
Hoy han dejado de funcionar todas las Apps móviles de menéame que hacen uso de la API. Para quien no este al tanto una API es una biblioteca de métodos y funciones que se ofrece para que otro software pueda hacer uso de ellas. Tener una API engrandece a una plataforma como menéame, que permite crear una diversidad de proyectos alrededor de este, enriqueciendo la experiencia de usuario y fortaleciendo menéame como marca y comunidad.
En total son mas de 15.000 usuarios los que accedían por este método. Algunos de nosotros accedemos a menéame con el móvil y preferimos ir a tiro hecho a través de una aplicación. Yo he sido el creador de una de estas apps y aunque últimamente la tenia un poco abandonada, fue un proyecto personal con el que aprendí a programar apps y ofrecer una experiencia distinta al usuario final. No era nada del otro mundo pero le tenía un cariño especial por ser la primera y cuando tenia algún hueco le intentaba agregar alguna mejora.
La Api sigue funcionando, pero se rechaza toda petición o imagen desde las apps, afectando a todas las versiones y todas las app, excepto las que usan Rss. Esto me hace pensar que quizá se haya cambiado algo desde el servidor. ¿Alguien puede arrojar algo de luz?
Hace unos meses en este artículo, se hablaba de que el futuro tecnológico de menéame pasaba por mejorar la api y lanzar una app oficial de menéame. ¿Hay novedades?
PD. Parece que ya está todo en orden! Gracias por la rápida solución!
Un ciudadano americano entra en una tienda de artículos de vapeo con una camiseta de Trump y una gorra de las de "Make America great again". El dependiente trata de expulsarle acusándolo de racista, y el cliente amenaza con llamar a la policía. Entonces pierde los nervios y la discusión se torna agresiva.
www.youtube.com/watch?v=F8y3c_zwCPg
El mismo tipo subió un vídeo momentos después en otro establecimiento similar, donde la dependienta, que afirma ser demócrata liberal, se muestra indignada tras ver el vídeo grabado momentos antes, y atiende al cliente con total amabilidad. Sólo disponible en Facebook.
www.facebook.com/Ian.Furgeson/videos/2049728521750884/
Un ejemplo del ambiente político actual de Estados Unidos, excesivamente polarizado y desquiciado. Próximamente en España.
ACTUALIZACIÓN:
El dependiente ha sido despedido. La tienda para la que trabajaba, Xhale City, emitió un comunicado anunciándolo y pidiendo disculpas. La tienda ha cerrado temporalmente su cuenta de Facebook y Twitter.
Tiene gracia que hace solo unas pocas semanas preguntaba, con cierta vergüenza por no saberlo, que era un strike y justo hace un par de días va y me cae uno por incitación al odio, la verdad que para mi es un progreso ya que hasta ahora siempre había pensado que solo soy capaz de incitar a la risa :)
Durante unos años fui administrador y moderador de un foro con varios miles de usuarios donde, por cierto, era usuaria una moderadora de Menéame con la que hice una buena amistad pero, como suele pasar con estas cosas, fuimos perdiendo el contacto al dejar ambos ese foro. Bueno, esto lo comento porque no seré yo quien me ponga a discutir las normas del sitio ni la actuación de los moderadores, en mi tiempo usé bastantes veces la frase de "Si no te gustan las normas, ahí tienes la puerta", y eso es lo que haré, coger la puerta.
Realmente no se trata de un rebote, solo que si hay compañeros que reportan algo tan tonto como lo que escribí, que tampoco voy a poner el enlace porque no quiero entrar en esa discusión, y hay moderadores que piensan que no debí escribirlo pues, la verdad, es que no me apetece comentar nada más, a mi me gusta escribir las cosas como las siento y no me apetece comportarme como si estuviese en una escuela de señoritas.
Bueno, pues nada más, en unos días daré de baja la cuenta y quería despedirme usando las palabras de mi añorado Douglas Adams, he pasado buenos ratos aquí, he tenido buenas discusiones y he aprendido bastantes cosas. Espero que los compañeros de piel fina disfruten de este espacio seguro que están ayudando a crear y que no se vean "triggereados" por las opiniones de tipos asalvajados como yo.
Un abrazo y, So Long, and Thanks for All the Fish.
Hay un dato de los resultados de las recientes elecciones generales celebradas en España que parece estar pasándose por alto. El número de diputados obtenidos por PSOE, Ciudadanos y Unidas Podemos en conjunto es 222, un número que supone más de los tres quintos de la cámara, mayoría que también tendrían en el Senado. Ambos hechos permiten realizar reformas de la Constitución siempre que no afecten a las partes especialmente protegidas que requieren dos tercios en ambas cámaras además de elecciones generales y referéndum. ¿Acaso no es posible que estos tres partidos se pongan de acuerdo para realizar una gran reforma constitucional que incluya modificaciones de sentido común en las que todo el que quiera una España mejor y más moderna estaría de acuerdo? El PP y Vox no podrían bloquear las reformas, solo forzar la realización de un referéndum.
Ya han pasado las elecciones y, al menos de momento, se ha conjurado el peligro de que la derecha nostálgica de la dictadura nacionalcatólica acceda al poder. En caso contrario, es evidente que había un peligro real de retroceder en temas esenciales para avanzar en el Estado de Derecho y en la modernización de España.
No se ha decidido aún qué gobierno se va a formar. Es evidente que algunos de los temas enarbolados por Pedro Sánchez para ganar las primarias a Secretario general del PSOE corren peligro de caer en el olvido dependiendo de que el gobierno sea PSOE con Ciudadanos, PSOE con Unidas Podemos, o PSOE en solitario.
Debe recordar Pedro Sánchez que debe sus victorias electorales a los sectores más progresistas de sus militantes y de sus posibles votantes. Voy a pensar que, con bastante seguridad, algunos temas serán abordados y resueltos en esta legislatura:
- exhumación de los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos y su traslado a un lugar donde no puedan ser homenajeados por la extrema derecha neofranquista.
- dotación de medios a la ley de memoria histórica para avanzar en la recuperación de los restos de víctimas de la dictadura franquista.
- Aprobación de una Ley de Eutanasia.
- Derogación de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa y su sustitución por una ley de Libertad de Conciencia en la que la ofensa a sentimientos religiosos deje de ser un delito, equiparando el tratamiento de las religiones a todas las demás creencias o ideologías.
- Obligar a la iglesia católica al pago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) por los edificios no dedicados al culto.
- Realizar una lista exhaustiva de inmuebles inmatriculados por la iglesia católica y devolución de todos los que se hubieran adjudicado de manera fraudulenta, de lo cual ya existen abundantes ejemplos.
Pero un auténtico gobierno progresista, que podría darse únicamente si Podemos entrar en el gobierno, debería profundizar mucho más en la Memoria Histórica y en la Laicidad del Estado. En particular, la eliminación de todos los privilegios de la iglesia católica pasa por la denuncia y posterior derogación de los acuerdos con el Vaticano, negociados por las autoridades surgidas del franquismo y aprobados subrepticiamente, a espaldas del pueblo, tras la promulgación de la constitución del 78. Una operación cuya justificación es la ambigua redacción de texto fundamental que, por un lado, declara aconfesional el estado, y por otro, le obliga a ser confesional en la práctica. Esta derogación de los acuerdos con la jerarquía católica romana aparecía entre los objetivos de Pedro Sánchez, pero se ha desvanecido últimamente tanto del programa del PSOE como de la campaña electoral.
Cabe plantearse objetivos más ambiciosos, pero que ya obligarían a reformar la Constitución para eliminar todos los restos de la dictadura franquista que los poderes políticos y militares de la época obligaron a dejar registrados en su redacción. En particular, la Monarquía Borbónica. La evolución positiva del sentimiento republicano y la creciente secularización de la sociedad hacen que debamos ser optimistas, pero aún hace falta algo de tiempo.
Salud.
En vez de atender a los economistas modernos, vamos a darnos una vuelta hoy por un antiguo debate, aunque las circunstancias posteriores hicieron que uno de ellos abandonara el ring por razones ajenas a sus postulados. O no tan ajenas. Pero esa es otra historia.
Keynes afirmaba que la liberalización del mercado de trabajo y el abaratamiento del despido generaría siempre más riqueza y más empleo. Cuando el patrón sabe que puede desprenderse en cualquier momento de los trabajadores sobrantes, no es reacio a contratar más cuando lo necesita. Esto hace que exista, en cualquier momento, un porcentaje superior de gente trabajando, que es gente recibiendo un salario y gente consumiendo, lo cual hace crecer la demanda, la economía y la producción, generando un círculo virtuoso de prosperidad para todos. O Dicho de otro modo: si el despido es costoso, aunque necesites nueve te arreglas con ocho, y ese tipo que se queda en la calle no está cobrando un salario. Eso, multiplicado por millares de empresas, puede aumentar el desempleo hasta un tres o un cuatro por ciento, lo que podría evitarse con la liberalización del factor trabajo, que sería beneficiosa para todos.
Schacht no negaba la realidad de ese mecanismo, pero introducía un matiz: si el despido se facilita, los trabajadores se sentirán inseguros, lo que los retraerá de consumir, especialmente bienes de valor alto, porque preferirán ahorrar una parte mayor de su renta. Y no sólo se retraerá un tres o un cuatro por ciento de los trabajadores, sino que todos estarán inseguros y todos se echarán para atrás por ese factor miedo. Así, el abaratamiento del despido producirá más miedo, menos demanda, menos consumo y por tanto, recesión, desempleo, menos producción y países que a medio plazo se van al carajo en una espiral de reducción de su economía.
