Cuando uno creía que la desfachatez y la sinvergonzonería del rey emérito ya había llegado a la cima; cuando uno creía que un personaje como él, que toda su vida ha estado, y todavía sigue y seguirá hasta el último día de su vida, viviendo por encima de la ley; un ser sin escrúpulo, decencia ni vergüenza alguna, que ha gozado de la más total y absoluta, y también increíble, libertad para hacer en todo momento lo que ha querido, cualquier cosa, cualquier delito, arbitrariedad, quebrantamiento, abuso o fechoría que se le ha pasado por la cabeza