Frases y fragmentos de libros
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Pintar la atmósfera

"Es algo poder pintar un cuadro, o esculpir una estatua, y de esa forma hacer bellos unos pocos objetos, pero mucho más glorioso es esculpir y pintar la atmósfera a través de la cual miramos". Henry David Thoreau, Walden (1854)

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Cuento zen - "El jardín del templo"

Un sacerdote estaba a cargo del jardín dentro de un famoso templo zen. Se le había dado el trabajo porque amaba las flores, los arbustos, y los árboles.

Junto al templo, había otro templo más pequeño donde vivía un viejo maestro. Un día, cuando el sacerdote esperaba a unos invitados importantes, tuvo especial cuidado en atender el jardín.

Sacó las malezas, recortó los arbustos, rastrilló el musgo, y pasó un largo tiempo juntando y acomodando con cuidado todas las hojas secas. Mientras trabajaba, el viejo maestro lo miraba con interés desde el otro lado del muro que separaba los templos.

Cuando terminó, el sacerdote se alejó para admirar su trabajo.

— ¿No es hermoso? — le dijo al viejo maestro.

— Sí — replicó el anciano —, pero le falta algo. Ayúdame a pasar sobre este muro y lo arreglaré por ti.

Luego de dudarlo, el sacerdote levantó al viejo y lo ayudó a bajar. Lentamente, el maestro caminó hacia el árbol cercano al centro del jardín, lo tomó por el tronco, y lo sacudió. Las hojas llovieron sobre todo el jardín.

— Ahí está... ahora puedes llevarme de vuelta.

Cuento zen

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‘Levantémonos’, clamó Jim Larkin

‘Los grandes no son grandes.

¡Es que estamos de rodillas!

Levantémonos’.

  • Les grands ne sont grands que parce que nous sommes à genoux: Levons-nous.
  • Ní uasal aon uasal ach sinne bheith íseal: Éirímis.
  • The great appear great because we are on our knees. Let us rise.

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Texto budista - "El problema"

“Cuenta la leyenda, que, en un monasterio budista ubicado en una ladera casi inaccesible de las frías y escarpadas montañas del Himalaya, un buen día uno de los monjes guardianes más ancianos falleció.

Le hicieron los rituales tibetanos propios para esas ocasiones, llenas de profundo respeto y misticismo.

Sin embargo, era preciso que algún otro monje asumiera las funciones del puesto vacante del guardián. Debía encontrarse el monje adecuado para llevarlas a cabo.

El Gran Maestro convocó a todos los discípulos del monasterio para determinar quién ocuparía el honroso puesto de guardián.

El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, colocó una magnifica mesita en el centro de la enorme sala en la que estaban reunidos y encima de esta, colocó un exquisito jarrón de porcelana, y en él, una rosa amarilla de extraordinaria belleza y dijo:

―He aquí el problema. Asumirá el puesto de Honorable Guardián de nuestro monasterio el primer monje que lo resuelva.

Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: Un jarrón de gran valor y belleza, con una maravillosa flor en el centro.

Los monjes se quedaron como petrificados en el más respetuoso silencio, hundidos en sus interrogantes internas…

¿Qué representaría ese bello jarrón con flores? ¿Qué hacer con él? ¿Cuál podría ser el enigma encerrado de tan delicada belleza? ¿Simbolizaría acaso las tentaciones del mundo? ¿Podría ser algo tan simple como que necesitara agua la flor?

Eran tantas preguntas…

En un momento determinado, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y … ¡zas! Destruyó todo de un solo golpe.

Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo:

―Alguien se ha atrevido no solo a dar solución al problema, sino a eliminarlo. Honremos a nuestro Guardián del Monasterio."