El combate continúa. Sus apuestas, señores
Hoy en el diario El Mundo nos encontramos con esta noticia: "La guerra de los drones". En este interesante artículo nos dicen que:
"[...]la posibilidad de comprar drones comerciales baratos otorga a muchos grupos armados una gama de capacidades con las que no podrían haber soñado hace tan solo unos años. Tales drones se pueden usar como misiles guiados rudimentarios o para soltar pequeñas municiones"
Y la verdad es que se quedan cortos. Sin duda lo próximo que veremos (en quizás una década) será la posibilidad de que grupos terroristas (y grupos armados humildes en general) sean capaces de dotar a estos drones de IA (también barata, ya que lo caro en este caso es investigar, descubrir y entrenar los modelos neuronales que luego pueden clonarse casi gratis).
Esta IA podría reconocer y buscar activamente objetivos muy concretos: personas particulares de especial interés táctico (presidentes de gobierno dando mítines, celebridades religiosas o de cualquier otro tipo, etc), objetivos militares muy concretos y escondidos (adentrándose por poner un ejemplo en la sala de misiles de un portaaviones y haciendo saltar por los aires al mismo con un simple disparo, etc.); y por supuesto lo peor de todo, objetivos terroristas. Imaginad lo que podrán hacer esos bestias soltando un dron en una gran ciudad el cual tenga programado la simple tarea de buscar personas y dispararles mientras les aguante la batería. Un dron capaz de llegar a baja altura, esquivar edificios y otros obstáculos, buscar nuevos objetivos cuando no les quede "personas" vivas a la vista...¡y todo sin supervisión humana ni control remoto! Activas desde varios kilómetros de distancia un par de "bichos" de estos y te vas del país mientras ellos hacen su "tarea" (se podrían activar incluso por móvil estando ya el terrorista en otro país).
La IA tiene un potencial destructivo autónomo que en las próximas décadas se verá reflejado en muchos frentes conforme esta IA mejore y sea accesible. Y uno de los frentes más "prometedores" a los que los grupos armados más humildes y los grupos terroristas van a poder acceder será precisamente al de drones simples con modelos neuronales cargados en su sistema.
En el futuro los insurgentes en general no buscarán mártires que se inmolen sino ingenieros y científicos capaces de cargar estos baratos drones con las armas y la autonomía informática necesaria.
Después de colgar en otro apartado este maravilloso texto sobre el fraude, creo que estaría bien darle un pequeño repaso a cual es el principal problema que padece todo lo que es administrado desde el Gobierno o desde una institución pública.
A menudo, y más en foros como este, se dice que esto o aquello debería nacionalizarse, o ser administrado por el Estado. Otros alegan que, cuando se hace semejante cosa, todo funciona mal y acabamos pagando el pato a escote. Puede que ambos tengan su parte de razón, pero como ya conocemos de sobra los incentivos de la iniciativa privada, que son enriquecerse y el que venga detrás que arree, vamos a ver cual es el problema de incentivos que golpe a todo lo público:
El principal es que, en democracia, los administradores públicos reciben los votos de los administrados pero no pagan los gastos. Por esa razón, pro ejemplo, los funcionarios tiene mejores condiciones laborales.
En una negociación laboral del sector público, ¿qué puñetero incentivo tiene el político para negociar con dureza? Él quiere los votos de los funcionarios, pero no les va a pagar de su bolsillo. ¿Por qué demonios les iba a negar una reducción de jornada, días de asuntos propios, moscosos, más vacaciones o lo que sea? ¿Por qué iba a hacer una cosa así cuando su deseo es quedar bien y el coste personal de sus decisiones es cero?
¿Por qué un jefe de servicio va a controlar que los funcionarios a su cargo cumplan el horario o cumplan con las tareas asignadas? ¿Para quedar mal con los compañeros? ¿No es mejor decir que no es posible y exigir más personal? Con eso aumenta su poder (más personas bajo su mando) y tiene a todo el mundo contento y tranquilo. ¿Por qué demonios se iba él a malquistar con la gente con la que trabaja a diario sin ganar nada?
Yo lo he visto en León en diversos servicios municipales. Vive y deja vivir. Si no se podan los árboles ahora, se podarán cuando toque. O nunca. Si la gente no va a trabajar, o llega tarde, el capataz los tapa, el concejal tapa al capataz, y el alcalde al ciudadano. ¿Qué coño importan los putos árboles? ¿Vamos a llevarnos mal por eso? Las bombillas ya se irán cambiando. Las obras de una calle, que deberían llevar un mes, que lleven siete, que total nos van a mandar a otro lado. En el sueldo nos engañarán, pero en el trabajo...
La tragedia de lo publico es que los administradores no se ven perjudicados pro su generosidad con lo que no es suyo, ni por sus malas decisiones. Los bancos públicos, como el ICO, tiene tasas de morosidad muchas veces mayores que los privados porque dan créditos sabiendo que serán incobrables, y lo hacen porque nadie les pedirá cuentas y les importa, sobre todo, quedar bien y cambiar por favor por favor. Las empresas públicas pagan mejores sueldos porque los que los acuerdan no los pagan de su bolsillo.
Lo público cuesta más porque controla significa llevarse mal con alguien, y no vale la pena asumir ese coste a cambio de nada.
La tragedia de lo público es que la combinación de democracia y propiedad común sólo genera incentivos perversos.
Lástima.
Aunque ya no tengo cuenta en menéame, sigo visitando la web a menudo, pues durante estos años le he cogido bastante cariño. Aparte de ideas e informaciones interesantes, aquí he encontrado a gente digna de ser conocida, y he disfrutado de quedadas muy agradables con usuarios como @teleka , @maria1988, @rusadir, @zurditorium @recca o @pulgosila . Creo que, en abstracto, menéame es una herramienta útil para amueblar mentes, despertar conciencias y dar a la gente una perspectiva más completa de la realidad, además de crear relaciones humanas valiosas y duraderas en una sociedad donde esto resulta cada vez más difícil.
Por eso me ha apenado ver la marcha de otros usuarios que aportaban singularmente a la web, como @anxosan www.meneame.net/story/adios-a-meneame , que se fue debido a la censura de un artículo donde denunciaba la estafa que constituye la homeopatía ejemplificándola con una farmacia que, junto a productos médicos debidamente testados, ofrece camelos homeopáticos. Según parece, la censura nació de una queja de la farmacia que exigió la retirada del artículo. Pese a que jurídicamente su texto era inatacable (se limitaba a describir hechos ciertos y criticarlos legítimamente) se le censuró. Según ese criterio, debería censurarse a quienes llaman estafadores a los bancos por las cláusulas suelo, o a las diversas iglesias por forrarse prometiendo la vida eterna. Pero el miedo a una demanda (pese a que sus posibilidades de prosperar eran prácticamente inexistentes, por no decir nulas) pudo a la defensa de las libertades de un usuario, y @anxosan se fue tras la censura.
También he visto strikes por críticas que no incitaban al odio ni injuriaban a nadie (algunas de ellas contra usuarios abiertamente fachas, pero que también tienen derecho a expresarse mientras no delincan con sus palabras) e infinidad de noticias interesantes tumbadas por los comandos negativizadores, hoy omnipotentes debido al tremendo peso de los negativos en menéame, la gran proliferación de cuentas creadas en noviembre y diciembre de 2019 sólo para negativizar y una actividad cada vez menor en la web. Porque tal vez el peso de los negativos fuese razonable en 2007, cuando cualquier noticia tenía como mínimo 500 votos y 10 negativos no eran nada. Pero no ahora, cuando el número de usuarios activos se ha hundido y un comando de 10 negativizadores tiene un poder inmenso para controlar la portada.
En dicha tesitura y sin reformas, no veo futuro a menéame. Si los negativos viesen reducido su peso en el algoritmo a un 20% del que actualmente tienen (o directamente se eliminasen) y los admin ciñesen los strikes a las expresiones delictivas y contrarias a los Derechos Humanos, menéame tendría alguna posibilidad de salir adelante. En el fondo, una web que vive de sus usuarios sólo puede subsistir si éstos se sienten bien tratados. Y no hay nada que hiera más a un adulto racional que percibir una limitación arbitraria de sus libertades o sentirse rehén de un comando de incels (o adoradores de Putin, o lo que sea) con capacidad para censurar a fuerza de negativos todo lo que pretenda expresar.
Por eso me fui de menéame, esperando que mi marcha (aisladamente irrelevante) y la de otros usuarios que piensen lo mismo que yo, hiciese ver a la administración que sin las reformas adecuadas esto se hundirá. Y lograr así que, aunque fuese por mero ánimo de lucro (ya que menéame es una empresa creada para ganar dinero) hiciesen lo que deben hacer para asegurar el futuro de la página. Ello no ha sucedido hasta el momento, y por tal causa permaneceré durante todo 2020 (salvo que se den las reformas antedichas) lejos de aquí. Creo que es la forma más idónea para lograrlas (aunque, como digo, mi marcha aislada no tenga impacto, pero sí unida a la de toda la gente harta de la actual situación).
Así que os deseo un feliz 2020 desde la distancia y, aunque la cuenta desde la que os escribo se autodestruirá en 24 horas, espero poder volver pronto a un menéame muy distinto del actual. Un fuerte abrazo para todos del viejo Livingstone85 (si alguien duda de si soy yo o un suplantador, puede preguntar a @zurditorium , a quien acabo de comentar que he escrito este artículo en un grupo de whatsapp que compartimos con otros meneantes).
Empezaré con un disclaimer: no tengo pruebas definitivas, así que en todo momento debéis tener en cuenta que lo que comentaré son mis sospechas personales y relativamente subjetivas. Intentaré pues ser claro respecto a qué me lleva a pensar que Coursera no paga IVA por los servicios que ofrece en Europa (aunque debería).
Ahora bien, tienen alguna obligación las empresas de fuera de la UE de pagar IVA cuando nos ofrecen sus servicios o productos? Pues parece que sí, aunque no tengan base en la UE.
Aquí dos enlaces que lo explican, uno oficial, pero muy escueto, y otro de estilo más cercano pero no oficial:
La verdad es que estoy sorprendido de ser el primero que comente esto públicamente. Alguien con más conocimiento sobre el tema que pueda aportar algo de luz?
