En una conferencia de este mes, las mujeres hablaban de "salir del armario" y de ser abiertas con sus familias. Pero el tema no era la sexualidad. De lo que las mujeres asistentes a la tercera conferencia de ‘Mujeres en el Secularismo’ estaban hablando era de ser ateas. Algunas crecieron como católicas, otras como judías y protestantes-, pero casi todas describieron el camino de reconocer el ateísmo primero a sí mismas, a continuación a sus seres queridos. Hacerlo público fue el último, y a menudo el paso más doloroso.
Cualquier persona que abandona una comunidad fuertemente unida y basada en creencias corre el riesgo de decepcionar a los padres, enfrentarse al rechazo de amigos y familiares, y de acusaciones de auto-odio. El proceso puede ser especialmente difícil y producir aislamiento para las mujeres que han crecido musulmanas, y que a veces son acusadas de tratar de asimilarse en una cultura occidental que las desprecia.
"Fue increíblemente doloroso. "Durante toda mi vida, mi identidad era ser una buena mujer musulmana" dijo la joven de 26 años Heina Dadabhoy, durante un debate llamado "Mujeres abandonando la Religión", que también contó con tres ex-cristianas y la novelista Rebecca Newberger Goldstein, judía anteriormente observante.
Dadabhoy, que desarrolladora web en el Condado de Orange, California, y que a menudo da charlas sobre dejar el Islam, dijo que la parte más difícil del proceso fue abrirse a su familia.
"La forma en lo que le vieron fue que yo les estaba dando la espalda a ellos", dijo Dadabhoy. Sus padres la acusaron de pensar que ella era mejor que sus abuelos y otros antepasados. "¿Crees que lo que tienes es mejor que lo que tenemos? Tú te has creído que eres como esa gente blanca", les recuerda diciendo.
Hay pocos modelos a seguir para los ex-musulmanes, y aunque en la historia de la religión hay algunos escépticos notables, muy pocos de ellos son mujeres. Hoy en día, las feministas musulmanas como Irshad Manji y Amina Wadud defienden actitudes más liberales hacia las mujeres en el Islam, pero ninguna ha abandonado la fe. Y muchos ateos se resisten a identificarse con Ayaan Hirsi Ali, estadounidense de origen somalí (que vino a través de los Países Bajos), cuya crítica vehemente al Islam es vista como dura incluso por muchos otros ateos.
Un grupo que busca llenar ese vacío es ‘Ex-musulmanes de América del Norte’, que contaba con una mesa informativa en la sala de exposiciones. Los miembros del grupo, fundado el año pasado en Washington y Toronto, reconocen que sus esfuerzos pueden parecer radicales para algunos, y toman precauciones para la admisión de nuevos miembros. Las personas interesadas en formar parte de son entrevistados en persona antes de que se les dice donde se celebrará la próxima reunión. El grupo ha crecido rápidamente a cerca de una docena de oficinas en ciudades como Boston, Chicago, Houston, Nueva York y San Francisco.
Uno de los fundadores del grupo que se encontraba en la conferencia, Sadaf Ali, una afgano-canadiense de 23 años, dijo que en su día ella fue "un musulmana bastante practicante."
Cuenta que durante su infancia "Yo siempre fui bastante desafiante." A medida que crecía, ella tuvo que batallar con la depresión, y pensó que rezar más y leer el Corán ayudaría. Se hizo más religiosa y ansió la vida tradicional. "Pensé que mi vida ya estaba resuelta para mí: casarme, tener hijos", dice Ali. "Quizás podría ir a la escuela. Tendría una vida muy doméstica. Eso es lo que había hecho mi familia, lo que hicieron mis antepasados”.
Pero como estudiante universitario, sus sentimientos empezaron a cambiar.
