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Hace unas fechas se publicó el ranking de universidades del mundo y España, una vez más, no ha salido nada bien parada. Elaborado por la Academic Ranking of World Universities (ARWU), es más conocida como la “Lista Shangai”
“a cualquier cosa llaman chocolate”, alude al escaso valor real de algo que previamente ha sido ornado y alabado por presuntos expertos. Muchos temas peliagudos y manidos acaban en agua de borrajas pese a ser muy comentados por su falta de calado y fondo.
Rajoy, en su comparecencia en la Audiencia Nacional como testigo, en todo momento ha cumplido el guión ensayado junto a sus asesores legales, que le han marcado lo que debía decir, lo que debía de ocultar y cómo debía ejecutarlo para resultar creíble pero, sobre todo, verosímil.
Parece que es tal la decisión del entramado secesionista encabezado por el irascible Puigdemont que ya no tolera ni discrepancias de parte de su núcleo duro, ni siquiera de alguien que llegó a sugerir que iría a la cárcel para defender el “procés”.
Puede que como Aylan Kurdi (el niño sirio que murió ahogado en septiembre junto a la playa turca de Bodrun) haya muchos, decenas, cientos, quizá miles, pero su poder simbólico es único, exclusivo y motivador
Hace unas fechas se publicó el ranking de universidades del mundo y España, una vez más, no ha salido nada bien parada. Elaborado por la Academic Ranking of World Universities (ARWU), es más conocida como la “Lista Shangai”
“a cualquier cosa llaman chocolate”, alude al escaso valor real de algo que previamente ha sido ornado y alabado por presuntos expertos. Muchos temas peliagudos y manidos acaban en agua de borrajas pese a ser muy comentados por su falta de calado y fondo.
Rajoy, en su comparecencia en la Audiencia Nacional como testigo, en todo momento ha cumplido el guión ensayado junto a sus asesores legales, que le han marcado lo que debía decir, lo que debía de ocultar y cómo debía ejecutarlo para resultar creíble pero, sobre todo, verosímil.
Parece que es tal la decisión del entramado secesionista encabezado por el irascible Puigdemont que ya no tolera ni discrepancias de parte de su núcleo duro, ni siquiera de alguien que llegó a sugerir que iría a la cárcel para defender el “procés”.
Puede que como Aylan Kurdi (el niño sirio que murió ahogado en septiembre junto a la playa turca de Bodrun) haya muchos, decenas, cientos, quizá miles, pero su poder simbólico es único, exclusivo y motivador