Lo poco que tienen claro, que sienten cada día como cierto, es que sus hijos ya no están. Saben que fallecieron porque recibieron las llamadas de compañeros, amigos y conocidos que les dieron la noticia: habían muerto en un intento de entrada a España, el 6 de febrero de 2014, repelido por la Guardia Civil española. Desde Camerún, sus familias hablan para exigir la verdad. Porque sus hijos fueron enterrados en España sin que los vieran, porque las autoridades españolas ni identificaron los cuerpos. Porque no saben cómo murieron. "¿Le pusieron una sábana blanca? No lo sé. ¿Un cura ha bendecido su cuerpo? No lo sé", dice le padre de una de las 15 víctimas.
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Lo poco que tienen claro, que sienten cada día como cierto, es que sus hijos ya no están. Saben que fallecieron porque recibieron las llamadas de compañeros, amigos y conocidos que les dieron la noticia: habían muerto en un intento de entrada a España, el 6 de febrero de 2014, repelido por la Guardia Civil española. Desde Camerún, sus familias hablan para exigir la verdad. Porque sus hijos fueron enterrados en España sin que los vieran, porque las autoridades españolas ni identificaron los cuerpos. Porque no saben cómo murieron. "¿Le pusieron una sábana blanca? No lo sé. ¿Un cura ha bendecido su cuerpo? No lo sé", dice le padre de una de las 15 víctimas.