Saludos.
Los que no vivimos en esas megaurbes vibrantes donde parece estar todo lo que se hace, estamos acostumbrados a escuchar que se fomenta el crecimiento de esos centros urbanos porque generan sinergias, aprovechan mejor los recursos y producen mejores resultados económicos y humanos. La alta densidad de población es atractiva para las empresas y reduce costes en la oferta de servicios públicos. Como además hay mucha gente que va a agradecerte esos servicios con su voto, pues los políticos tienen todos los incentivos para invertir allí lo de todos, y al resto que nos jodan. Sin eufemismos ni paliativos.
En el fondo, lo que nos vienen a decir, y puede que con razón, es que los pueblos son menos eficientes, una especie de capricho, y que de alguna manera ya está bien de que esas urbes subvencionen los servicios en lugares apartados, en medio de la nada.. donde residen personas que generan un valor añadido por debajo de la media.
En principio no estoy de acuerdo ni en desacuerdo con la idea, pero me gustaría señalar que si eso es aceptable para las ciudades puede serlo también para las personas, y que puede resultar igualmente acertado afirmar que ya está bien de emplear recursos en los que no producen nada, en los que no han estudiado, en los que no generan sinergias ni crecimientos de productividad, por no mencionar a los que ya no van a producir más o a los que nunca van a producir nada, porque no valen para nada, o porque sus circunstancias los alejan de la economía de mercado
Y utilizo esas expresiones concretas porque son, textualmente, las mismas que he escuchado a otros emplear sobre mi pueblo, mi comarca o mi región.
Y propongo que el método de gestión que se aplica a los territorios se aplique a las personas. Porque lo de la ley del embudo a lo mejor ya cansa un poco.
Porque el doble rasero ya sabemos de qué va; y de aquí, de estas cosas, es de donde procede el desapego de algunos a las ideas que, disfrazadas de solidarias, convierten a los mismos siempre en perdedores.
De aquí sale que ciertas ideas nos parezcan lesivas, adversarias y peligrosas a los que no vimos en una gran urbe. Y luego vienen los lloros cuando votamos algo que los cosmopolitas no les gusta... Ya... Ni a nosotros, pero a veces no nos queda más remedio...
En esta discusión nacional sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de la que somos testigos y participes ya desde hace algún tiempo, suelo encontrar entre aquellos que se oponen a la existencia de este SMI un gran grupo de personas que aseguran, con toda rotundidad y en apariencia sin dudas, que en base a la sola eliminación del SMI los salarios acabarán por superar ese mínimo legal por trabajar. Podríamos resumir en dos partes y de forma sencilla (huiré de términos complejos) la argumentación que les hace llegar a esta "atrevida" conclusión (luego verán porque destaco "atrevida"). Vamos con el primer argumento:
Hasta aquí su primera argumentación. Y aquí uno que escribe se pregunta: ¿acaso el hecho de que cierto salario obligatorio sea supuesta barrera para la creación de empresas cambiará porque a este se llegue vía mercado?, ¿cierto coste laboral deja de ser el mismo porque a este se llegue solo gracias a la acción de la oferta y demanda de trabajadores?. Creo que la respuesta es evidente, igual que lo que la sigue: si nada cambia más que la eliminación de un SMI, según la acción de la oferta y demanda de un mercado laboral desregulado acerque los salarios a ese anterior SMI, estos se situarán en un punto de equilibrio por debajo de ese SMI, ya que cierto mismo coste y la dificultad que este pueda generar para incentivar la inversión no cambia por el hecho de ser obligatorio o no.
¿De dónde sacan entonces que eliminando el SMI esos salarios aumentarán? Y aquí llegamos a la segunda parte de su argumentación:
Pero lo cierto es que por mucho que "aseguren", lo más que pueden hacer es "confiar", ahora comprenderán ustedes porque más arriba destacaba como "atrevida" toda esta argumentación. Curioso que solamos ser testigos de como, algunos de estos que abogan por la eliminación del SMI pudiéndose agarrar solo a tal apuesta, son los mismos que acusan a los defensores de "querer conocer la reacción de un mercado complejo". En cierta manera esta contradicción no deja de ser la propia de todo su discurso: por más que como apóstoles prediquen, bajo esa extraña idea suya de libertad, la plenitud a la que llegaremos rindiendo honores a esa deidad benevolente de un malentendido "mercado", fruto del idealismo más burdo, en la práctica no hacen otra cosa que prescribir, como doctores en su consulta, cuales deben ser las recetas apropiadas que debieran conducir ese mismo mercado, por muchos que en sus cabezas piensen que la "inacción" no es política (la dialéctica de la "inacción" y la "acción", pero eso ya es otro asunto...). Vamos, que hacen lo mismo que el resto de los que en esta discusión participamos, opinar que política económica pensamos que sería la correcta para conducir el mercado laboral (su política, la desregulada por el estado).
Estaremos dispuestos a admitir que tal vez sea posible que la eliminación del SMI conduzca a una disminución de la tasa de paro a costa de rebajar los salarios, incluso que el posible aumento excesivo que ahora asoma de este SMI pueda provocar más paro; a partir de aquí podemos hablar. Pero por favor no caigamos en la candidez de pensar que solo la simple eliminación de este mínimo traerá que las nóminas de aquellos asalariados que ahora lo cobran fueran a crecer. Muchos otros defensores de la eliminación del SMI al menos no se esconden de esto, y aquí ya entraría un debate de otra índole.
En el descargo de estas personas, y volviendo al ejemplo de los doctores, diremos que es conocido esa tozudez del pensamiento humano que mucha veces nos lleva una y otra vez a confundir los síntomas con las causas. Nuestro tejido productivo se basa en ofrecer productos y servicios de bajo y medio valor añadido, cosa que obliga a nuestras empresas a tener que buscar rentabilidades a base de reducir costes, y entre estos especialmente el coste laboral que es de los pocos donde podemos incidir. De igual manera, la razón de que existan economías más potentes sin SMI (cosa que algunos nos repiten como ejemplo hasta la saciedad) no se debe al hecho de la no existencia de un salario mínimo en su regulación laboral, sino a que suelen ofrecer productos y servicios de alto valor, cosa que permite a su tejido empresarial el no tener que buscar la rentabilidad en presión a costes laborales.
Cuando nuestra sociedad (y esto nos incluirá a todos) decidan, cada uno desde su posición, afrontar la difícil tarea de crear un tejido productivo de alto valor, cuando el beneficio de unos no se vaya a deber a la escasez de otros, entonces, solo entonces, estaremos algunos dispuestos a afrontar la eliminación del salario mínimo . Claro que según esos mismos apóstoles de la libertad anteriormente citados, ¿quienes somos nosotros para decirle a nadie lo que debe hacer?...
Tras comentar con otros meneantes este artículo, veo con gran placer que no sólo hemos acercado posturas, sino que mi propio punto de vista ha variado y creo que sustancialmente.
Supongo que al dejarme convencer de algo corro el riesgo de perder la nacionalidad española, pero si no asumiera, cuando escribo, que los demás pueden enseñarme algo, dejaría de hacerlo. Por eso doy las gracias a los amigos que han tenido a bien explicarme de manera convincente algunos extremos y, con vuestro permiso, sintetizo mi nuevo punto de vista sobre el asunto, que puede ser quizás más reaccionario que el anterior, pero es bien distinto.
-El dinero público debe ser gestionado con honradez y sobre todo con eficiencia. Tanto derecho tiene a recibir una beca un joven que quiere estudiar, como a recibir el mismo importe para montar un negocio un joven que no quiere seguir estudiando. Por ese camino, creo que no vamos a ningún lado.
-La igualdad de oportunidades es un bien mayor que el mérito académico y debe ser defendida antes y en primer lugar. Sin igualdad de oportunidades no hay ninguna sociedad que se mantenga mínimamente sana, y en caso de colisión entre varios valores es conveniente darle preferencia a esta.
-La igualdad de oportunidades puede generarse de dos modos: repartiendo dinero entre quienes no se pueden pagar los estudios o impidiendo acceder a estudios superiores a los que, sin valía académica, se lo pueden permitir. Lo primero significa repartir becas, y lo segundo realizar pruebas de corte mucho más exigentes para acceder a la Universidad pública o a la privada.
Repartir becas es gastar el dinero de todos. Limitar el acceso a las mejores notas es elevar el nivel. Desde luego, personalmente prefiero el segundo método, pero no es posible implementarlo porque los centros privados no están dispuestos a renunciar a los ingresos que suponen los ricos sin talento. De estos centros privados y de su poder económico procede la principal oposición a que se eleve el nivel de exigencia y, por ello, son esos mismos centros privados los que prefieren que nos gastemos el dinero de todos en igualar por abajo, repartiendo dinero público a mansalva entre los más humildes, antes que exigiendo unas notas que eliminasen como clientes a los estudiantes mediocres pero acaudalados.
La solución sería exigir más y tener una Universidad de la excelencia, pero los poderes económicos están interesados en que se exija menos y se gaste dinero público en mantener ese sistema por abajo.
Resulta, así, que la generalización de las becas es una idea profundamente reaccionaria, que hasta el dinero público en engordar las arcas de la enseñanza privada mientras, a la postre, los buenos puestos de trabajo se reservan para los de siempre.
Cojonudo, vaya.
No parecen andar las cosas muy boyantes en Libertad Digital cuando vuelve a pedir dinero a sus accionistas, la tercera vez desde 2016. Ha anunciado una ampliación de capital de 200.551 acciones, con un valor nominal de 10 euros por acción y una prima de emisión de 11 euros. Si se alcanzase el 100% de la suscripción, supondría un total de 4.211.571 euros.
