que a las propias urgencias del plan socialista.Aunque no solo el PSOE ayer participaba de sentimientos ambivalentes . Si de algo puede presumir Unidas Podemos es de la variedad, en formas, colores y orígenes de sus enemigos. Son de todo plumaje..La negativa de ERC a conceder siquiera una abstención se explica por la desconfianza republicana con el PSOE, justificada tantas veces por las decepciones. Pero también porque ERC compite en Cataluña con los Comunes por un electorado en gran parte compartido. La derrota de Díaz hubiera supuesto un daño fatal a una candidata fuerte, que hasta ayer podía mostrar una ristra de victorias arañadas con trabajo y habilidad . Y para los republicanos si hay un terreno en el que se sienten débiles, expuestos, es en el de las conquistas sociales. Ahí apenas pueden mostrar resultados después de años de gobierno, tambien a ellos se les puede reprochar decepciones. .Por eso, ayer los idus de febrero parecen confabulados desde muchos frentes contra Yolanda Díaz, los cuchillos bajo la toga no solo eran empuñados por diputados tránsfugas comprados en una cena madrileña, las oscuras intenciones brotaban desde diferentes ángulos del Congreso.El dedo torpe de un parlamentario, la dejadez o el despiste desde su casa (aún no sabemos qué fué aquello tan importante que impidió a este buen hombre participar de cuerpo presente en la destrucción en vivo y en directo de Yolanda Díaz ) permiten por pura chiripa, azar, o el deseo de desconocidos y benevolentes dioses, que el mejor candidato posible a la izquierda siga siendo hoy un serio problema para un variopinta colección de gente que manda. Tendrán que seguir pensando.