"Cuando comencé a investigar la religión, me di cuenta de que estaba hablando conmigo mismo", dijo Ali. "Nadie me escuchaba. Acababa de entrar en la Universidad de Toronto, y el pensamiento crítico era gran parte de mis estudios. Tenía historia del arte y escritura como conocimientos, y me di cuenta de que todos los versos que había leído"- en el Corán - "eran explícita o implícitamente sexistas".
Rápidamente, su fe se derrumbó.
"Así que, en 2009, me di cuenta de que probablemente no hay Dios", dijo. "¿Qué hay de malo en tener un novio, o tener relaciones sexuales antes del matrimonio? ¿Qué hay de malo en querer comer y beber agua antes de que el sol se esconda durante el Ramadán? ¿Qué tiene de malo eso? Ya no podía soportar la disonancia cognitiva más".
Durante los próximos tres años, la joven Ali se vio a sí misma como una agnóstica. Dejó de practicar el Islam. Todavía tenía amigos musulmanes, y su hermano se casó con una familia musulmana religiosa. Poco a poco, los amigos y los parientes más jóvenes se percataron de las cosas. "No parecía importarles que yo no fuera musulmana", dice Ali. "Pero no fui por ahí a contárselo a mis padres."
Al final, sus padres oyeron hablar de ello.
"Estaban muy molestos, ya que creen en un infierno eterno", cuenta Ali. "Ellos se muestran bien conmigo en la mayoría de los aspectos", agregó, "Pero no hablamos mucho más sobre ello, lo que no está mal."
Los miembros de ‘Ex –musulmanes’ insisten en que se respete el derecho de los otros a practicar el Islam. El lema del grupo es "No fanatismo y No Apología", y el texto en su sitio web es inclusivo: "Entendemos que los musulmanes vienen en todas las variedades, y nosotros no participaremos en la eliminación de la diversidad en los musulmanes del mundo"
Pero son igualmente firmes en que todavía es muy difícil para los musulmanes inclinados al ateísmo a seguir su pensamiento en las que puede dar lugar. Mientras que los cristianos escépticos o judíos pueden refugiarse en las alas reformistas de su tradición, los musulmanes religiosos en general, insisten en la verdad literal del Corán.
"Yo diría que tal vez es el 0,1 % los que están dispuestos a cuestionar los fundamentos de la fe", dijo Nas Ismael, otro de los fundadores del grupo de ex-musulmanes que asistieron a la conferencia.
Así que los que lo hacen y cuestionan esos cimientos pueden sentirse aislados. Según la joven Ali y sus colegas en ‘Ex-musulmanes de América del Norte’, con frecuencia escuchan de otros, que dicen: "Pensé que era el único."
Cuando Heina Dadabhoy "salió del armario" con sus padres "no fue demasiado bien", dice. "Reaccionaron de la manera que sabían, poniéndose locos. Nunca habían oído hablar de nadie que dejara el Islam. Nos criaron con la idea de que no se puede salir, que nadie puede salir. Dejar el Islam era algo que solo alguien muy enloquecido haría… o de forma obligada, a punta de espada o punta de pistola".
Los críticos la han acusado de ser parte de una conspiración sionista para hacer que el Islam se vea mal. "Yo digo, 'Si lo estoy, ¿dónde está mi cheque?'", dice con gracia.
Durante un tiempo, los padres de Dadabhoy la llevaron a los imanes, con la esperanza de persuadirla de su apostasía. "Y ellos me daban más creencias tautológicas", recuerda. "'Usted está bendecida por haber nacido en el Islam.' Y yo decía: 'Pero si yo hubiera nacido un cristiana, usted estaría diciendo lo mismo, pero para el cristianismo.’" En una ocasión me pasé cuatro horas hablando con este imam, y su conclusión fue: ‘Simplemente tenga fe, porque usted debe tener fe.'"