Las anteriores ampliaciones no fueron del todo exitosas:
El grupo Libertad Digital lleva varios ejercicios encadenando pérdidas (753.000 euros en 2016 y 302.000 euros en 2017) y en la información de la ampliación de capital ya anuncia que las de 2019 serán de unos 100.000 euros. En el año 2013 logró salvar una situación complicada vendiendo las licencias de TDT que le había dado el gobierno de Esperanza Aguirre en Madrid por unos 3 millones de euros.
Aunque las sucesivas ampliaciones de capital se han vendido por parte de la empresa como forma de ganar músculo y afrontar nuevos proyectos, parecen más bien una forma de tapar las continuas pérdidas.
Se ha liado una buena con el último artículo que he publicado www.meneame.net/m/Artículos/llevo-saltandome-confinamiento-desde-prim el cual, para mayor gloria de las arcas de @dseijo, lleva ya unos 20.000 clicks. Quería que pasaran 24 horas hasta confesaros la verdad, a fin de que floreciese un profundo debate sobre las claves de lo que mi personaje representa.
Efectivamente, mi amigo no existe. Muchos de los que me leéis os habéis dado cuenta de que la redacción del mensaje coincide con mi estilo. No existe, y tampoco es un relato autobiográfico. Pueden dar fe de ello algunos meneantes que han estado en mi casa, como @rusadir, y que saben que vivo en el centro de mi ciudad, pegado a una de las carreteras principales por la que pasan centenares de coches todos los días (y, en la actualidad, decenas de coches de la policía, hasta el punto de que casi todas las veces que me asomo a la ventana veo uno patrullando). En dicha tesitura, saltarse el confinamiento es misión imposible.
¿Por qué me inventé al personaje? Por esto www.abc.es/opinion/abci-francisco-soriano-carta-hombre-mayor-y-enfermo y por esto www.20minutos.es/deportes/noticia/4194309/0/atletas-runners-correr-cor Los franceses no han dejado de disfrutar de su derecho a salir a la calle (aunque sea media hora para estirar las piernas) ni un solo día, pese a que allí la pandemia ha atacado casi con idéntica dureza que en España. Y los españoles que por edad, tamaño exiguo de su casa y otros motivos están pasando un infierno al no poder moverse de su hogar durante 2 meses, me hacen pensar que la solución francesa era muy razonable, y que en España no se han tenido en cuenta los estragos que para estas personas está causando el confinamiento.
También me lo inventé porque, desde mi casa, recibí numerosas fotos (aparte de las que salían en prensa) del cachondeo que se montó con la salida de los niños en el centro de mi ciudad. Corrillos de padres sin mascarilla, críos jugando en grupo...y apostaría a que entre esa gente había no pocos talibanes del confinamiento, pero que carecen del suficiente juicio como para impedir que su hijo toque con las manos un balón que ha rodado por el suelo o para llevarle a una calle desierta en lugar de al sitio donde se hacina todo el mundo.
En suma, quería generar un debate más allá del dogmatismo del "la ley es la ley y quien sale a la calle media hora a dar una vuelta a la manzana es un asesino". Porque los franceses lo hacen y no lo son. Porque no es lo mismo que un anciano se ponga una mascarilla y salga a dar una vuelta solo, que arremolinarse en un lugar atestado de gente. Porque a mí, sinceramente, me da igual que ese anciano se dé un paseo aunque yo no pueda, ya que no genera riesgo para nadie. Pero me preocupa que manadas de borregos se junten sin mascarilla y a dos palmos en cuanto les dan la menor opción, pese a que tienen la posibilidad de ir por calles adyacentes sin correr ese peligro.
En este país nos hace falta mucho espíritu crítico y mucha tolerancia. Y por ese motivo me he permitido mentiros, por lo que ahora os pido disculpas. Los cientos de comentarios que lleva el tema son un interesante reflejo de nuestra sociedad, y eso es esperanzador, porque hay algunos dignos de enmarcar, como el de @marionetto:
El mensaje que da el artículo es lo importante.
Es preferible un individuo que se salta el confinamiento pero usando la cabeza y evitando en toda medida la posibilidad de contagio, a el individuo que solo se atiene a la norma por la norma, y en cuanto se lo permiten va de cabeza a contagiarse y contagiar. Eso sí, cumple y hace cumplir.
Observamos otras medidas mas tolerantes aplicadas en paises Europeos y que apelan al sentido común del personal para no contagiarse. Pero España es diferente, sí.
Lo dicho, mil perdones y os prometo que no volveré a mentiros aunque el fin pueda merecerlo.
II
SEBASTIÁN OLITE
Así fue como empezó todo, sí.
Lo de llamarle Operación Wonder supongo que surgió de una gracia de alguien del departamento, como casi todos los nombres de las operaciones policiales. Cuando se elige un nombre para un operativo se suele buscar uno que tenga doble significado: el de puertas afuera y el de consumo interno. Por ejemplo, hubo una operación contra la inmigración ilegal a la que se le llamó Operación Ensayo, y no tenía nada que ver con pruebas, experimentos ni laboratorios, sino con una jugada de rugby. Se le llamó Operación Ensayo porque Patada a Seguir le pareció inadecuado al comisario.
¿Que somos un poco brutos los policías? Pues sí, a veces sí, pero no me negará que por una parte es casi mejor: no se puede contratar a alguien para que ejerza de perro guardián de la sociedad y luego pedirle que se comporte como un hamster. Pero a veces, más de las que se imagina, no es que seamos insensibles, sino que utilizamos esta clase de retórica para no pensar en lo que no nos corresponde. Aquí, si te pasas pensando, acabas de baja por depresión a los seis meses: pregunte por el índice de suicidios en los Cuerpos de Seguridad del Estado y me cuenta luego, si es que lo duda. Y compárelo luego con el índice de suicidios entre los jueces y nos reímos un rato.
Esto era lo que decía siempre el comisario, que nunca creyó que los jueces y los policías estuviésemos en el mismo bando. Y encima se alegraba porque, según él, cuando en un país se compinchan los jueces y los policías lo mejor es largarse cuanto antes.
Era buen tío el comisario Martínez. Y buen superior. Se jubiló a primeros de marzo, con más años de servicio que el palo de la bandera, como se suele decir, y desde entonces no lo he vuelto a ver, ni siquiera en esas cenas de Navidad como a la que dice usted que asistió. No frecuenta mucho a los antiguos compañeros, creo. Tenía casa aquí en Madrid, pero era de un pueblo de las montañas de León, en casa Cristo, y se marcha para allá meses enteros. Dice que aquella es tierra de osos y lobos, y no de monos y loros, como esta. Bromas suyas. Ya le digo que era un tipo curioso.
Nos enseñó muchas cosas, incluso a los que nos las damos de duros, o de experimentados. Él si que tenía concha, aunque llevara veinte años en el despacho. Pero concha de otro tipo. Hay muchos policías que dicen que cuando llueve hay que ponerse a cubierto. Para Martínez, la lluvia podía significar que hay que ponerse a cubierto, o salir a coger setas, o sembrar patatas, o localizar la gotera que está pudriendo las vigas del tejado. Nunca sabías lo que iba a interpretar en una noticia o en una circular interior, pero solía acertar. Si es que decía algo, claro, porque era de esa clase de personas que hablan mucho pero callan más, y todo al mismo tiempo.
Y hacía bien, porque a menudo es mejor no hablar de ciertas cosas, o ni siquiera pensar en ellas: olvidarlas cuanto antes y ya esta.
Este caso por el que me pregunta también tuvo su puerta trasera, y por eso seguramente querrá que le hable de él, aunque sea a trompicones. Es una de esas historias con dos niveles: lo que se dice cuando se habla con los compañeros en la cafetería y lo que se piensa una noche cualquier de invierno, en el coche patrulla, o al volver a casa después de acabar el turno, a las seis de la mañana. Ya sé que todo el mundo ha hablado de ello, pero seis años es mucho tiempo, sobre todo en un trabajo como el nuestro. Una eternidad, se lo aseguro.
Si eres contable, o fontanero, no sueles hablar solo cuando vuelves a casa, pero conozco docenas de policías que lo hacen y le aseguro que no es casual. Los polis y los curas tenemos más tendencia que nadie a hablar solos, seguramente porque vemos como nadie el lado oculto de la gente o porque se supone que combatimos contra el mal y no siempre estamos a la altura. Perdone que diga estas tonterías, pero es que volver a aquello me estropea la cordura.
Quizás lo mejor fuese olvidarlo, como le decía, pero si se ha tomado usted tanta molestia para poner en claro lo que pasó, por mí no ha de quedar. El que tenga algo que callar, que lo calle.
A su descripción de lo que sucedió en el despacho del comisario le falta quizás la media sonrisa zumbona de Martínez, entre la disculpa por lo que nos estaba pidiendo y la advertencia de que a pesar de parecer una tontería se trataba de un asunto importante. De eso era precisamente de lo que trataba de disculparse: de tener que considerar importante una cosa que en realidad no pasaba de ser una pequeña corruptelilla, más de novela picaresca que de Código Penal.
Por lo demás, como le dije al principio, fue más o menos como lo cuenta. Póngale un poco de ambiente, si quiere: calendarios atrasados, archivadores metálicos, techo ahumado, y una granada de mano haciendo de pisapapeles. Todos dábamos por hecho que estaba descargada, pero con Martínez nunca se podía saber. De hecho, ahora que han pasado los años, casi aseguraría que estaba cargada, esperando a que algún fisgón entrase en su despacho y le quitase la anilla. Si cualquiera de nosotros, de todos los demás que trabajábamos en aquella comisaría, hubiese dejado una granada sobre la mesa, no hubiesen pasado dos días sin que algún tocapelotas le hubiese quitado la anilla, simplemente por curiosear, pero estando en la mesa de Martínez nadie se atrevió a hacerlo en todos los años que pasó allí. Y no por respeto a las cosas del jefe, sino por miedo, o precaución. Insisto tanto en esta tontería porque a veces un detalle dice más del carácter de una persona, o de lo que los demás opinan de él, que todo un tratado de psicología.
