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En mi artículo El tabú de la violencia en la pareja intenté demostrar cómo hay dos mitos en la sociedad en torno a la violencia de pareja que carecen de fundamento: el primero es que la violencia de pareja es algo prácticamente exclusivo que sufre la mujer, el segundo es que la causa de esta violencia es el machismo. En el artículo intenté demostrar que la violencia que sufren ambos miembros de la pareja es simétrica en cuanto a cantidad (pero no en cuanto a gravedad de lesiones, pues el hombre tiene mayor capacidad que la mujer para producir lesiones de gravedad en ella que al revés), por otro lado, también intenté demostrar que las causas de la violencia en la pareja son similares y están relacionadas con la pobreza, bajo nivel educativo, experiencias de maltrato en la infancia, alcohol y drogas, bajo control de la ira, etc. Hoy trataré de ampliar esta línea de investigación analizando la violencia que hay en el seno de las parejas homosexuales (gais y lesbianas) y bisexuales.Para comenzar a documentarme, retomé la que es la mayor revisión existente en materia de violencia doméstica, para centrarme en el apartado Partner Abuse in Ethnic Minority and Gay, Lesbian, Bisexual, and Transgender Populations, que el otro día no analicé en el artículo sobre la violencia en las parejas heterosexuales. Sin embargo, cuando accedo al manuscrito de esta categoría, me encuentro la siguiente advertencia:Los estudios sobre minorías sexuales deben interpretarse con extrema cautela. Varios de los estudios utilizaron medidas no estandarizadas y no se utilizó una definición coherente de orientación sexual en todos los estudios. Se trata de limitaciones metodológicas que dificultan la extracción de conclusiones firmes.Tomando en cuenta esta advertencia, el resumen de la página de la investigación concluye con respecto a la violencia en las parejas LGTB que: Poblaciones LGBT: tasas generales más altas en comparación con las poblaciones heterosexuales.Hallazgos inconsistentes con respecto a las diferencias de PV (violencia en la pareja) entre subgrupos del mismo sexo.Los factores de riesgo para los grupos LGBT incluyen la discriminación y la homofobia internalizada.Para continuar mi investigación recurro a esta otra revisión del 2015 que considero más completa. En ella dicen los autores (Recordad IPV es violencia de pareja):Para la revisión actual, los autores identificaron todos los artículos empíricos publicados (n 358) escritos en inglés, haciendo referencia a cualquier forma de IPV (violencia en la pareja) y al estatus de minoría sexual de los participantes, publicados desde 1999, cuando Burke y Follingstad publicaron su revisión exhaustiva de la literatura sobre personas del mismo sexo. De los 358 estudios de la literatura en inglés, descartaron 208, debido a que no cumplían alguna de las siguientes categorías:· Presentar análisis para participantes de minorías sexuales separados de los participantes de minorías no sexuales (n 32) · Presentar análisis para IPV por separado de otras formas de violencia interpersonal (n 9)· Medir experiencias de IPV específicamente (p. ej., excluimos los artículos que midieron las percepciones de IPV) (n 22) · Presentar datos originales (n 123) · Incluir muestras de culturas occidentales (n 22).Además, otros 51 artículos fueron excluidos porque eran duplicados de artículos obtenidos previamente. Y, por último, otros 3 fueron excluidos por centrarse exclusivamente en transexuales/transgénero que no mencionaban su orientación sexual.Por tanto, los estudios que pasaron el corte final y se analizaron fueron un total de 96. Pasando al plano del análisis, el resumen del documento nos dice lo siguiente:El CDC (Centers for Disease Control and Prevention) publicó algunos de los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Violencia Sexual y de Pareja Íntima, que documentó que las tasas de prevalencia a lo largo de la vida de IPV (incluida la victimización física, sexual y por acoso, pero no la victimización psicológica) ocurrieron en tasas similares o más altas entre las personas adultas LGB identificadas (mujeres bisexuales: 61,1%; mujeres lesbianas: 43,8%; hombres bisexuales: 37,3%; hombres gais: 26,0%) que entre los adultos heterosexuales (mujeres: 35,0%; hombres: 29,0%) (Walters, Chen y Breiding , 2013). Cuando solo se considera la violencia física severa por parte de una pareja íntima (p. Ej., golpeado con el puño), las tasas de prevalencia nuevamente fueron similares o más altas para los adultos LGB (mujeres bisexuales: 49,3%; mujeres lesbianas: 29,4%; hombres homosexuales: 16,4%) que para los adultos heterosexuales (mujeres: 23,6%; hombres: 13,9%). (…) Messinger también documentó que las mujeres de minorías sexuales tenían