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Al golpe de la cuarentena, que quebró hoteles, restaurantes y almacenes, se sumaron los vallados en torno al Palacio presidencial para evitar que lleguen hasta la sede del Gobierno manifestantes y críticos. El Municipio espera reactivar algunos de los comercios por medio de permitir terrazas en calles y plazas, pero el fin del flujo de turistas extranjeros, la suspensión de las clases y labores administrativas y el temor a los contagios han convertido el Casco Antiguo en una ciudad fantasma.
A finales de marzo, la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se vio desbordada por un brote de covid-19. Con hospitales, morgues y cementerios colapsados, los muertos comenzaron a acumularse en las calles a la espera de ser recogidos. En medio del caos, decenas de cadáveres -sin identificación- fueron apilados en contenedores instalados en hospitales, mientras las personas deambulaban entre los cuerpos para encontrar a sus familiares.
Al golpe de la cuarentena, que quebró hoteles, restaurantes y almacenes, se sumaron los vallados en torno al Palacio presidencial para evitar que lleguen hasta la sede del Gobierno manifestantes y críticos. El Municipio espera reactivar algunos de los comercios por medio de permitir terrazas en calles y plazas, pero el fin del flujo de turistas extranjeros, la suspensión de las clases y labores administrativas y el temor a los contagios han convertido el Casco Antiguo en una ciudad fantasma.
A finales de marzo, la ciudad ecuatoriana de Guayaquil se vio desbordada por un brote de covid-19. Con hospitales, morgues y cementerios colapsados, los muertos comenzaron a acumularse en las calles a la espera de ser recogidos. En medio del caos, decenas de cadáveres -sin identificación- fueron apilados en contenedores instalados en hospitales, mientras las personas deambulaban entre los cuerpos para encontrar a sus familiares.