Aquel día, después de la reunión que usted cuenta, salimos del despacho comentando lo mal que tenían que estar las cosas en las altas esferas cuando nos encargaban un trabajo como aquel. Los ministros no se distinguen unos de otros por lo principal, porque todos procuran controlar un poco la calle para que no se desmande la delincuencia y tener a raya a los más peligrosos, como terroristas y gentuza de esa calaña; en lo que de veras se diferencian unos ministros de otros es en las prioridades, y en estos pequeños detalles sin importancia. Estuviese quien estuviese en el Gobierno nos hubiera ordenado igual detener a un comando terrorista o desarticular una banda mafiosa, pero que nos mandasen introducirnos en el mundo de la discografía para aficionados significaba, o amenos así veía yo, que el objetivo primordial de nuestros superiores de aquel momento era marcarse tantos con la opinión pública más que contra los delincuentes. o sea, que les interesaba más lo político que lo policial, y siempre era bueno saber eso.
¿Para qué? No sé. Cuando cumples órdenes te gusta saber con qué intención te mandan lo que te mandan aunque lo tuyo sea cumplirlas sin darle muchas vueltas. Saber lo que quieren los de arriba te ayuda muchas aveces a no cagarla.
Le cuento todo esto porque recuerdo que fue de lo que hablamos aquel día, camino de la cafetería, cuando salimos del despacho del comisario.
Nos pedimos un café cada uno y nos llevamos a una mesa del fondo todos los periódicos que pudimos encontrar. Allí, entre los del día y los atrasados, que Tasio guarda siempre durante meses en un montón enorme, encontramos dos o tres inserciones publicitarias que podían servir para empezar. Se buscaban talentos musicales y se ofrecía la posibilidad de iniciar una carrera discográfica. El nombre del anunciante sonaba espectacular, moderno y extranjero. O sea, perfecto. Great Sunrise Productions. Producciones del gran amanecer.
Yo les dije que el nombre me olía a comida china, o a algún pez crudo, estilo japonés, pero no sé si no lo cogieron o qué, porque no se rió nadie. ¿A qué le suena a usted Great Sunrise? A mí a rollito de primavera con salsa agridulce y a local enorme con decoración clónica. A veces pienso que esos restaurantes, con personal y todo, los traen en contenedores metálicos y los desembarcan en Barcelona, o en Bilbao, para montarlos luego con un a hoja de instrucciones y unas cuantas llaves Allen, como una estantería de Ikea.
Cuando nos cansamos de repasar los anuncios de los periódicos, decidimos llamar a los dos o tres que teníamos. Me acuerdo de que Justel preguntó cómo sabríamos si el anunciante era de veras un timador o simplemente ofrecía de veras una prueba a cantantes aficionados. Y ahí sí, Salcedo y yo nos reímos de él: ningún cazatalentos, en ninguna profesión, pone anuncios en los periódicos buscando gente. Imagínese al Real Madrid encargando un anuncio en el Segunda Mano: se busca defensa central para equipo serio y con proyección. Pues eso.
Fue Salcedo la que se encargó de hacer las llamadas. Para esas cosas siempre queda mejor una mujer. No sé por qué: seguramente porque pensábamos que el delincuente al que teníamos que echar mano era un tío.
Salcedo sonó convincente, toda alegría e ilusión por conseguir al fin una oportunidad, y concertó una cita para aquella misma tarde. Cuando preguntó si podían ir con ella dos amigos suyos para hacerse también la prueba y recibió una respuesta afirmativa, casi entusiasta, no nos cupo duda de que habíamos tenido suerte y habíamos dado en el clavo a la primera. Ya sé que hay otras muchas posibilidades si se pone uno a analizar la cosa, pero es igual: en aquel momento, nos pareció cojonudo porque nos permitía no tener que llamar a los otros dos que habíamos apuntado. Si el primero nos fallaba probaríamos con los otros, pero aquel tenía buena pinta. Y es que ni nos pidió una maqueta, ni dijo que llevásemos instrumentos, ni nada. Todo muy fácil. Demasiado.
Si nos llega a pedir una maqueta nos hunde, porque a ver de dónde sacábamos nosotros el material para grabarla, sin mencionar que no teníamos ni puñetera idea de música ni nada parecido. Eso es lo que pasa a veces con estas misiones especiales: que te dicen “tenéis que infiltraros en una banda de búlgaros para averiguar cuáles son sus planes” y a nadie se le ocurre pensar que los búlgaros hablan búlgaro, un idioma que no conoce ni dios en todo el cuerpo de Policía. Demasiado eficaces somos para lo que nos piden algunas veces.
Pero aquella vez, como le digo, no nos pidieron nada. Luego, ya más metido en el ambiente, me enteré de que había representantes auténticos que tampoco querían saber nada de maquetas: el que supiese cantar, que cantase allí mismo, y que se pusiera nervioso, a tomar por saco. Y es normal, ¿no? Si te pones nervioso en una prueba, ¿qué será delante del público? Me acuerdo de uno que quería ser abogado pero se quejaba siempre de los exámenes orales. A mí siempre me pareció que lo que quería era ser chupatintas de oficina, y así fue justamente.
Bueno, a lo que le iba: que nosotros ni maqueta, ni nada. Fuimos allí a pelo, un poco acojonados por el marrón. Me acuerdo de que yo llevé una trenca para poder guardar la pistola. No es que pensara que iba a ser un trabajo peligroso ni que temiera una encerrona, pero cada cual se quita el miedo como puede, ¿no?
El supuesto estudio y sede de la empresa era una especie de almacén cochambroso en la carretera de Villalba. En principio, había demasiado espacio y casi ningún instrumento. Sólo un par de micrófonos, algunos altavoces colocados por las paredes y unos cuantos posters de gente demasiado conocida para haber empezado en aquel antro. De hecho, lo normal hubiera sido que tuviese posters y carteles de otros artistas que hubiese apadrinado él, aunque sólo fuese supuestamente, pero en lugar de eso había carteles hasta de los Rolling. Todo muy rápido y muy mal montado, como si en lugar de tener una empresa le acabase de pedir el almacén a su sobrino o al hijo rockero de algún amigo.
Por nuestra parte, los tres nos habíamos vestido para la ocasión, cada cual como entendió que mejor le iba a su aspecto. Yo peinado hacia atrás, con una camisa abierta en plan enseñar pelo en pecho y crucifijo de dos arrobas; Justel supermoderno, despeinado y con un polo, y Salcedo toda de vaqueros, marcando curvas.
El supuesto representante llevaba gafas redondas de montura metálica, sonrisa también redonda y metálica, y el pelo rubio y lacio pegado al cráneo, seguramente para intentar disimular el inicio de una calvicie mediana pero generalizada. Dijo llamarse Hardford y el acento extranjero no parecía falso, aunque tampoco demasiado anglosajón. Luego supimos que era checo, o sea que yo tenía razón: de inglés, nada; y americano, menos. Ni australiano siquiera.
Después de una corta presentación, Hardford nos preguntó qué sabíamos hacer, y en pocos minutos nos encontramos los tres supuestos pardillos junto al micrófono. Aquel era el momento de la verdad y había que echarle coraje, como si fuésemos a entrar en un piso donde algún criminal armado retuviese a sus rehenes. Yo, por lomenos, me lko tomé así. Si hay que entrar con la pistola en la mano, pues se entra y si hay que cantar, pues se canta. Le aseguro que eso fue lo que se me pasó por la cabeza en aquel momento.
Justel fue el primero en actuar y los otros dos le agradecimos el detalle. Se descolgó con un par de canciones de Duncan Dhu, ya viejas por entonces, pero lo hizo bastante bien. No eran muy arriesgadas pero valían.
Luego me subí yo al escenario y canté un par de canciones de Alejandro Sanz, que eran las que mejor pegaban a mi voz, o eso me pareció a mí. Estaba tan asustado que las canté, como le dije, como si me fuese la vida en ello. Eso sí: ni un paso de baile ni un movimiento sobre las tablas: me quedé clavado como un poste de la luz, pero bastante tenía ya con dominar más o menos la voz como para dominar también el resto del cuerpo.
Por último le tocó el turno a Salcedo, que se empleó a fondo cantando “un año de amor “, el bolero de los años veinte que resucitó Almodóvar en la voz de Luz Casal para una película sobre un juez travesti. Creo que sé en quién se inspiró, pero mejor me lo callo. Tacones Lejanos, se titulaba, creo recordar.
Salcedo nos dijo después que pensaba que nosotros dos habíamos hecho tan mal papel que echó los restos en aquella interpretación, por miedo a que nos rechazaran a todos y se estropease la operación por falta de alguien que supiera cantar mínimamente. Imagine qué chorrada: un timador que suspende el timo porque los “julays” no dan la talla musical. De todos modos, la verdad es que fue la única que lo cantó aquel día con un poco de estilo, eso hay que reconocerlo. Se movió por el escenario, se dirigió a nosotros como si fuésemos el público y hasta se permitió algunas variaciones sobre la canción original, y no como nosotros, que cantamos las nuestras todo lo al pie de la letra que pudimos.
Al terminar la prueba, el tal Hardford nos felicitó a los tres y nos pidió un número de teléfono para llamarnos aquella misma semana, porque tenía que analizar las grabaciones, según dijo.
Informamos al comisario de cómo había ido el asunto y volvimos a los servicios diarios que nos fueron encomendando, pero la espera no duró tanto: tres o cuatro días más tarde estábamos de nuevo en el almacén de Villalba para oír que los tres teníamos talento y que cada uno de nosotros debía trabajar una faceta distinta: yo, la expresión y la voz, Salcedo la modulación y Justel la entonación y el ritmo, porque aunque tenía muy buena voz y se desenvolvía bastante bien, se iba un poco en el tono y se aceleraba.
