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Nadie permanece conmigo y, cuando eso ocurre, es fruto de un corazón egoísta. Soy como un sauce al borde del río Qu. Un hombre arranca una de mis ramas y otro se la lleva. Juegan conmigo sólo durante un rato. Miradas hacia el sur del río, cuevas de Dunhuang
Viaje al Oeste (西遊記) es una de los cuatro clásicos de la literatura china. Uno de los monumentos de la literatura universal, fue publicada en 1590, y en ella se narra la historia del monje Xuanzang que partió hacia la India en busca de los textos budistas durante la dinastía Tang (618–907) acompañado de tres discípulos.Se han realizado diversas, siendo la más famosa la de Dragon Ball, en la que encontramos muchos paralelismos con el clásico chino.
Si la historia europea del siglo XX estuvo dominada por una serie de dictadores que impusieron una política de terror y exterminaron a todos aquellos que les supusieron peligrar su puesto, no fue algo excepcional de esta parte del continente euroasiático, sino, más bien, fue la tónica general en el resto del planeta. Mientras se alzaban voces en Chile con Pinochet, con Idi Amín en Uganda, Bokassa en la República Centroafricana, Pol Pot en Camboya o Kim jon-il en Corea del Norte, en China gobernaba Mao Zedong, que ejerció su mando sobre la cuart
Nadie permanece conmigo y, cuando eso ocurre, es fruto de un corazón egoísta. Soy como un sauce al borde del río Qu. Un hombre arranca una de mis ramas y otro se la lleva. Juegan conmigo sólo durante un rato. Miradas hacia el sur del río, cuevas de Dunhuang
Viaje al Oeste (西遊記) es una de los cuatro clásicos de la literatura china. Uno de los monumentos de la literatura universal, fue publicada en 1590, y en ella se narra la historia del monje Xuanzang que partió hacia la India en busca de los textos budistas durante la dinastía Tang (618–907) acompañado de tres discípulos.Se han realizado diversas, siendo la más famosa la de Dragon Ball, en la que encontramos muchos paralelismos con el clásico chino.
Si la historia europea del siglo XX estuvo dominada por una serie de dictadores que impusieron una política de terror y exterminaron a todos aquellos que les supusieron peligrar su puesto, no fue algo excepcional de esta parte del continente euroasiático, sino, más bien, fue la tónica general en el resto del planeta. Mientras se alzaban voces en Chile con Pinochet, con Idi Amín en Uganda, Bokassa en la República Centroafricana, Pol Pot en Camboya o Kim jon-il en Corea del Norte, en China gobernaba Mao Zedong, que ejerció su mando sobre la cuart