En este punto, la ausencia de fe en la joven Dadabhoy era tan ineluctable como la fe del imán: "No es que no lo crea, por lamentable que suene, es que no puedo hacerlo”
En una conferencia de este mes, las mujeres hablaban de "salir del armario" y de ser abiertas con sus familias. Pero el tema no era la sexualidad. De lo que las mujeres asistentes a la tercera conferencia de ‘Mujeres en el Secularismo’ estaban hablando era de ser ateas. Algunas crecieron como católicas, otras como judías y protestantes-, pero casi todas describieron el camino de reconocer el ateísmo primero a sí mismas, a continuación a sus seres queridos. Hacerlo público fue el último, y a menudo el paso más doloroso.
Cualquier persona que abandona una comunidad fuertemente unida y basada en creencias corre el riesgo de decepcionar a los padres, enfrentarse al rechazo de amigos y familiares, y de acusaciones de auto-odio. El proceso puede ser especialmente difícil y producir aislamiento para las mujeres que han crecido musulmanas, y que a veces son acusadas de tratar de asimilarse en una cultura occidental que las desprecia.
"Fue increíblemente doloroso. "Durante toda mi vida, mi identidad era ser una buena mujer musulmana" dijo la joven de 26 años Heina Dadabhoy, durante un debate llamado "Mujeres abandonando la Religión", que también contó con tres ex-cristianas y la novelista Rebecca Newberger Goldstein, judía anteriormente observante.
Dadabhoy, que desarrolladora web en el Condado de Orange, California, y que a menudo da charlas sobre dejar el Islam, dijo que la parte más difícil del proceso fue abrirse a su familia.
"La forma en lo que le vieron fue que yo les estaba dando la espalda a ellos", dijo Dadabhoy. Sus padres la acusaron de pensar que ella era mejor que sus abuelos y otros antepasados. "¿Crees que lo que tienes es mejor que lo que tenemos? Tú te has creído que eres como esa gente blanca", les recuerda diciendo.
Hay pocos modelos a seguir para los ex-musulmanes, y aunque en la historia de la religión hay algunos escépticos notables, muy pocos de ellos son mujeres. Hoy en día, las feministas musulmanas como Irshad Manji y Amina Wadud defienden actitudes más liberales hacia las mujeres en el Islam, pero ninguna ha abandonado la fe. Y muchos ateos se resisten a identificarse con Ayaan Hirsi Ali, estadounidense de origen somalí (que vino a través de los Países Bajos), cuya crítica vehemente al Islam es vista como dura incluso por muchos otros ateos.
Un grupo que busca llenar ese vacío es ‘Ex-musulmanes de América del Norte’, que contaba con una mesa informativa en la sala de exposiciones. Los miembros del grupo, fundado el año pasado en Washington y Toronto, reconocen que sus esfuerzos pueden parecer radicales para algunos, y toman precauciones para la admisión de nuevos miembros. Las personas interesadas en formar parte de son entrevistados en persona antes de que se les dice donde se celebrará la próxima reunión. El grupo ha crecido rápidamente a cerca de una docena de oficinas en ciudades como Boston, Chicago, Houston, Nueva York y San Francisco.
Uno de los fundadores del grupo que se encontraba en la conferencia, Sadaf Ali, una afgano-canadiense de 23 años, dijo que en su día ella fue "un musulmana bastante practicante."
Cuenta que durante su infancia "Yo siempre fui bastante desafiante." A medida que crecía, ella tuvo que batallar con la depresión, y pensó que rezar más y leer el Corán ayudaría. Se hizo más religiosa y ansió la vida tradicional. "Pensé que mi vida ya estaba resuelta para mí: casarme, tener hijos", dice Ali. "Quizás podría ir a la escuela. Tendría una vida muy doméstica. Eso es lo que había hecho mi familia, lo que hicieron mis antepasados”.
Pero como estudiante universitario, sus sentimientos empezaron a cambiar.