Era lo esperable, pero aún así nos sorprendió a los tres. A veces sabes las cosas, porque conoces su mecánica, pero no dejas de extrañarte. Lo normal, por supuesto, era que nos cogiera a los tres, porque tres pardillos dejan más pasta que uno, pero entre nosotros habíamos hecho incluso alguna apuesta sobre quién iba a ser el primer descartado, o sobre quién tendría que cargar con aquel puñetero operativo.
Nos aceptó a los tres e incluso empezó a manejar en voz alta distintas combinaciones para que formásemos dúos entre nosotros y hasta un trío. Según él, lo importante era diversificar la oferta para que hubiera más posibilidades de gustar al público, porque nunca se sabe qué clase de grupo o de temas va a llegar a la gente.
A partir de ahí, mejor que sea breve, porque las semanas siguientes fueron un cúmulo de quebraderos de cabeza para el comisario Martínez, que no sabía cómo echarle mano a aquel Hardford de los demonios: lo tenía, tenía los contratos que había firmado con sus tres policías, pero no había modo, sólo con aquello, de conseguir una orden de detención. Le había cobrado quinientos euros a Salcedo por unas clases, pero le habían dado efectivamente las clases. Me había cobrado a mí cuatrocientos por un curso y efectivamente había aparecido un actor profesional cinco o seis tardes para explicarme qué hacer con las manos y qué gestos le convenían más a mi fisonomía. El fulano aquel hasta me cambió el vestuario. Y en cuanto a Justel, la cosa era aún peor, porque lo había tenido un mes entero con un diapasón para que aprendiese a llevar el ritmo y, aunque tenía pensado ponerle un profesor de baile, todavía no le había cobrado nada. ¿Cómo detienes por estafa a un tío que sabes que te va a timar pero no lo ha hecho aún? No hay modo: paciencia y seguirle el juego, hasta que esté maduro.
(Prólogo al libro A Sangre y Fuego del periodista Manuel Chaves Nogales. He pensado que sus palabras son de interés general para conocer un poco mejor este país).
Yo era eso que los sociólogos llaman un «pequeño burgués liberal», ciudadano de una república democrática y parlamentaria. Trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista heredera inmediata de la aristocracia terrateniente, que en mi país había monopolizado tradicionalmente los medios de producción y de cambio —como dicen los marxistas—, ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionando periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo.
Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero, a fin de cuentas, acosta de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria. Si, como me ocurría a veces, el capitalismo no prestaba de buen grado sus grandes rotativas y sus toneladas de papel para que yo dijese lo que quería decir, me resignaba a decirlo en el café, en la mesa de la redacción o en la humilde tribuna de un ateneo provinciano, sin el temor de que nadie viniese a ponerme la mano en la boca y sin miedo a policías que me encarcelasen, ni a encamisados que me hiciesen purgar atrozmente mis errores. Antifascista y antirrevolucionario por temperamento, me negaba sistemáticamente a creer en la virtud salutífera de las grandes conmociones y aguardaba trabajando, confiado en el curso fatal de las leyes de la evolución.
Todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario. En realidad, y prescindiendo de toda prosopopeya, mi única y humilde verdad, la cosa mínima que yo pretendía sacar adelante, merced a mi artesanía y a través de la anécdota de mis relatos vividos o imaginados, mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad; es decir, una aversión natural al único pecado que para mí existe, el pecado contra la inteligencia, el pecado contra el Espíritu Santo. Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España. ¿Por dónde empezó el contagio? Los caldos de cultivo de esta nueva peste, germinada en ese granpudridero de Asia, nos los sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo, y el desapercibido hombre celtíbero los absorbió ávidamente.
Después de tres siglos de barbecho, la tierra feraz de España hizo pavorosamente prolífica la semilla de la estupidez y la crueldad ancestrales. Es vano el intento de señalar los focos de contagio de la vieja fiebre cainita en este o aquel sector social, en esta o aquella zona de la vida española. Ni blancos ni rojos tienen nada que reprocharse. Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que se partieran España.
De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado porlos unos y por los otros. Me consta por confidencias fidedignas que, aun antes de que comenzase la guerra civil, un grupo fascista de Madrid había tomado el acuerdo, perfectamente reglamentario, de proceder a mi asesinato como una de las medidas preventivas que había que adoptar contra el posible triunfo de la revolución social, sinperjuicio de que los revolucionarios, anarquistas y comunistas, considerasen por su parte que yo era perfectamente fusilable. Cuando estalló la guerra civil, me quedé en mi puesto cumpliendo mi deber profesional. Un consejo obrero, formado por delegados de los talleres, desposeyó al propietario de la empresa periodística en que yo trabajaba y se atribuyó sus funciones. Yo, que no había sido en mi vida revolucionario, ni tengo ninguna simpatía por la dictadura del proletariado, me encontré en pleno régimen soviético. Me puse entonces al servicio de los obreros como antes lo había estado a las órdenes del capitalista, es decir, siendo leal con ellos y conmigo mismo. Hice constar mi falta de convicción revolucionaria y mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado, y me comprometí únicamente a defender la causa del pueblo contra el fascismo y los militares sublevados. Me convertí en el «camarada director», y puedo decir que durante los meses de guerra que estuve en Madrid, al frente de un periódico gubernamental que llegó a alcanzar la máxima tirada de la prensa republicana, nadie me molestó por mi falta de espíritu revolucionario, ni por mi condición de «pequeño burgués liberal», de la que no renegué jamás.
Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justificaban todo. Hombro a hombro con los revolucionarios, yo, que no lo era, luché contra el fascismo con el arma de mi oficio. No me acusa la conciencia de ninguna apostasía. Cuando no estuve conforme con ellos, me dejaron ir en paz. Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba.¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas. Los «espíritus fuertes» dirán seguramente que esta repugnancia por la humana carnicería es un sentimentalismo anacrónico. Es posible. Pero, sin grandes aspavientos, sin dar a la vida humana más valor del que puede y debe tener en nuestro tiempo, ni a la acción de matar más trascendencia de la que la moral al uso pueda darle, yo he querido permitirme el lujo de no tener ninguna solidaridad con los asesinos. Para un español quizá sea éste un lujo excesivo. Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria. Pero, la verdad, entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguís de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo, por la parte habitable de mundo que nos queda, aun a sabiendas de que en esta época de estrechos y egoístas nacionalismos el exiliado, el sin patria, es en todas partes un huésped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia. De cualquier modo, soporto mejor la servidumbre en tierra ajena que en mi propia casa.
Cuando el gobierno de la República abandonó su puesto y se marchó a Valencia, abandoné yo el mío. Ni una hora antes, ni una hora después. Mi condición de ciudadano de la República Española no me obligaba a más ni a menos. El poder que el gobierno legítimo dejaba abandonado en las trincheras de los arrabales de Madrid lo recogieron los hombres que se quedaron defendiendo heroicamente aquellas trincheras. De ellos, si vencen, o de sus vencedores, si sucumben, es el porvenir de España.
El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras. Es igual. El hombre fuerte, el caudillo, el triunfador que al final ha de asentar las posaderas en el charco de sangre de mi país y con el cuchillo entre los dientes —según la imagen clásica— va a mantener en servidumbre a los celtíberos supervivientes, puede salir indistintamente de uno u otro lado. Desde luego, no será ninguno de los líderes o caudillos que han provocado con su estupidez y su crueldad monstruosas este gran cataclismo de España. A ésos, a todos, absolutamente a todos, los ahoga ya la sangre vertida. No va a salir tampoco de entre nosotros, los que nos hemos apartado con miedo y con asco de la lucha. Mucho menos hay que pensar en que las aguas vuelvan a remontar la corriente y sea posible la resurrección de ninguno de los personajes monárquicos o republicanos a quienes mató civilmente la guerra.
El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligente selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores. ¿De derechas?¿De izquierdas? ¿Rojo? ¿Blanco? Es indiferente. Sea el que fuere, para imponerse, para subsistir, tendrá, como primera providencia, que renegar del ideal que hoy lo tiene clavado en un parapeto, con el fusil echado a la cara, dispuesto a morir y a matar. Sea quien fuere, será un traidor a la causa que hoy defiende. Viniendo de un campo o de otro, de uno u otro lado de la trinchera, llegará más tarde o más temprano a la única fórmula concebible de subsistencia, la de organizar un Estado en el que sea posible la humana convivencia entre los ciudadanos de diversas ideas y la normal relación con los demás Estados, que es precisamente a lo que se niegan hoy unánimemente con estupidez y crueldad ilimitadas los que están combatiendo. No habrá más que una diferencia, un matiz. El de que el nuevo Estado español cuente con la confianza de un grupo de potencias europeas y sea sencillamente tolerado por otro, o viceversa. No habrá más. Ni colonia fascista ni avanzada del comunismo. Ni tiranía aristocrática ni dictadura del proletariado. En lo interior, un gobiernodictatorial que con las armas en la mano obligará a los españoles a trabajar desesperadamente y a pasar hambre sin rechistar durante veinte años, hasta que hayamos pagado la guerra. Rojo o blanco, capitán del ejército o comisario político, fascista o comunista, probablemente ninguna de las dos cosas, o ambas a la vez, el cómitre que nos hará remar a latigazos hasta salir de esta galerna ha de ser igualmente cruel e inhumano. En lo exterior, un Estado fuerte, colocado bajo la protección de unas naciones y la vigilancia de otras. Que sean éstas o aquéllas, esta mínima cosa que se decidirá al fin en torno de una mesa y que dependerá en gran parte de la inteligencia de los negociadores, habrá costado a España más de medio millón de muertos. Podía haber sido más barato.
