Frases y fragmentos de libros
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Cita de "Alegría"

Cita de "Alegría"

"Al capitalismo hay que robarle siempre, porque por mucho que le robes jamás podrás robarle tanto como él te roba a ti, pues te roba la alegría, y la alegría tiene un precio incalculable".

Manuel Vilas, “Alegría” (2019)



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Cita de José Luis Sampedro

“Yo no puedo decir si hay Dios o no. Creo que no, pero no tengo seguridad. Ahora, tengo la seguridad de que el Dios que nos vende el Vaticano es falso, y lo compruebo leyendo la Biblia con la razón y no con la fe. Cuando creemos lo que no vemos, acabamos por no ver lo que tenemos delante.“

José Luis Sampedro 

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Cuento - "El anillo del equilibrio"

Existía, en un país muy lejano, un rey que no era capaz de mantener el equilibrio entre la alegría y la tristeza. Cuando algo bueno le sucedía, no cabía en sí de gozo, lo celebraba por todo lo alto y de forma incluso desmedida; pero, en cambio, cuando algo malo ocurría, se deprimía tanto que podía pasar varios días en cama.

Harto de esta situación, prometió mil monedas de oro a aquella persona capaz de fabricar un anillo que le ayudara a tolerar mejor las malas situaciones y a no celebrar de forma tan exagerada las buenas. Un anillo para encontrar el equilibrio en sus emociones.

Durante semanas fueron pasando por palacio todo tipo de personas: famosos joyeros, magos, hechiceros, artesanos… Todos ellos le trajeron centenares de anillos distintos: fundidos en oro, en plata, con piedras preciosas, de distintas formas y colores… pero ninguno de ellos era capaz de proporcionar al rey el equilibrio que necesitaba.

Cuando habían pasado ya casi dos meses y todos se habían dado por vencidos, llegó al reino un viajero que solicitó audiencia.

—¿Qué deseáis? —le preguntaron los guardias.

—Quiero ver a su majestad, pues tengo el anillo que ha estado buscando durante todo este tiempo.

Extrañados, le comunicaron la noticia al rey y este finalmente aceptó.

Aquel viajero entró en palacio ante la mirada de todos los cortesanos. Avanzó lentamente hasta el trono, y, con una voz suave, dijo:

—Majestad, tengo aquí el anillo que necesita. A mí me ha servido desde hace años para mantener el equilibrio en todo momento. Cada vez que me encontraba muy triste o muy alegre, lo observaba durante unos minutos.

Lentamente se lo quitó para dárselo al rey.

Este, nada más cogerlo, se dio cuenta de que era un simple anillo de bronce, sin ningún valor económico aparente y sin ninguna característica especial hasta que, de pronto, se quedó mirando las tres palabras que había escritas en su superficie. Las leyó, sonrió y se lo puso.

—Gracias, viajero, este es justo el anillo que necesito.

Y dirigiéndose a todos los cortesanos exclamó:

—Este hombre ha traído el anillo que tanto tiempo he estado buscando. Un simple anillo de bronce, un anillo que tiene tres palabras escritas, las mismas tres palabras que quiero que a partir de ahora se incluyan en mi escudo real: «Esto también pasará».

Adaptación de Eloy Moreno de cuento sufí.

(Dedicado a un buen usuario y mejor persona que nos lee y nos acompaña en silencio.)

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Cita de John Wesley

Cita de John Wesley

“La pasión y el prejuicio gobiernan el mundo, pero bajo el nombre de la razón”.

Atribuida a John Wesley

Biografía

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Fragmento - Hacia rutas salvajes

“Son demasiadas las personas que se sienten infelices y que no toman la iniciativa de cambiar su situación porque se las ha condicionado para que acepten una vida basada en la estabilidad, las convenciones y el conformismo.” 

Jon Krakauer, “Hacia rutas salvajes” (1996)

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Cuento - La oveja negra

Había un pueblo donde todos eran ladrones.

A la noche cada habitante salía con la ganzúa y la linterna, e iba a desvalijar la casa de un vecino. Volvía al alba y encontraba su casa desvalijada.