más probabilidades de ser víctimas de IPV sexual, seguidas de las mujeres heterosexuales, los hombres de minorías sexuales y los hombres heterosexuales. Además, las personas bisexuales tenían más probabilidades de ser victimizadas que todos los demás grupos, y las mujeres bisexuales tenían más probabilidades de ser victimizadas que los hombres bisexuales por todas las formas de IPV, excepto la IPV psicológica.Una aclaración: cuando vemos la cifra de hombres y mujeres bisexuales, no significa que la perpetración de violencia haya de ser de un miembro del mismo sexo. De hecho, el artículo cita 2 estudios con respecto a este tema y aclara lo siguiente:Dos estudios que utilizaron muestras representativas a nivel nacional han intentado explorar más de cerca el sexo de las víctimas y los perpetradores de IPV entre las personas LGB. Walters y col. (2013) encontraron que la mayoría de las mujeres bisexuales y heterosexuales informaron solo de los perpetradores masculinos de IPV (es decir, que no habían sido abusadas por sus parejas femeninas), y que la mayoría de los hombres bisexuales y heterosexuales informaron solo de mujeres perpetradoras de IPV (es decir, que no habían sido abusado por parejas masculinas).Es decir, según estos dos estudios, en las parejas bisexuales la mayor parte de la violencia que sufre cada miembro de la pareja fue perpetrada por parte del miembro del otro sexo. En resumen, el estudio concluye lo siguiente:La investigación indica que las tasas de VPI son iguales o más altas entre las personas LGB que entre las personas heterosexuales. Estas tasas aumentadas pueden atribuirse a factores de riesgo adicionales relacionados con el estrés de las minorías que las personas heterosexuales no experimentan, así como a una mayor incidencia de factores de riesgo compartidos entre las personas LGB (p. Ej., mayor consumo de sustancias entre las personas LGB en comparación con las personas heterosexuales debido al estrés de las minorías), todos los cuales se analizan en la siguiente sección.Aquí una imagen-resumen cortesía de @jmgs_es de la victimización con gráficos proporcionales al número de parejas en cada orientación sexual (Advertencia: recordad que, como dijimos, en las parejas bisexuales la mayor tasa de perpetración es producida por miembros del otro sexo):Por último, relativo a los factores de riesgo de ser víctima de violencia en la pareja, el estudio cita los siguientes, pero antes me gustaría compartir la advertencia del estudio: Es importante tener en cuenta que todos los estudios que examinan los correlatos de victimización y perpetración de IPV entre personas LGB son transversales; por lo tanto, se desconoce hasta qué punto estas variables son verdaderos factores de riesgo que preceden a la perpetración, victimización y los resultados asociados con la victimización por IPV. Además, debido a la frecuente falta de un grupo de comparación heterosexual, se desconoce en gran medida hasta qué punto los correlatos de victimización y perpetración de IPV son moderados por el estado de orientación sexual. En otras palabras, se desconoce hasta qué punto algunos factores de riesgo pueden ser más o menos importantes para las personas LGB que para las personas heterosexuales. Además, con la frecuente falta de un grupo de comparación heterosexual, es imposible probar los mecanismos explicativos de por qué las personas LGB pueden demostrar tasas más altas de IPV que las personas heterosexuales. En uno de los pocos estudios para examinar los mecanismos subyacentes en las discrepancias en la tasa de prevalencia entre personas LGB y heterosexuales, Reisner, Falb, Van Wagenen, Grasso y Bradford (2013) encontraron que las tasas más altas de VPI entre las minorías sexuales podrían ser explicado por las diferencias en el abuso de sustancias para los hombres pero no para las mujeres.Dicha esta advertencia, los factores de riesgo para ser víctima son: Estatus de minoría racial, estatus socioeconómico más bajo, edad más joven, sordo o con problemas de audición, uso / abuso / dependencia de sustancias, baja autoestima, comportamiento sexual de riesgo, actitudes de culpabilidad de la víctima, falta de poder en las relaciones, ansiedad por el apego, VIH, abuso infantil, presencia de violencia en la pareja en la niñez, victimización en redes de pares, problemas de salud física y psicológica, historial de trabajo sexual y antecedentes de encarcelamiento.Podemos comprobar cómo muchos de estos factores coinciden con los mencionados en el anterior artículo en las parejas heterosexuales. No obstante, 4 estudios señalan factores exclusivos de personas LGB. P. ej., “salir del armario” y la “homofobia internalizada”, se relacionaron con un mayor riesgo de victimización física y psicológica en aquel y física y sexual