Cuando llegué a esta conclusión abandoné mi puesto en la lucha. Hombre de un solo oficio, anduve errante por la España gubernamental confundido con aquellas masas de pobres gentes arrancadas de su hogar y su labor por el ventarrón de la guerra. Me expatrié cuando me convencí de que nada que no fuese ayudar a la guerra misma podía hacerse ya en España. Caí, naturalmente, en un arrabal de París, que es donde caen todos los residuos de humanidad que la monstruosa edificación de los Estados totalitarios va dejando. Aquí, en este hotelito humilde de un arrabal parisiense, viven mal y esperan a morirse los más diversos especímenes de la vieja Europa: popes rusos, judíos alemanes, revolucionarios italianos..., gente toda con un aire triste y un carácter agrio que se afana por conseguir lo inasequible: una patria de elección, una nueva ciudadanía. No quiero sumarme a esta legión triste de los «desarraigados» y, aunque sienta como una afrenta el hecho de ser español, me esfuerzo en mantener una ciudadanía española puramente espiritual, de la que ni blancos ni rojos puedan desposeerme.
Para librarme de esta congoja de la expatriación y ganar mi vida, me he puesto otra vez a escribir y poco a poco he ido tomando el gusto de nuevo a mi viejo oficio de narrador. España y la guerra, tan próximas, tan actuales, tan en carne viva, tienen para mí desde este rincón de París el sentido de una pura evocación. Cuento lo que he visto y lo que he vivido más fielmente de lo que yo quisiera. A veces los personajes que intento manejar a mi albedrío, a fuerza de estar vivos, se alzan contra mí y, arrojando la máscara literaria que yo intento colocarles, se me van de entre las manos, diciendo y haciendo lo que yo, por pudor, no quería que hiciesen ni dijesen. Y luchando con ellos y conmigo mismo por permanecer distante, ajeno, imparcial, escribo estos relatos de la guerra y la revolución que presuntuosamente hubiese querido colocar sub specie æternitatis. No creo haberlo conseguido.
Y quizá sea mejor así.
Montrouge (Seine), enero-mayo de 1937.
Es mi primer artículo en Menéame y lo hago desde la indignación. Me parece sorprendente y decepcionante que ElDiario.es esté publicando los FALSOS argumentos de los taurinos, sin contrastar nada.
¿Es por la caída de ingresos en publicidad?
Todo viene por este artículo que han publicado hoy, y que espero que nadie menee: www.eldiario.es/sociedad/toros-superreducido-ayudas-fiestas-patronales
Que El País, el ABC o El Mundo estén dando cobertura a absolutamente todos los lloriqueos de los taurinos, sin poner en duda ninguno de sus argumentos, me parece coherente. Al fin y al cabo tienen secciones especializadas para hablar de sobre si el toro salió bravo o sin casta, y una trayectoria periodística de apoyo a la tauromaquia de sobras conocida. Que se unan al abrazo La Sexta o TVE pues también era previsible.
Cuando hace pocos días TV3 emitió un especial "pobrecitos taurinos necesitan ayudas" dentro de su telediario del mediodía, empecé a sospechar que algo estaba ocurriendo. Aquí están corriendo maletines.... la Fundación Toro de Lidia recibe cada año una subvención del Ministerio de Cultura de 40.000€, y en 2019 le fue adjudicada otra de la Diputación de Málaga de 50.000€, y para este 2020 se prevee una subvención de 150.000€ por parte de la Junta de Andalucía. Y muchas más que se me pasan, tampoco soy adivina.
Pero que hasta ElDiario.es se sume a la propaganda taurina, evidencia que aquí hay alguien que ha contratado los servicios de la mejor agencia de noticias, para asegurar no solamente que todos los medios que controlan publiquen sus mierdas, sino que además silencien los datos y comunicados que están aportando desde las ONG de protección animal, que desde que empezó la pandemia están denunciando que no se destine ni un euro del erario público al rescate de un sector ya de por si deficitario y con un modelo de negocio cruel y extremadamente dependiente de subvenciones y partidas presupuestarias de los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos autonómicos.
El sector taurino se ha reunido hasta con el Rey, quien les dedicó "cariñosas palabras de apoyo", según relatan los propios representantes de la tauromafia. Nada más que añadir. Cuando veáis un artículo en ElDiario.es cuestionando los argumentos taurinos, me avisáis. Yo de momento no he visto ninguno.
Eso es el sueldo que están dando a los antidisturbios en España si atendemos a los datos:
¿Y a cambio de qué?
Muchos casos de mutilaciones son en personas que no cometían ningún delito ni acción antirreglamentaria, siendo el caso más grave el del disparo contra la ventana de un domicilio particular donde se encontraba esa niña, cuyo estado actual desconocemos.
Ahora imaginad cómo mejoraría la sociedad si los reemplazamos por 4000 investigadores científicos con un sueldo de 1200 € al mes. Y no solo esto, puesto que sería un talento que podría atraer a empresas punteras a que se instalen en España, y que muchos de ellos acaben fichando por ellas por sueldos mayores, dejando plazas para nuevos investigadores y a la larga tal vez pagando en impuestos más de lo que costaría este programa. Como efecto colateral, no tendríamos que pagar indemnizaciones para que una niña pueda reconstruir su rostro, además de evitar que personas que no tenían problemas queden con un grado de discapacidad que les dificulta la realización de sus actividades diarias, el trabajo o puede causar problemas de salud a largo plazo.
Sin entrar en grandes debates explico mi postura inicial con un ejemplo: cuando varios objetos interactúan entre sí, la cantidad de movimiento se debe conservar: es decir, el cambio total o absoluto acontecido por unidad de tiempo debe ser nulo (cero). No es posible que al final de un estado físico se acabe con más cantidad de movimiento (energía, carga eléctrica o de color, etc.) que al inicio. De este modo el asunto se reduce pues al hecho innegable de que en el devenir natural fenomenológico todo SIEMPRE se anula al tenerse en cuenta el conjunto de las partes implicadas. En este sentido global y relativo nada se mueve realmente, todo es apariencia de multiplicidad y de cambio. Y las leyes de conservación se encargan de que el estado físico inicial y el final posean siempre las mismas propiedades esenciales: y eso, pese a las apariencias en contra, es representación de unidad, de continuidad y de inmutabilidad. En realidad por tanto, a nivel fundamental, nada cambia; simplemente se trata de apariencias ilusorias del sujeto (que piensa), es decir; ilusiones mentales llevadas a su máxima expresión.
La relatividad especial y la mecánica cuántica, por ejemplo; hablan de que dos observadores distintos pueden observar distancias, tiempos y números de partículas distintos para un mismo evento; sólo con tal de que toda propiedad esencial del mundo permanezca constante (el hamiltoniano -cantidad de energía-, el concepto de acción, los invariantes relativistas, la carga, el momento, etc.). He ahí otra muestra de que toda dinámica es ilusoria y relativa al sujeto que interpreta. Y lo mismo se puede aplicar al Universo completo una vez se tiene en cuenta la conservación e invarianza que sabemos DEBEN ocurrir en toda su fenomenología. Y es esta necesidad por conservar a toda costa los estados fundamentales del conjunto de todos los procesos fenoménicos, como digo, una clara representación (una pista) de la imposibilidad de un cambio o movimiento efectivo: lo que nuestra mente entiende por multiplicidad y movimiento no sería en este sentido más que una "alucinación colectiva" fruto de malinterpretar una parte aislada de todo el conjunto del ser.
Nuestro cerebro, órgano que produce el pensamiento en general, lo conforman moléculas y electrones que, en sí mismos, son una pequeña parcela aislada del conjunto de la realidad. Así pues la mente "ve" lo que el cerebro dicta, pero este órgano está limitado y condenado a interpretar los fenómenos sensibles más "cercanos" capaces de interactuar con su red neuronal. En este sentido nuestro cerebro no sería más que un proyector de ilusiones locales. Justo el tipo de proyector necesario para "cortar" (filtrar o acotar) ficticiamente la globalidad del mundo para "generar" así una ilusión de multiplicidad local donde en realidad no hay más que unidad, infinidad y continuidad.
Una infinita unidad inmutable es equivalente a decir que en esencia no hay nada. Si no disponemos de la existencia de un algo diferente contra lo que comparar, perdemos la perspectiva esencial de ser. Si todo lo que hay es inmutable e indiferenciable, si es eterno e infinito; podemos decir que ese ente trascendente lo es todo y que no es nada al mismo tiempo. De este modo salvamos sin proponernoslo una de las cuestiones más fundamentales e intricadas de la filosofía: ¿por qué hay algo en lugar de más bien nada? La respuesta es que verdaderamente no hay nada a parte de ilusiones fenomenológicas que emergen de una infinita y eterna inexistencia esencial.
En su libro "La estructura matemática", Max Tegmark trata con mucho detalle el hecho de que toda nuestra realidad aparece como una estructura matemática en esencia. Eso implica que el mundo sería como un fenómeno emergente de esa matemática eterna, algo que ya ha sido y que simplemente es proyectado localmente por mentes como la nuestra de modo similar a cómo un DVD es proyectado en la televisión por un reproductor. Pero en sí, todo ya ha sido grabado por completo en cuanto a su dinámica. En ese sentido, todo el fenómeno al que tenemos acceso ya fue escrito en su conjunto; y el transcurrir del tiempo, del movimiento y la multiplicidad de objetos son meras ilusiones cognitivas.
En esencia no hay Nada. La trascendencia es inexistente en cuanto a objeto diferenciado. Porque toda la esencia es una, inmóvil e indiferenciable. Una unidad matemática que no es...salvo cuando localmente un fenómeno congruente con este no ser; en el sentido de que el conjunto fenoménico se conserva como si no hubiese nada -la diferencia entre antes y depués resta siempre cero; esto es, se obedece la conservación e invarianza junto con el principio de indeterminación-, generan una ilusoria multiplicidad móvil. Lo múltiple y el movimiento serían alucinaciones fenoménicas permitidas por la unidad matemática simplemente por la posibilidad de la invarianza: porque todo este fenómeno como condición necesaria se reduce siempre y en todo momento a nada (es decir, imita la esencia que representa). Lo uno toma así apariencia de múltiple, la eternidad apariencia de tiempo y movimiento, y lo indeterminado torna en un falso ser objetivo.
