
Estoy leyendo estos días muchas comparativas entre lo que se puede comprar actualmente si te toca el Gordo de Navidad y lo que se podía comprar si te tocaba hace décadas. La mayoría de estas comparativas se basan en un artículo publicado en la web de Televisión Española y suelen comparar lo que ocurría en 1967 y actualmente.

Al hacer la comparativa actualizan a valor actual el importe del Gordo, con lo que los 7,5 millones de pesetas de 1967 equivaldrían a unos 1,3 millones de euros actuales (se multiplica por 27,8), que evidentemente es muy superior a los 400.000 euros actuales (328.000 euros si se descuentan los impuestos); pero se les olvida un detalle muy importante: el décimo en 1967 valía 1.000 pesetas que, realizando la misma conversión, equivaldrían ahora a unos 173 euros, cuando el precio del décimo actualmente es de 20 euros. Es decir, con el equivalente actual de comprar un único décimo, ahora te podrías comprar casi 9 décimos, con lo que el premio equivalente sería unos 2,8 millones de euros. Por no hablar de que el premio en 1967 suponía multiplicar por 7.500 la inversión, cuando ahora es por 20.000 (16.400 sin los impuestos).
Y hay otro dato que permite entender lo que suponía comprar un décimo en 1967, y es que entonces el salario mínimo era de 2.500 pesetas al mes, por lo que comprar un único décimo suponía el 40% de ese salario mínimo, cuando actualmente sólo supondría el 1,7% del salario mínimo.
Hay bastantes más artículos que hacen comparativas con la misma falacia: actualizan el valor de los premios, pero se les olvida el del coste del décimo. Otro ejemplo es este de ABC:

Podemos bajar el precio de la vivienda hundiendo la demanda en redes sociales, como ya sabréis, pero ahora realmente con la inteligencia artificial es mucho más fácil.
Los turistas y gente que van a donde tu vives tienen cosas que les espanta, que les tira para atrás. Largas colas, demasiados turistas, mal funcionamiento del transporte, mal tiempo, suciedad en espacios públicos y mil historias que cualquier IA te puede decir si le preguntas que le molestan a los turistas.
Con todas estos problemas y fotos de dónde vives puedes decirle a la IA como Gemini que lo permite gratis que genere fotos de donde vives con largas colas, masificación, suciedad, mal tiempo, incluso puedes pedirle que te haga fotos con gente que los turistas no desean ver.
Esto luego lo subes a redes sociales, instagram se usa mucho para buscar, reddit posiciona en la primera página de google y hay miles de comunidades que la IA te puede decir donde difundir. Usando palabras clave para que el que va a ir a donde tu vives lo vea y no venga. Al disminuir la demanda los precios deberían bajar.
Por ejemplo actualmente hay una nevada, si la gente ve que nieva pues se piensa mucho ir por problemas en el transporte.
Esto acompañado de que el resto de usuarios luego buscamos quejas sobre España y luego localmente cada uno que se quejen, posicionamos "lo malo" de donde vivimos, de esta manera ajustamos la oferta a la demanda y buscamos un precio de equilibrio de mercado más bajo. Es el mercado amigo.
Esta es la historia de una ciudadana nacida en un país no miembro de la Unión Europea, sancionada por el Consejo Europeo de la Unión Europea. La periodista ucraniana Diana Panchenco fue incluida en su lista negra de ciudadanos sancionados acusándola de desinformación y desestabilización por denunciar y exponer la corrupción del gobierno ucraniano de Zelensky. A pesar de la veracidad de sus denuncias, que fueron confirmadas por periódicos como The New York Times, la Unión Europea prefirió ensañarse con una mujer, madre de un hijo y refugiada en el este de Ucrania, concretamente en Donetsk.
Diana Panchenco no es una periodista que trabaja para medios tradicionales como hizo en el pasado. Prácticamente su trabajo informativo se concentra en iniciativas personales y utiliza las plataformas y redes sociales de Internet para difundir su información y su opinión. Hablando en plata, Diana Panchenco podrías ser tú o yo.
Este es un resumen de su caso contado por ella misma:
Mi nombre es Diana Panchenko.
Fui presentadora de televisión y “Periodista del Año” en Ucrania. Durante un tiempo estuve entre las 10 mujeres más influyentes de Ucrania.
Zelensky me tachó de ser su enemiga personal e impuso sanciones anticonstitucionales contra mi persona
El régimen de Kiev intenta confiscar mis bienes, me ha despojado de todos mis derechos en mi país y ha iniciado dos procesos penales en mi contra.
