Gracias a la técnica de espectrometría de masas, McEvoy y su equipo analizaron los niveles de nuciferina, el alcaloide al que se atribuyen los efectos eufóricos. Compararon el loto azul genuino con versiones vendidas por internet, muchas de ellas etiquetadas con propiedades milagrosas como “promover el sueño” o “estimular la conexión espiritual”. El resultado fue contundente: las plantas comerciales no solo eran otra especie de nenúfar, sino que contenían niveles ínfimos del compuesto psicoactivo.
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