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Si el esperanto no se ha impuesto como lengua común entre los pueblos es porque los países que dominan al resto del mundo son quienes imponen su lengua. En 1921 la Sociedad de Naciones trató de extenderlo, pero Francia se opuso porque entonces capitaneaba Europa comercialmente. Hoy día se arrepienten. El esperanto es justicia porque es el idioma de todos. Por eso, su tiempo, quizás, no ha llegado todavía. Pero lo hará. El profesor Rafael Mateos inaugura en la Biblioteca Pública de Sevilla un curso gratuito de iniciación al idioma internacional