Protestas, todas. Boicots, ninguno. Precisamente en Bilbao, como ciudad más importante y representativa del País Vasco, saben como en ningún otro sitio lo que se sufrió en los llamados años de plomo del terrorismo etarra. Más de ochocientos muertos, miles de heridos y desplazados y una sociedad fracturada, simplificando mucho y con respeto, por una disputa identitaria. A nadie se le ocurrió cancelar al Athletic, o a la Real, o al Barakaldo.