Cuando comenzó la guerra, yo estaba en Kiev.
He estado en Donetsk, donde la guerra ya dura 8 años, y durante los últimos 15 años he apelado a la cordura de la gente. He pedido la paz.
Puede que te preguntes: ¿cómo es posible? Hoy, cuando todo el mundo está defendiendo la democracia ucraniana. Y te lo explicaré.
Tengo un conocimiento profundo de esta guerra, que está siendo financiada por ciudadanos de la UE y de Estados Unidos. Puedo revelar adónde va todo tu dinero.
Hoy Ucrania ocupa los titulares. Conozco personalmente a Zelensky y a su equipo, conozco a todos los políticos y periodistas ucranianos, y te diré exactamente sobre qué mienten todos ellos.
Estamos al borde de la Tercera Guerra Mundial, más cerca que nunca.
Puede sonar horrible, pero tengo el derecho moral de decirte la verdad: el gobierno ucraniano está motivado a escalar esta confrontación para no rendir cuentas por el dinero que te han robado.
No quieres que te engañen más, ¿verdad?
Mi familia y yo estamos enfrentando amenazas, y muchos de mis colegas están encarcelados por expresar sus opiniones. Los medios tradicionales pueden no informar sobre estas injusticias, pero yo lo haré. He acumulado numerosos hechos a lo largo de los años que podrían cambiar tu perspectiva sobre esta guerra.
Mi canal de YouTube es el más popular de Ucrania (Nota: su canal de Youtube que contaba con 2 millones de subscriptores fue cerrado por Google. Diana Panchenco asegura que no recibió ninguna advertencia previa ni siquiera un strike por infringir las normas de la comunidad de Youtube), sobre todo entre el público rusohablante de todo el mundo. He escrito un libro que pronto se publicará en Estados Unidos. Estoy decidida a amplificar mi voz y llegar a una audiencia más amplia. Al compartir mis reflexiones aquí (la red social X), espero despertar conciencia e impulsar una acción colectiva por un futuro mejor.
Mantente atento a más actualizaciones y revelaciones: nuestros esfuerzos unidos aún pueden generar un impacto positivo en medio del caos y la incertidumbre.
Fuentes:
Me parece fascinante la disonancia institucional de estar continuamente animando a la gente a gastar dinero en la lotería de Navidad mientras se criminaliza, se patologiza y se señala con el dedo a quien juega fuera de ese marco bendecido, como si el mismo gesto de poner pasta sobre una promesa absurda mutara mágicamente de naturaleza moral según quién cobre, y ahí está la sociedad entera, muy seria, muy responsable, comprando su puto décimo con una sonrisa de anuncio y una fe casi religiosa, mientras mira por encima del hombro al que entra en una casa de apuestas, al que se engancha, al que pierde más de la cuenta, como si el problema no fuera perder sino hacerlo sin coartada, sin villancico, sin niños cantando números que no van a tocarle a nadie de los que escuchan. Porque la Lotería Nacional no es más que una máquina bien peinada para chupar dinero poco a poco, sin aspavientos, sin escenas incómodas, una tragaperras institucional que convierte la derrota en rutina y la mentira probabilística en tradición entrañable, y eso tranquiliza mucho más que el juego visible, que el exceso, que el tipo que quiere ganar de verdad y no sabe disimularlo. Al jugador al que se le va la olla se le llama enfermo, irresponsable, peligroso, pero al que lleva treinta años tirando cien euros cada diciembre se le llama prudente, ilusionado, normal, y en esa diferencia asquerosamente cómoda se ve claro que no hay rechazo al juego sino al descontrol, no al azar sino a la intensidad, porque lo que molesta no es la estafa sino que alguien la viva con demasiada verdad. Todo el sistema está montado para que nadie se reconozca como jugador, para que todos puedan seguir apostando sin decirlo, para que el deseo fuerte parezca una falta de educación y la resignación repetida una virtud cívica, y así el Estado, ese jugador mayor, puede seguir dando lecciones de responsabilidad mientras vive de vender sueños de mierda con envoltorio bonito, y la sociedad puede seguir fingiendo que hay juegos buenos y juegos malos cuando en realidad solo hay una pregunta que nadie quiere hacerse, quién está autorizado a montar el chiringuito y quién acaba cargando con la culpa cuando, como siempre, no toca nada y todo se va al carajo.
menéame