Cualquier ataque a la libre opinión es un ataque directo y rastrero a la razón y a la libertad. Degraciadamente, parece que la sinrazón tiene de forma habitual buena puntería y dispone, además, de sofisticado material bélico, y que los demás vamos pertrechados con inútiles tirachinas.
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Cualquier ataque a la libre opinión es un ataque directo y rastrero a la razón y a la libertad. Degraciadamente, parece que la sinrazón tiene de forma habitual buena puntería y dispone, además, de sofisticado material bélico, y que los demás vamos pertrechados con inútiles tirachinas.