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República y guerra civil: las raíces del enfrentamiento

Estas graves alteraciones, como lo había sido ya la rebelión del general Sanjurjo en agosto de 1932, hicieron mucho más difícil la supervivencia de la República y del sistema parlamentario. Demostraron que hubo un recurso habitual a la violencia por parte de algunos sectores de la izquierda, de los militares y de los guardianes del orden tradicional, pero no causaron el final de la República ni mucho menos el inicio de la guerra civil. Y todo porque cuando las fuerzas armadas y de seguridad de la República se mantuvieron unidas y fieles al régimen, los movimientos insurreccionales podían sofocarse fácilmente, aunque fuera con un coste alto de sangre. En los primeros meses de 1936, la vía insurreccional de la izquierda, tanto anarquista como socialista, estaba agotada, como había ocurrido también en otros países, y las organizaciones sindicales estaban más lejos de poder promover una revolución que en 1934. Había habido elecciones en febrero, libres y sin falseamiento gubernamental, en las que la CEDA, igual que los demás partidos, puso todos sus medios, que eran muchos, para ganarlas y existía un gobierno que emprendía de nuevo el camino de las reformas con una sociedad, eso sí, más fragmentada y con la convivencia más deteriorada. El sistema político, por supuesto, no estaba consolidado y como pasaba en todos los países europeos, posiblemente con la excepción de Gran Bretaña, el rechazo de la democracia liberal a favor del autoritarismo avanzaba a pasos agigantados.

Nada de eso, sin embargo, conducía a una guerra civil. Esta empezó porque una sublevación militar debilitó y socavó la capacidad del estado y del gobierno republicano para mantener el orden. El golpe de muerte a la República se lo dieron desde dentro, desde el propio seno de sus mecanismos de defensa, los grupos militares que rompieron el juramento de lealtad a ese régimen en julio de 1936. La división del ejército y de las fuerzas de seguridad impidió el triunfo de la rebelión, el logro de su principal objetivo: hacerse rápidamente con el poder. Pero al minar decisivamente la capacidad del gobierno para mantener el orden, ese golpe de estado dio paso a la violencia abierta, sin precedentes, de los grupos que lo apoyaron y de los que se oponían. En ese momento, y no en octubre de 1934 o en la primavera de 1936, comenzó la guerra civil.

En Historia de España, Volumen 8: República y guerra civil; capítulo 5. Ed. Crítica.

Julián Casanova, Catedrático de Historia contemporánea de la Universidad de Zaragoza

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Cita de Søren Kierkegaard

Cita de Søren Kierkegaard

¡Qué irónico es que precisamente por medio del lenguaje, un hombre pueda degradarse por debajo de lo que no tiene lenguaje!

Søren Kierkegaard

Biografía



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Fragmento - Buscando a Alaska

“Las personas fueron creadas para ser amadas. Las cosas fueron creadas para ser usadas.

La razón por la que el mundo está en caos, es porque las cosas están siendo amadas y las personas están siendo usadas.”

John Green, “Buscando a Alaska” (2005)

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Yo soy yo

Yo soy yo y mis putos problemas, y si no los resuelvo a ellos, yo no tengo solución.

De los famosos pensadores Ortega y Gasset.

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Cuento sufí - ¿Qué necesito?

Un maestro se desplazó, junto a un grupo de monjes, a una gran ciudad para participar en unas jornadas sobre la meditación y el desapego de lo material.

Habló sobre lo fácil que es vivir con poco, sin lujos, sin las necesidades impuestas por el consumismo desmedido. Contó que él apenas tenía muebles o ropas y era muy feliz.

Tras acabar las jornadas, el maestro y sus alumnos se fueron al aeropuerto para coger el avión de regreso. Como tenían dos horas libres decidieron entrar en un centro comercial, pues la mayoría de ellos nunca había estado en ninguno.

Pasearon por los pasillos observando todos los productos que les rodeaban, y cuando ha había transcurrido más de una hora decidieron que era momento de irse, pero no encontraban al maestro por ningún lado.

Finalmente lo descubrieron yendo por los pasillos, tocando la mayoría de objetos, examinándolos, interesándose por ellos… incluso llegó a preguntar a algún vendedor por el precio o utilidad de los mismos.

Asombrados por aquel comportamiento, ninguno se atrevió a decir nada y, lentamente, se dirigieron a la salida para esperarlo allí.

Cuando ya apenas faltaban unos minutos para embarcar, observaron que el maestro salía tranquilamente del centro comercial y se dirigía hacia ellos.

—Bien, hermanos, se ha hecho un poco tarde, creo que ya es hora de marchar hacia casa —les dijo.

Todos se quedaron en silencio. En realidad, ninguno de los alumnos se atrevía a decir nada, pero no entendían que justamente él hubiera caído en las redes del consumismo.

Finalmente, uno de ellos, el más joven, se atrevió a hablar.