Y así todos vivían en amistad y sin lastimarse, ya que uno robaba al otro, y este a otro hasta que llegaba a un último que robaba al primero. El comercio en aquel pueblo se practicaba solo bajo la forma de estafa por parte de quien vendía y por parte de quien compraba.

El gobierno era una asociación para delinquir para perjuicio de sus súbditos, y los súbditos por su parte, se ocupaban solo en engañar al gobierno. Así la vida se deslizaba sin dificultades y no había ni ricos ni pobres.

No se sabe cómo ocurrió, pero en este pueblo se encontraba un hombre honesto. Por la noche en vez de salir con la bolsa y la linterna se quedaba en su casa a fumar y leer novelas.

Venían los ladrones, veían la luz encendida y no entraban.

Esto duró poco pues hubo que hacerle entender que si él quería vivir sin hacer nada, no era una buena razón para no permitir que los demás lo hicieran. Cada noche que él pasaba en su casa, era una familia que no comía al día siguiente.

Frente a estas razones el hombre honesto no pudo oponerse. Acostumbró también a salir por las noches para volver al alba, pero insistía en no robar. Era honesto y no quedaba nada por hacer. Iba al puente y miraba correr el agua. Volvía a su casa y la encontraba desvalijada.

En menos de una semana el hombre honesto se encontró sin dinero, sin comida y con la casa vacía.

Pero hasta aquí nada malo ocurría porque era su culpa: el problema era que por esta forma de comportarse todo se desajustó. Como él se hacía robar y no robaba a nadie, siempre había alguien que volviendo a su casa, la encontraba intacta, la casa que él hubiera debido desvalijar.

El hecho es que, poco tiempo después, aquellos que no habían sido robados encontraron que eran más ricos, y no quisieron ser robados nuevamente. Por otra parte aquellos que venían a robar a la casa del hombre honesto la encontraban siempre vacía. Y así se volvían más pobres.

Mientras tanto, aquellos que se habían vuelto ricos tomaron la costumbre también ellos, de ir al puente por las noches para mirar el agua que corría bajo el puente. Esto aumentó la confusión porque hubo muchos otros que se volvieron ricos y muchos otros que se volvieron pobres.

Los ricos, mientras tanto, entendieron que ir por la noche al puente los convertía en pobres y pensaron -paguemos a los pobres para que vayan a robar por nosotros-. Se hicieron contratos, se establecieron salarios y porcentajes: naturalmente siempre había ladrones que intentaban engañarse unos a otros. Pero los ricos se volvían más ricos y los pobres más pobres.

Había ricos tan ricos, que no tuvieron necesidad de robar ni de hacer robar para continuar siendo ricos. Pero si dejaban de robar, se volvían pobres, porque los pobres les robaban. Entonces pagaron a aquellos más pobres que los pobres para defender sus posesiones de los otros pobres, y así instituyeron la policía, y constituyeron las cárceles.

De esta manera, pocos años después de la aparición del hombre honesto, no se hablaba más de robar o de ser robados, sino de ricos y pobres. Y sin embargo eran todos ladrones.

Honesto había existido uno y había muerto enseguida, de hambre.

Italo Calvino

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Cómo tratar a los herejes

Matadlos a todos, Dios ya reconocerá a los suyos.

Arnaud Amaury, monje cisterciense, legado personal del papa Inocencio III para la cruzada contra los herejes cátaros.

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Cita de "El último deseo"

“Comprendí que el orgullo y la arrogancia, aunque son una defensa para ser diferente, son una lamentable defensa.”

Andrzej Sapkowski, “El último deseo” (1992)

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Recordar

"Cuando recordar no pueda, ¿dónde mi recuerdo irá? Una cosa es el recuerdo y otra cosa es recordar?

Antonio Machado

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Alegoría judía

Cuenta una antigua alegoría judía, que una vez un hombre muy rico fue a pedirle un consejo a un rabino.

El rabino le tomó la mano, lo acercó a la ventana y le dijo:

-Mira.

El rico miró por la ventana a la calle.

El rabino le preguntó:

-¿Qué ves?

