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A los 90 años, la cantante mexicana reconoce que espera con calma su muerte
Fue la musa indiscutida de la Factory de Andy Warhol hasta que un buen día se peleó con el artista pop, agarró su fama y su leyenda y se mudó al Chelsea Hotel, el otro polo creativo de aquel efervescente Nueva York de los sesenta. Para entonces su relación con las drogas ya era un problema, se había enamorado de Bob Dylan y desconocía el matrimonio secreto del cantante
A los 90 años, la cantante mexicana reconoce que espera con calma su muerte
Fue la musa indiscutida de la Factory de Andy Warhol hasta que un buen día se peleó con el artista pop, agarró su fama y su leyenda y se mudó al Chelsea Hotel, el otro polo creativo de aquel efervescente Nueva York de los sesenta. Para entonces su relación con las drogas ya era un problema, se había enamorado de Bob Dylan y desconocía el matrimonio secreto del cantante