Un estudio en la revista Science revela que la voladura de la presa de Kakhovka en la guerra de Ucrania liberó una “bomba tóxica de relojería” por la contaminación encerrada en los sedimentos del embalse, que se expandió por las tierras inundadas. Es un caso más de cómo el coste medioambiental de las guerras prolonga los daños una vez que terminan.
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No querría pensar que las autoridades europeas exigen sacrificios a los ciudadanos en materia de medio ambiente y luego, tomen decisiones que precisamente vayan en contra de ese medio ambiente. Y un tanque o caza no contaminan poco precisamente...
Porque lo describen como el desastre de Aznalcóllar.