El hombre le respondió:

-Veo gente.

El rabino volvió a tomarlo de la mano y lo llevó ante un espejo y le dijo:

-¿Qué ves ahora?

El rico le respondió:

-Ahora me veo yo.

-¿Entiendes?, dijo el rabino. En la ventana hay vidrio y en el espejo hay vidrio, pero el vidrio del espejo tiene un poco de plata y cuando hay un poco de plata, uno deja de ver gente y comienza a verse solo a sí mismo.

Anónimo

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Cita de "Sapiens: De animales a dioses"

Cita de "Sapiens: De animales a dioses"

“Es relativamente fácil ponerse de acuerdo en que solo Homo sapiens puede hablar sobre cosas que no existen realmente, y creerse seis cosas imposibles antes del desayuno. En cambio, nunca convenceremos a un mono para que nos dé un plátano con la promesa de que después de morir tendrá un número ilimitado de bananas a su disposición en el cielo de los monos.”

Yuval Noah Harari, “Sapiens: De animales a dioses” (2011)

Biografía



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Amnistía y transición

La amnistía de la Transición sirvió para ir a esperar la salida de nuestros presos de las cárceles franquistas, pero por esa misma amnistía se nos colaron después torturadores y asesinos"

Jesús Vicente Aguirre

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El deudor ateniense

En Atenas, un acreedor reclamaba la deuda a su deudor, éste, al principio, le pedía que le concediese un plazo, afirmando que estaba en un apuro. Como no logró convencerle, trajo una marrana, la única que tenía, y delante de aquél la puso en venta. Acercóse un comprador y preguntó si la marrana era fértil, aquél dijo que no sólo paría, sino que lo hacía de modo singular; pues en los Misterios paría hembras, y en las Panateneas, machos. Asombrado el comprador ante lo dicho, el acreedor añadió: «Y no te maravilles, porque ésta en las Dionisias te parirá cabritos.»

Esopo

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Tyke (J. Kerouac)

Tyke (J. Kerouac)

«Cuando nos quedamos solos, me dice: ‘Tu madre ha escrito, tu gato ha muerto’. Normalmente, la muerte de un gato no significa gran cosa para la mayoría, y mucho para bien pocos, pero para mí, tratándose de ese gato, y no miento, sinceramente fue como la muerte de mi hermano pequeño. Quería a Tyke con todo mi ser. Era mi niño, de pequeño se dormía en la palma de mi mano con la cabeza colgando, se pasaba horas ronroneando mientras le sujetaba así, andando o sentado. Era como un trozo de pelo blando alrededor de mi muñeca, bastaba con enrollarle alrededor de mi brazo y empezaba a ronronear y a ronronear, e incluso cuando creció seguía sujetándole así, podía sujetar a ese gato grande con ambas manos y alzarle por encima de mi cabeza y seguía ronroneando, confiaba totalmente en mí. Cuando dejé Nueva York por mi cabaña en el bosque, le besé con cuidado y le pedí que me esperara: ‘Attends pour mue kittingoo’ (N.T.: Espérame, gatito). Pero mi madre decía en la carta que murió LA NOCHE DESPUÉS DE IRME».

Big Sur - Jack Kerouac

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Un sutil arte...

La política es el sutil arte de conseguir votos de los pobres y hacer campaña con base al capital de los ricos, prometiendo proteger a uno del otro.

Oscar Ameringer.

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Ambrose Bierce - Justicia y otras

-Justicia:

Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.

-Abandonado:

El que no tiene favores que otorgar. Amigo de la verdad y el sentido común.

-Amistad:

Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.

-Arena:

En política, ratonera imaginaria donde el estadista lucha con su pasado.

-Autoestima:

Evaluación errónea.

-Autoevidente:

Evidente para uno mismo y para nadie más.

-Hombre:

Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadá.

-Libertad:

Uno de los bienes más preciosos de la Imaginación, que permite eludir cinco o seis entre los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad. Condición política de la que cada nación cree tener un virtual monopolio. Independencia. La distinción entre libertad e independencia es más bien vaga, los naturalistas no han encontrado especímenes vivos de ninguna de las dos.