El sustento matemático esencial del mundo, eterno y Universal: sin principio ni fin, sin causa ni efecto, sin movimiento ni apariencia, sin Ser realmente nada distinguible...a pesar de constituir un algo totalmente inefable, contiene no obstante por entre su infinita esencia el poder de generar ilusiones de multiplicidad: de ser y de cambio. Y es fruto de esa capacidad, que la infinita nada existencial pueda producir mundos de ilusorios cambios y objetos. De transformaciones vanas que siempre restan cero (nihil). Y nosotros somos parte de esa farsa. Nos movemos por entre la nada, y siempre todo a nuestro alrededor tiende a conservarse en nada. En realidad nada hubo nunca y nada habrá jamás.
Hoy le comentaba a mi pareja que llevo viendo la publicidad de Amnistía Internacional sobre una periodista condenada a latigazos casi a diario desde hace dos años. Pensé que ya tendría la pobre la piel curtida, o algo habría pasado desde entonces.
AI es un movimiento de lucha por el reconocimiento de los Derechos Humanos, presente en todo el mundo con suficiente seriedad como para prestarles atención y en su día firmé muchas de sus peticiones.
Le enseñaba hoy el anuncio en la web de la SER, y buscando información sobre ella me encontré de casualidad con esta noticia que acaban de actualizar: www.es.amnesty.org/actua/acciones/iran-nasrin-sotoudeh-mar19/ Digo de casualidad, porque fue después de varias búsquedas, y sin que la portada de la web de AI se haya modificado: La misma foto y la misma petición de firmas desde hace meses.
Es importante cuidar los detalles, porque es fácil dar una imagen machacona y sin rigor, sobre todo si luego quieres explicar que criticas a Irán pero también a Arabia Saudita, o que criticas a Cuba pero también el golpe en Bolivia, y a cualquier gobierno de Sudamérica que no respete los DDHH.
La actualización íntegra es la siguiente:
Actualización 21 de septiembre:
Nasrin Sotoudeh ha sido hospitalizada debido al grave deterioro de su salud después de 40 días en huelga de hambre. Al parecer, la abogada presentaba problemas cardiológicos y respiratorios en el momento de ser ingresada. Nasrin había iniciado una huelga de hambre el 11 de agosto para "exigir la liberación de las personas presas en Irán por motivos políticos”.
En la declaración publicada en Facebook, Nasrin denunciaba cómo “en medio de la crisis del coronavirus que se ha apoderado de Irán y del mundo, las condiciones en prisión para los presos por motivos políticos se han vuelto tan difíciles y arduas que su detención continua es imposible en estas condiciones opresivas”.
¡Ahora más que nunca es urgente que Nasrin Sotoudeh sea puesta en libertad!
"Había cuerpos, tanto nuestros como alemanes, desde la primera oleada. Resultaba enfermizo ver a los propios muertos y heridos, algunos llorando mientras los transportaban los camilleros, otros semiconscientes y otros más allá de toda esperanza.
Estábamos sentados en medio de un mar de agujeros de proyectiles, hasta las rodillas en un barro pegajoso. El hedor de los cuerpos en descomposición era terrible. Los cuerpos de los muertos y de los heridos se hundían fuera de la vista. Todo esto era barro, barro y más barro, mezclado con sangre.
Sólo había que avanzar a través de todo ese lodo y sangre. Era absolutamente enfermizo. Recuerdo a un muchacho de nuestro Regimiento en particular. Estaba en un charco de sangre, abierto desde su hombro hasta su cintura por la metralla. Cuando llegamos a él, dijo: "Dispárame, por favor". Pero antes de que pudiéramos sacar un revólver, estaba muerto. Y la última palabra que pronunció fue 'Madre'.
Vivíamos hora a hora. Veías salir el sol, con la esperanza de que lo vieras ponerse. Si lo veías ponerse, esperabas verlo salir. Algunos hombres lo harían, otros no. Al final, luchamos por unos pocos metros de tierra y eso costó la vida de muchos, incluyendo a mis tres mejores amigos. No había excusa para tal matanza por tan poco beneficio". - Soldado Henry John Patch, Infantería Ligera del Duque de Cornualles, Passchendaele, Bélgica 22 de Septiembre de 1917. Fuente: elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=109&t=23196&start=60
Salvo en un par de agujeros mugrientos que no voy a mencionar por su nombre, creo tener razones para afirmar que en los próximos cinco años la vivienda va a bajar en España en un porcentaje de al menos dos dígitos, lo que puede representar un gran alivio para las economías domésticas.
Esta bajada se verá impulsada por tres motivos, que someto a vuestra opinión, sin más preámbulos:
-Envejecimiento y fallecimiento de propietarios:
Si se observa la estructura de la propiedad, resulta, como es normal, que entre las personas de más edad hay más propietarios de pisos.Mientras el número de fallecimientos siga siendo mayor que el de personas que se incorporan a la vida adulta, entrarán más viviendas en el mercado vía herencias y fallecimientos de las que absorberá la demanda. Y ese proceso va a acelerarse. Si comparamos el número de fallecimientos de un año normal (no un como este, con exceso de mortalidad) con el de nacimientos de entre veinticinco y treinta y cinco año antes, tenemnos saldo degativo desde hace bastante tiempo y este saldo negativo se a a incrementar aún más en los próximos años.
-Inmigración y emigración.
Hasta ahora, las perdidas demográficos se venían compensando con un flujo migratorio positivo. Es decir: viene a España más gente de la que se va al extranjero. Este saldo migratorio positivo absorbía las viviendas que dejaba libres el crecimiento negativo de nuestra propia población.
En los próximos años, sin embargo, me parece probable que, dadas las circunstancias económicas, y los sectores más golpeados pro la pandemia, el saldo migratorio se invierta y se vaya de España más gente de la que entra, ya sea por la cantidad de españoles que intenten buscar trabajo fuera del país, ya sea por el número de extranjeros que regresen a sus lugares de origen o busquen un destino con más oportunidades. En mi entorno, y sólo este año, ya he visto marcharse al menos a cinco extranjeros, y creo que no es un fenómeno aislado.
Esto tiene un efecto doble: por una parte, liberan las viviendas que ocupaban, y por otro, dejan de absorber las que libera el decrecimiento vegetativo.
-Teletrabajo
Sea cual sea la magnitud que al final alcance el teletrabajo, su efecto será repartir la población de manera más uniforme sobre el territorio, presionando los precios a la baja. Si el teletrabajo cobra mucha importancia, la redistribución será muy amplia. En caso contrario, será más limitada, pero existirá de todos modos.
La posibilidad de las personas de desvincular su lugar de residencia del lugar donde trabajan tiene que influir también, necesariamente, en una bajada de precios.
Hay, por supuesto, otras variables, pero si se cumple la previsión de que España puede perder más de un millón de habitantes en los próximos cinco años, la vivienda tiene que reducir necesariamente su precio.
Y creo que será más de un millón. Salvo que los dueños de esas viviendas traten de meter en el país a quien sea para que sus activos no se deprecien, cosa que tampoco descarto.
La Humanidad padece las plagas y las enfermedades desde que se inventó el ADN. De un modo de otro, con tiempos mejores y peores, hemos llegado hasta aquí, sabiendo lo que las enfermedades suponen y cómo se combaten.
En 2020 hemos sufrido una pandemia que ha puesto nuestra sociedad patas arriba. Es una pandemia más. Los efectos tampoco están siendo catastróficos,d e momento, aunque nos están jodiendo a base de bien. Lo normal. Lo que viene en el guión de las pandemias.
Teníamos unas indicaciones bastante claras de lo que podía producir este tipo de desastre. Sabíamos que la agresión a los espacios naturales, el hacinamiento de la población humana y la ausencia de precauciones sanitarias podían producir esto. Era, por tanto, un riesgo conocido. y nos la sopló lo bastante como para que estemos ahora donde estamos. Vale. Todo correcto.
¿Y qué hay de lo otros riesgos que ya conocemos?
¿Se nos viene encima un meteorito? Bueno, puede pasar, pero el evento, que es conocido, sucede cada demasiado tiempo y la solución, a día de hoy, es demasiado cara y endeble a la vez. Lo mejor va ser rezar para que no pase. Y cuando lo mejor es rezar, es que estás jodido. Pero es lo que hay.
El cambio climático. Ese nos va a sodomizar a base de bien. Pero como su plazo es largo, y no hay quien nos saque de la cabeza, como especie, que a largo plazo todos calvos, estamos pasando de ese riesgo como la banda de putos irresponsables que somos. El que se encuentre con el nivel del mar pro la cintura, que construya diques. El que viva en su sitio desertificado, que se mude a otro lado. El que se quede sin cosechas porque la temperatura es excesiva, que coma mierda, o "reduzca su población", que para eso se inventaron loes eufemismos.
¿Y las llamaradas solares? Esas suceden mucho más a menudo que los meteoritos y son más repentinas que el cambio climático. Ya ha habido unas cuantas, aunque la más famosa de ellas es el evento Carrington. ¿Qué pasa si nos pilla una hoy en día con el nivel de dependencia de los aparatos electrónicos que manejamos? ¿Decimos que no se podía saber? ¿Decimos que no se podía prever? ¿Decimos que era algo impensable?
¿Sabéis lo que puede pasar con un evento Carrington si desaparece el dinero en efectivo? ¿Os lo imagináis? Por aquí hay buenos escritores que seguro que tienen para una novela o un relato.
Pero el caso es que conocemos el fenómeno. Puede pasar. No es terriblemente improbable, como un meteorito que cae cada seiscientos millones de años. No es ciencia ficción.
Llamadme viejuno, pero contra esas cosas sólo hay una defensa: mantener ciertas cosas en una libreta. Mantener cierta parte de nuestra vida en modo de baja tecnología.
menéame