En principio diría que no se debería aplicar tales impuestos sobre las sucesiones. Es totalmente razonable que lo que uno ha ganado puede legarlo como bien disponga.
Sin embargo, leer argumentos como evitar concentrar la riqueza (que suele conllevar el poder) dan para repensarlo. Siguiendo este espíritu, el estado debería intervenir aplicando ese impuesto pero, como siempre, ser justo con todos requiere encaje de bolillos.
Para esto, haciendo notar la diferencia entre legado y herencia, la idea mencionada en #90 me hace pensar en una aproximación a la solución consistente en aplicar el gravamen sobre la herencia recibida por una sola persona y no sobre el legado.
Para empezar, este gravamen tendría un umbral hasta el cual quedaría exento y a partir del cual, por tramos u otros modos progresivos, no se librara de los impuestos. La motivación para hacer esto es que se forzaría a diluir los grandes legados dividiéndolos en múltiples herencias si se quieren evitar las retenciones.
Ese umbral seria dependiente de ciertos indicadores económicos (salario mínimo se me ocurre de primeras) pero siempre con la idea de que lo recibido permita una vida digna (o hasta cierto punto holgada) pero nunca una vida "a todo tren".
Mientras se busca una buena solución, lo que si que haría de primeras es no aplicar impuestos, pero con la condición de que se declare todo. Por contra, si terminan aflorando bienes ocultos, estos automáticamente se reclamarían como sanción.
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#18 Eso me lleva a pensar que Bilbao pudo surgir de Teruel.