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“Yo, que sin moverme casi nunca de mi ciudad me había alimentado de tantas historias de viajes a lugares lejanos, incluyendo la Luna, el centro de la Tierra, el fondo del mar, las islas del Caribe, el Polo Norte, la Rusia inmensa que recorría en el transiberiano un reportero de Julio Verne que se llamaba Bombarnac”. Lo escribía Muñoz Molina en Sefarad. Y recogía en una frase, el sentir de cientos de científicos actuales que vieron salir sus vocaciones de las páginas de Verne. Ahora que el mundo anda preocupado por la falta de vocaciones(...)
¿Se puede estudiar genéticamente una galaxia? La astrónoma Manuela Zoccali, autora de un trabajo publicado en el último número de la revista Astronomy and Astrophysics, acaba de demostrar que sí. La composición química de las estrellas, especialmente el contenido en oxígeno y hierro, lleva la “firma” de los procesos que ocurrieron en la materia interestelar durante su formación. Eso permite establecer el “parentesco genético” entre diferentes grupos estelares.
Esta foto que acaba de publicar la revista Plos Biology lo demuestra: los monos también imitan desde muy jóvenes. Como los humanos y otros grandes simios (chimpancés, orangutanes, gorilas), los macacos rhesus utilizan la imitación como forma de aprendizaje social. Si les sacamos la lengua, ellos también la sacan. Incluso repiten otros gestos faciales, como abrir la boca o lamerse los labios. Estas “monerías” son posibles gracias a las neuronas espejo, que permiten absorber la cultura de los que nos rodean por simple imitación.
En 2005, Einstein fue protagonista indiscutible de múltiples libros, conferencias y exposiciones al cumplirse un siglo de su ya famosa teoría de la relatividad. Y este año es un pintor español, Picasso, el que con la excusa del 125 aniversario de su nacimiento se ha convertido en centro de todas las miradas. Pero ¿existe algún vínculo entre estos dos personajes del siglo XX? Arthur I.Miller, autor de “Einstein, Picasso: Space, Time, and the Beauty That Causes Havoc” está convencido de que el desarrollo simultáneo del cubismo y la relatividad.
Quizás no lo sepa, pero dentro de su cerebro hay un grupo de células altamente especializadas en identificar los rasgos que definen las caras que ve y localizarlos rápidamente en la base de datos mental de sus conocidos. Estudiar sus mecanismos interesa incluso a los evolucionistas, que creen que esta capacidad ha sido clave para el desarrollo de la vida en sociedad. No obstante, por más que hiera nuestro antropocentrismo, ni en eso somos únicos.
¿Cuándo fue la última vez que se le fue el santo al cielo y se olvidó de todo, incluso de sí mismo? ¿Quizás practicando deporte, o sexo, bailando, nadando, viendo una película o escuchando música? Esta semana hemos leído que los investigadores Rafael Malaca e Ilan Goldberg, del Instituto Weizmann de Ciencias, han llegado a la conclusión de que la función de autopercepción de nuestro cerebro se apaga durante este tipo de tareas sensoriales intensas.
Antes de la aparición de la fotografía, sólo la ilustración proveía a la ciencia de esa imagen que “vale más que mil palabras”. Con el tiempo, muchas han sido elevadas a la categoría de arte -como no podía ser menos- y todos hemos visto láminas botánicas colgadas en alguna pared. Pero si hay una rama de la ciencia que especialmente se apoyó en la ilustración es la anatomía.
Ayer fue el solsticio de verano. Es curioso saber que etimológicamente la palabra solsticio procede de la unión de los términos latinos sol y sistere, que significa “hacer una parada, permanecer quieto”. Muchas civilizaciones, incluidos los pueblos europeos, creían que después de este día el sol no volvería a su esplendor total. Por esta razón ardían fogatas y se celebraban ritos de fuego para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.