Potencialmente todos lo somos, pero sólo unos cuantos pasan de la potencia al acto y alcanzan la inmortalidad. Se les reconoce porque son capaces de deslumbrar por igual a lo largo de toda su existencia. En un cuerpo lozano o marchito, convierten su compañía en un placer, en un remolino de enseñanza y esperanza. A lo largo de toda la vida, nos permiten ver más allá de lo evidente. Hoy en día se nos enseña a apreciar aquello que, entrando directamente por los sentidos, se convierte en un placer tosco e inmediato. Y, a corto o …