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El Partido Socialista sacrificará su res más preciada en un vano intento de ganar una batalla cuya derrota nos fue anunciada ayer. La vieja guardia de Ferraz no quiere oír hablar de primarias, pues creen no estar en condiciones de fortaleza mental para afrontarlas tras el varapalo del domingo. Temen luchas internas que dinamiten la confianza. ¿La confianza de quién? ¿Del electorado? Mi pregunta es, ¿acierta el PSOE con esta decisión?