Según la observadora de la ONU, en casos per cápita de mujeres asesinadas por esposos y parejas, Uruguay está por encima de los países de Centroamérica. En lo que va del año 2012, de acuerdo a las ONG embarcadas en esta lucha, como Grupo Caminos o Mujeres de Negro, (las cifras oficiales se darían a conocer el lunes) entre mujeres y niñas, suman 25 las que han perdido la vida, asesinadas. En 2010 se informó que 59% murió a manos de su pareja o su ex pareja, 27% con otra relación (hija, hijastra, madre u otro familiar), 7% eran conocidas y 7% sin parentesco. Demasiado a menudo el crimen ocurre dentro del hogar, lo cual contradice escandalosamente la buena intención del concepto integrado en nuestra propia Constitución, donde se afirma el "sagrado inviolable del hogar". Y lo que es peor y deja muy mal paradas a la Justicia y a la Policía, es que un buen número de estos trágicos sucesos podrían haberse evitado si existiera una más eficaz política de Estado para combatir este flagelo, ya que la víctima muchas veces avisó anteriormente de la violencia a la que era sometida por gente cercana a ella, de sus temores o las amenazas recibidas. Si bien se votó en el año 2002 la ley contra la violencia doméstica, lo cual nos posiciona mejor respecto de otros países y desde la época en que se creó la comisaría de la mujer (un solo lugar para atender estos casos) en 1988, ahora hay mayores puntos de acceso para denunciar, todavía deja mucho que desear el esquema existente para encarar un problema social de esta magnitud.
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El vicepresidente de la República, Danilo Astori, explicó que estas medidas se enmarcan en la llamada “Estrategia por la vida y la convivencia”, la que fue discutida como concepto general en el Consejo de Ministros y está vinculada a la construcción de la matriz de protección social que promueve este Gobierno. El objetivo es seguir avanzando en la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades entre todos los integrantes de la sociedad y en particular los núcleos vulnerables compuestos por mujeres, niños, niñas y adolescentes de ambos sexos, por quienes se debe continuar trabajando en forma intensa.