—Maestro, ¿puedo hacerle una pregunta?

—Claro, adelante.

—¿Cómo es que usted, que cultiva la austeridad, ha estado tanto tiempo observando todo lo que había allí dentro?

—Es que me he quedado maravillado de todas las cosas que existen y no necesito.

Cuento sufí

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El engaño (Antonio Machado)

El engaño (Antonio Machado)

El hombre sólo es rico en hipocresía. En sus diez mil disfraces para engañar confía; y con la doble llave que guarda su mansión para la ajena hace ganzúa de ladrón.
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José María Aznar, el vino & la DGT

José María Aznar, el vino & la DGT

"¿Y quién te ha dicho que quiero que conduzcas por mí?"

"Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás"



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La falsedad (Cicerón)

La falsedad (Cicerón)

Las vanas pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho.
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Cita de José Luis Sampedro

Hay dos clases de economistas; los que quieren hacer más ricos a los ricos y los que queremos hacer menos pobres a los pobres.

- José Luis Sampedro, economista y escritor -

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Cuento - "Una caña de bambú para el más tonto"

Existía un próspero reino en el norte de la India. Su monarca había alcanzado ya una edad avanzada. Un día hizo llamar a un yogui que vivía dedicado a la meditación profunda en el bosque y dijo:

-Hombre piadoso, tu rey quiere que tomes esta caña de bambú y que recorras todo el reino con ella. Te diré lo que debes hacer. Viajarás sin descanso de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y de aldea en aldea. Cuando encuentres a una persona que consideres la más tonta, deberás entregarle esta caña.

-Aunque no reconozca otro rey que mi verdadero yo interior, señor, habré de hacer lo que me dices por complacerte. Me pondré en camino enseguida.

El yogui cogió la caña que le había dado el monarca y partió raudo. Viajó sin descanso, llegando sus pies a todos los caminos de la India. Recorrió muchos lugares y conoció muchas personas, pero no halló ningún ser humano al que considerase el más tonto.

Transcurrieron algunos meses y volvió hasta el palacio del rey. Tuvo noticias de que el monarca había enfermado de gravedad y corrió hasta sus aposentos. Los médicos le explicaron al yogui que el rey estaba en la antesala de la muerte y se esperaba un fatal desenlace en minutos.

El yogui se aproximó al lecho del moribundo. Con voz quebrada pero audible, el monarca se lamentaba:

-¡Qué desafortunado soy, qué desafortunado! Toda mi vida acumulando enormes riquezas y, ¿qué haré ahora para llevarlas conmigo? ¡No quiero dejarlas, no quiero dejarlas!

El yogui entregó la caña de bambú al rey.

Cuento clásico de la India

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Cita - La calumnia y la verdad

“Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes.”

Jacinto Benavente, “La ciudad alegre y confiada” (obra de teatro, 1916)

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Cita - Temores

Cita - Temores

"A cada día le bastan sus temores, y no hay por qué anticipar los de mañana".

Charles Péguy



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Fábula - El lobo y el cordero

“Había una vez un lobo que vio a un cordero en la orilla de un río y quiso comérselo ofreciendo un pretexto simple pero verosímil. A pesar de estar río arriba, le acusó de no dejarle beber al revolver el agua. El cordero contestó que al estar el lobo río arriba y el más abajo, no era posible que así fuera.

Al ver el fracaso, el lobo acusó al cordero de haber insultado a sus padres el año anterior, a lo que el cordero contestó que hacía un año el aún no había nacido. El lobo dijo entonces que, aunque el cordero se justificaba muy bien, no le dejaría ir y no iba a dejar de comérselo".

A menudo, aquellos que quieren provocarnos daño, no se van a detener independientemente de nuestros argumentos o de que sea o no justo.

Fábula de Esopo

Fuente

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Luces de bohemia, de Valle Inclán

MAX: ¡Es horrible!

EL PRESO: Van a matarme... ¿Qué dirá mañana esa Prensa canalla?

MAX: Lo que le manden.

EL PRESO: ¿Está usted llorando?

MAX: De impotencia y de rabia. Abracemonos, hermano.

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Cita - "La llamada del ángel"

“-Tú decides.

-No me dejas elección.

-Siempre tenemos elección. Es más, somos la suma de nuestras elecciones.” 