"Cuando comencé a investigar la religión, me di cuenta de que estaba hablando conmigo mismo", dijo Ali. "Nadie me escuchaba. Acababa de entrar en la Universidad de Toronto, y el pensamiento crítico era gran parte de mis estudios. Tenía historia del arte y escritura como conocimientos, y me di cuenta de que todos los versos que había leído"- en el Corán - "eran explícita o implícitamente sexistas".
Rápidamente, su fe se derrumbó.
"Así que, en 2009, me di cuenta de que probablemente no hay Dios", dijo. "¿Qué hay de malo en tener un novio, o tener relaciones sexuales antes del matrimonio? ¿Qué hay de malo en querer comer y beber agua antes de que el sol se esconda durante el Ramadán? ¿Qué tiene de malo eso? Ya no podía soportar la disonancia cognitiva más".
Durante los próximos tres años, la joven Ali se vio a sí misma como una agnóstica. Dejó de practicar el Islam. Todavía tenía amigos musulmanes, y su hermano se casó con una familia musulmana religiosa. Poco a poco, los amigos y los parientes más jóvenes se percataron de las cosas. "No parecía importarles que yo no fuera musulmana", dice Ali. "Pero no fui por ahí a contárselo a mis padres."
Al final, sus padres oyeron hablar de ello.
"Estaban muy molestos, ya que creen en un infierno eterno", cuenta Ali. "Ellos se muestran bien conmigo en la mayoría de los aspectos", agregó, "Pero no hablamos mucho más sobre ello, lo que no está mal."
Los miembros de ‘Ex –musulmanes’ insisten en que se respete el derecho de los otros a practicar el Islam. El lema del grupo es "No fanatismo y No Apología", y el texto en su sitio web es inclusivo: "Entendemos que los musulmanes vienen en todas las variedades, y nosotros no participaremos en la eliminación de la diversidad en los musulmanes del mundo"
Pero son igualmente firmes en que todavía es muy difícil para los musulmanes inclinados al ateísmo a seguir su pensamiento en las que puede dar lugar. Mientras que los cristianos escépticos o judíos pueden refugiarse en las alas reformistas de su tradición, los musulmanes religiosos en general, insisten en la verdad literal del Corán.
"Yo diría que tal vez es el 0,1 % los que están dispuestos a cuestionar los fundamentos de la fe", dijo Nas Ismael, otro de los fundadores del grupo de ex-musulmanes que asistieron a la conferencia.
Así que los que lo hacen y cuestionan esos cimientos pueden sentirse aislados. Según la joven Ali y sus colegas en ‘Ex-musulmanes de América del Norte’, con frecuencia escuchan de otros, que dicen: "Pensé que era el único."
Cuando Heina Dadabhoy "salió del armario" con sus padres "no fue demasiado bien", dice. "Reaccionaron de la manera que sabían, poniéndose locos. Nunca habían oído hablar de nadie que dejara el Islam. Nos criaron con la idea de que no se puede salir, que nadie puede salir. Dejar el Islam era algo que solo alguien muy enloquecido haría… o de forma obligada, a punta de espada o punta de pistola".
Los críticos la han acusado de ser parte de una conspiración sionista para hacer que el Islam se vea mal. "Yo digo, 'Si lo estoy, ¿dónde está mi cheque?'", dice con gracia.
Durante un tiempo, los padres de Dadabhoy la llevaron a los imanes, con la esperanza de persuadirla de su apostasía. "Y ellos me daban más creencias tautológicas", recuerda. "'Usted está bendecida por haber nacido en el Islam.' Y yo decía: 'Pero si yo hubiera nacido un cristiana, usted estaría diciendo lo mismo, pero para el cristianismo.’" En una ocasión me pasé cuatro horas hablando con este imam, y su conclusión fue: ‘Simplemente tenga fe, porque usted debe tener fe.'"
En este punto, la ausencia de fe en la joven Dadabhoy era tan ineluctable como la fe del imán: "No es que no lo crea, por lamentable que suene, es que no puedo hacerlo”