en este.Por otro lado, la revisión también nos indica por qué las personas LGB tienen tasas más altas de perpetración de violencia en la pareja: Las tasas son más altas porque las personas LGB generalmente experimentan más y mayores niveles de factores de riesgo que las personas heterosexuales.Algunos estudios documentan los motivos autoinformados para la perpetración de violencia en la pareja:Taylor, Oram y Landolt (2006) encontraron que la violencia de pareja entre hombres homosexuales y bisexuales resulta más a menudo de la resolución de conflictos y el miedo al apego en lugar del poder y el control.Fortunata y Kohn (2003) documentaron que la autodefensa fue reportada como un motivo de IPV entre el 8% de su muestra de perpetradoras de IPV lesbianas, consistente con informes generalmente bajos de autodefensa como motivo de IPV entre participantes heterosexuales.Aquí concluye el análisis a esta revisión. Retomando las 2 premisas del inicio del artículo, y en vista de los datos arrojados por el análisis que acabábamos de realizar, no podemos afirmar que la violencia en la pareja se circunscriba a una única dirección (de hombre a mujer), sino que los datos apuntan a que se da en múltiples direcciones (de hombre a hombre, de mujer a mujer, de hombre a mujer y de mujer a hombre). Tampoco podemos afirmar que la causa de la violencia en parejas sea el machismo, sino más bien un cúmulo de factores que ya mencionamos (pobreza, drogas, baja autoestima, etc.). Pensar de otro modo supondría tener que hacer malabarismos mentales para poder cuadrar con una teoría determinada estos hechos.En este artículo, el psiquiatra Pablo Malo realiza la siguiente analogía para explicitar el problema de atribuir al machismo o “al hecho de ser mujer” como causa fundamental de la violencia de pareja:La violencia en parejas homosexuales, en principio, se sale de este guion ya que es violencia ejercida por hombres sobre hombres o por mujeres sobre mujeres. Para entender el problema, voy a hacer una analogía. El racismo consiste en la ideología que defiende la superioridad de una raza sobre otra, o sobre otras. La violencia del Ku Klux Klan, por ejemplo, es racista porque se basa en esa ideología. Pues bien, querer explicar con el machismo la violencia en parejas homosexuales (se la suele denominar también violencia intragénero) supone un problema parecido, a mi modo de ver, a querer explicar la violencia de un blanco contra otro blanco o de un negro contra otro negro con el racismo. Algo complicado. Sin embargo, para poder salvar este gran escollo, se puede acudir a un contorsionismo argumental como el que cita Malo:Ante este problema cabe una primera solución que sería separar ambas violencias, decir que la violencia intragénero (gay y lésbica) no tiene nada que ver con la de género y problema solucionado. Pero esto tiene un inconveniente considerable que consiste en que el estudio de la violencia intragénero encontraría una serie de causas multifactoriales para explicarla, causas que también se dan en la violencia de género, y que pondrían en jaque todo su edificio teórico. El feminismo tendría que defender que las explicaciones encontradas para la violencia intragénero no se aplican a la de género, cosa francamente difícil siendo iguales. Así que la otra vía que queda es decir que la violencia intragénero es una variedad de violencia de género y que son las mismas bases del sistema patriarcal machista las que también propician la violencia entre homosexuales.En otras palabras, ante la evidencia de los datos científicos, a los defensores de estas teorías solo les queda o bien negar estos datos, o bien, si los aceptan, recurrir a su propia base teórica (el sistema patriarcal machista) para justificar su prevalencia. Pablo Malo cita a Carlos García (autor que se sitúa dentro de la teoría feminista) que realiza esta defensa:Yo voy a comentar dos argumentos entrelazados que maneja Carlos García en su libro “La Huella de la Violencia en Parejas del Mismo Sexo”, autor que se sitúa dentro de la teoría feminista. El primer movimiento es decir que la violencia de pareja no consiste tanto en una violencia de hombres sobre mujeres sino en una violencia de lo “masculino” sobre lo “femenino”. Es decir, movemos la cuestión del sexo al género: el rechazo del patriarcado no se produce sobre la mujer sino sobre todo lo considerado femenino. Cuando le planteas este problema a la gente de la calle, lo primero que suele decir son cosas del estilo de “las mujeres homosexuales asumen el rol masculino y los gays el femenino” “los homosexuales tienden a tener el rol del sexo contrario” y otras cosas por el estilo con lo que se da por zanjado el asunto. Si queréis saber acerca del debate sexo/género, os dejo el enlace a un Sobre el debate sexo/género