Guillaume Musso, “La llamada del ángel (2011)

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Cita - "El prisionero del cielo"

“Hay épocas y lugares en los que no ser nadie es más honorable que ser alguien.”

Carlos Ruiz Zafón, “El prisionero del cielo” (2011)

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Cuento - "Increíble"

Una pareja que acababa de tener un niño decidió ponerle el nombre de Increíble, pues tenía la certeza de que a lo largo de su vida iba a hacer cosas realmente extraordinarias.

El caso es que el niño fue creciendo hasta convertirse en un adulto, pero al contrario de lo que habían pensado sus padres, su vida no se había caracterizado por hacer nada fuera de lo común.

Cuando acabó los estudios se casó con su novia de siempre, a los pocos años tuvieron dos hijos: un niño y una niña. Mantuvo durante toda su vida el mismo trabajo y siempre estuvo con los mismos amigos, pero el tiempo pasaba y no ocurría nada que pudiera ser calificado de increíble.

De hecho, muchos de sus compañeros y amigos, de vez en cuando, le hacían bromas en relación a su nombre, pues no coincidía con el estilo de vida que llevaba.

Pero lo peor de todo era cuando, por alguna razón, le tocaba decir su nombre y la gente le preguntaba por el significado del mismo. Él no sabía qué contestar, pues en realidad, haciendo un repaso a su vida no había conseguido nada digno de calificarlo como increíble.

Poco a poco fue pasando el tiempo y sus hijos se hicieron mayores y, a la vez, tuvieron también hijos, por lo que Increíble se convirtió en un amable abuelo.

-Abuelo, ¿y a ti por qué te llaman Increíble? -le preguntaban sus nietos muchas veces.

-Pues la verdad es que no lo sé -respondía él resignado.

Los años fueron pasando hasta que finalmente se jubiló de su trabajo de toda la vida.

Dedicó todo su tiempo libre a sus nietos, a sus hijos, a su mujer... pero se dio cuenta de que cada vez se hacía más mayor y de que, al final, no había conseguido hacer nada increíble.

Por esa razón le pidió a su esposa un favor: que el día que muriera no pusiera su nombre en la lápida, pues no quería ser objeto de burlas ni risas de nadie. Le dijo que, en lugar de eso, pusiera alguna frase, cualquier cosa que ella quisiera.

Al tiempo, Increíble, ya muy mayor, murió, y su mujer hizo lo que le había prometido: en lugar de poner su nombre en la lápida, escribió lo siguiente:

“Aquí yace un hombre que le fue fiel a su esposa durante toda su vida, que cuidó a su familia en todo momento, que nunca traicionó a ningún amigo y que trabajó duramente más de 40 años para que a sus seres queridos nunca les faltase nada”.

Y ocurrió que cuando la gente pasaba por el cementerio y leían la placa decían: ¡Increíble!

Cuento recogido en “Cuentos para entender el mundo”, Autor desconocido

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Cita atribuida a George R.R. Martin

"Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una"

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Cita - "La orden del temple"

"Es muy fácil echar la culpa a los políticos y a la ambición, de todos los conflictos que ha habido a lo largo de la historia -dijo-, y naturalmente, han tenido parte del protagonismo, pero la religión ha sido siempre el fuego que ha mantenido encendida la hoguera de la intolerancia y el odio, y que nos ha impedido avanzar y lograr cosas mejores, pero, sobre todo, nos ha impedido aceptar en qué nos hemos convertido realmente, aprovechar todo lo que la ciencia nos ha enseñado y todavía nos enseña, y obligarnos a ser responsables de nuestros actos."

Raymond Khoury, "La orden del temple" (2005)

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Fragmento - "El arte de amargarse la vida"

Fragmento - "El arte de amargarse la vida"

«Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así, pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizá tenía prisa. Pero quizá la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como este le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo.

Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir: “Buenos días”, nuestro hombre le grita furioso: “¡Quédese usted con su martillo!”.»

Paul Watzlawick, "El arte de amargarse la vida" (1983)

Biografía

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Cita de José Luis Sampedro

“Hay culturas periféricas donde el ser algo es más importante que el tener algo. Mientras que aquí no se es más que lo que se tiene y el que no tiene, no es”.

José Luis Sampedro

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