Obviamente, esta reforma está contando ya con la oposición brutal de la derecha mediática mexicana y también de su vecino Estados Unidos. El gigante norteamericano sabe perfectamente que, hasta ahora, los jueces mexicanos, controlados en su mayoría y durante siete décadas por un partido cipayo como es el PRI, siempre iban a trabajar para sus intereses económicos. De hecho, ya se ocupó bien el poder judicial mexicano de tumbar la reforma energética de López Obrador con la que pretendía recuperar la soberanía sobre los recursos básicos del país en detrimento de las grandes multinacionales estadounidenses y europeas.
La derecha de hace cien años, de vuelta como si nada hubiera pasado, impulsada por la propaganda masiva de la que inundan sus ochocientosmil medios de comunicación y todas sus redes sociales.