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El volcán Maderas tiene una altitud de 1.394 metros. Su última erupción tuvo lugar hace más de ocho siglos y hoy en día se le considera extinto. En su cráter se ha formado una pequeña laguna, la Laguna de Maderas. La ascensión a la laguna del volcán Maderas a través de las 4.100 ha de reserva natural es una de las actividades más populares de la isla.
Nuestra excursión comienza en la ciudad de Pucallpa, uno de los pequeños reductos de civilización en medio de la selva peruana. Situada a 780 kilómetros de Lima se puede acceder por carretera (poco recomendable) o por avión. Desde Pucallpa partiremos en barco por el río Ucayali hacia la ciudad de Iquitos, pasando por los pequeños pueblos y comunidades indígenas situadas en sus márgenes. En total son 990 kilómetros de recorrido en barco a través de la selva amazónica.
Pese al evidente peligro, las autoridades guatemaltecas no tienen prohibido el acceso al volcán, de hecho lo fomentan y lo cobran. No hay agencia en todo el país que no ofrezca entre sus servicios esta excursión. La única conclusión razonable es que a nadie le importa demasiado que el volcán pueda hartarse de tanto turista y en un momento dado decida barrerlos a todos de sus laderas, con una de esas explosiones que salen en todas las noticias.
El volcán Maderas tiene una altitud de 1.394 metros. Su última erupción tuvo lugar hace más de ocho siglos y hoy en día se le considera extinto. En su cráter se ha formado una pequeña laguna, la Laguna de Maderas. La ascensión a la laguna del volcán Maderas a través de las 4.100 ha de reserva natural es una de las actividades más populares de la isla.
Nuestra excursión comienza en la ciudad de Pucallpa, uno de los pequeños reductos de civilización en medio de la selva peruana. Situada a 780 kilómetros de Lima se puede acceder por carretera (poco recomendable) o por avión. Desde Pucallpa partiremos en barco por el río Ucayali hacia la ciudad de Iquitos, pasando por los pequeños pueblos y comunidades indígenas situadas en sus márgenes. En total son 990 kilómetros de recorrido en barco a través de la selva amazónica.
Pese al evidente peligro, las autoridades guatemaltecas no tienen prohibido el acceso al volcán, de hecho lo fomentan y lo cobran. No hay agencia en todo el país que no ofrezca entre sus servicios esta excursión. La única conclusión razonable es que a nadie le importa demasiado que el volcán pueda hartarse de tanto turista y en un momento dado decida barrerlos a todos de sus laderas, con una de esas explosiones que salen en todas las noticias.