Lo que está claro es que este hombre sabe cómo buscarse las habichuelas. Claro que si no estuviera de guardaespadas de todos los peperos procorruptos, lo mismo se dedicaba a la literatura... ¡y no se qué da más miedo!
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Este es todo un ejemplo para la cantidad de estómagos agradecidos y cobardes que existen entre la clase trabajadora. Las compañeras de Málga demuestran que aún hay gente que sabe cómo no rendirse y luchar por lo suyo. Ánimo, arriba las que luchan!