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Pixar se vale del cine como catalizador de sensaciones y consigue construir una película que se presenta como un monumento a los sentimientos y a la finita impronta que dejamos tras nuestra muerte.
Sobre la filosofía subyacente de Bloodborne y su relación con lo humano
Tras las inolvidables epopeyas fantásticomedievales de los Dark Souls, Hidetaka Miyazaki, uno de los pocos directores y escritores de videojuegos con la suficiente audacia y valentía como para enfrentarse a un mercado copado por superproducciones basadas en escenas pretenciosamente espectaculares, manidos clichés, vacuos efectismos y lugares comunes, cambia el registro...
Pixar se vale del cine como catalizador de sensaciones y consigue construir una película que se presenta como un monumento a los sentimientos y a la finita impronta que dejamos tras nuestra muerte.
Sobre la filosofía subyacente de Bloodborne y su relación con lo humano
Tras las inolvidables epopeyas fantásticomedievales de los Dark Souls, Hidetaka Miyazaki, uno de los pocos directores y escritores de videojuegos con la suficiente audacia y valentía como para enfrentarse a un mercado copado por superproducciones basadas en escenas pretenciosamente espectaculares, manidos clichés, vacuos efectismos y lugares comunes, cambia el registro...