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A la luz de los primeros resultados de las elecciones en Italia, todos los medios de comunicación han coincidido en destacar la ingobernabilidad del país durante los próximos años. La aritmética no admite subterfugios: ninguna coalición política tendría, simultáneamente, una mayoría en el senado y en el parlamento. Sin embargo, las causas de la ingobernabilidad en Italia no se encuentran en las instituciones sino en la sociedad italiana, una sociedad quebrada, en la que no se vislumbra ningún proyecto político hegemónico capaz de amalgamarla.
Cuando estalló la crisis económica del capitalismo en 2007, cuando se evidenció que la desregulación económica no era ese cuento de hadas que explican en los departamentos de economía de las universidades más prestigiosas, la izquierda transformadora pensó que había llegado su momento, que de forma espontánea la población exigiría un mayor control público (y democrático) de los procesos económicos y en eso llegó el nacionalismo.
A la luz de los primeros resultados de las elecciones en Italia, todos los medios de comunicación han coincidido en destacar la ingobernabilidad del país durante los próximos años. La aritmética no admite subterfugios: ninguna coalición política tendría, simultáneamente, una mayoría en el senado y en el parlamento. Sin embargo, las causas de la ingobernabilidad en Italia no se encuentran en las instituciones sino en la sociedad italiana, una sociedad quebrada, en la que no se vislumbra ningún proyecto político hegemónico capaz de amalgamarla.
Cuando estalló la crisis económica del capitalismo en 2007, cuando se evidenció que la desregulación económica no era ese cuento de hadas que explican en los departamentos de economía de las universidades más prestigiosas, la izquierda transformadora pensó que había llegado su momento, que de forma espontánea la población exigiría un mayor control público (y democrático) de los procesos económicos y en eso llegó el nacionalismo.