Ambrose Bierce, “El diccionario del diablo” (De 1881 a 1906)

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Cita de Paul Masson-Oursel

“Hay ciertas personas que jamás se despojan de su orgullo, cuando pasan revista a sus defectos, lo hacen a caballo”.

Atribuida a Paul Masson-Oursel

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Cuento - "El rey generoso"

Un rey muy poderoso, que un día se aburría, convocó a un derviche y le pidió que le contara una historia.

- Majestad – respondió el derviche – le contaré la historia de un rey que fue el más generoso de todos los tiempos, porque si os parecéis a él seréis ciertamente el más grande de todos los reyes vivos.

Se sintió crecer una gran tensión entre los que escuchaban este intercambio de palabras, porque nadie hablaba así al rey. Era costumbre regalarle los oídos diciéndole que ya era el más grandioso rey vivo, porque por su puesto poseía las más grandes cualidades en un grado nunca igualado.

- Cuéntame esa historia – replicó el rey, visiblemente enfadado – pero ten mucho cuidado, porque si tu historia no está a la altura de tus palabras se te cortará la cabeza por haber calumniado a tu rey.

El derviche, sin dejarse intimidar lo más mínimo, contó entonces la larga historia de un rey que sacrificó su reino e incluso su propia persona para que nunca nadie pudiera sufrir por su causa.

Después de escuchar esta historia, que le había cautivado, el rey olvidó sus amenazas y declaró:

- He aquí un excelente cuento, derviche, del que sabré sacar buen provecho. Tú no puedes sacar partido de él porque no posees nada y no tienes nada para dar. Has renunciado a todo y no esperas nada más de esta vida. Pero yo, yo soy un rey, rico y poderoso, y verás que puedo mostrarme el más generoso de todos, más de lo que jamás podrías imaginar. Sígueme y mira bien lo que voy a hacer.

El rey se fue a lo alto de una colina que podía verse desde toda la ciudad y convocó allí a sus mejores arquitectos, ordenándoles construir una inmensa edificación compuesta por una gran sala central rodeada por un muro con cuarenta ventanas. Después ordenó que se trasladara una parte importante de su tesoro al interior de este edificio. Todos los medios de transporte fueron movilizados para transportar montones de piezas de oro, lo que llevó mucho tiempo.

Una vez que todo estuvo listo, el rey hizo anunciar por todo el reino que cada día él aparecería en cada ventana con el fin de distribuir sus riquezas entre los indigentes del reino.

Rápidamente la noticia se extendió, y cada día los necesitados se presentaban alrededor de las numerosas ventanas para recibir algunas monedas de oro de las manos del soberano.

Al cabo de varios días, el rey reparó en la jugada de un hombre, claramente un derviche, que cada día venía, cogía una pieza de oro y después se iba, sin siquiera dar las gracias al rey, al contrario que los demás mendigantes.

El rey se sorprendió de ver a tal hombre venir así para coger piezas de oro. Al principio, encontró buenas razones, diciéndose que era sin duda para distribuir aquellas piezas a algunos pobres, que era una forma de caridad. Pero la sospecha fue tejiendo lentamente su red, y al final de una cuarentena de días, su paciencia al límite, el rey se irritó abiertamente de este jueguecito e interpeló al derviche:

- ¡Especie de ingrato! ¿No sabes dar las gracias por lo que hago? ¿No puedes inclinarte como los otros? Vienes día tras día a recibir una pieza de oro, ¿no podrías por lo menos sonreír como signo de agradecimiento? ¿Hasta cuándo va a durar esto? ¿Es que por casualidad te aprovechas de mi generosidad para hacerte rico, o para practicar la usura? ¡Tu comportamiento no es digno de un derviche! ¡Llevas ese atuendo remendado para engañarnos mejor!

En cuanto hubo pronunciado esas palabras, el derviche sacó las cuarenta piezas de oro de su bolsa y las tiró a los pies del rey:

- ¡Recupera tu oro, rey generoso! Y sabed que la generosidad no tiene sentido sin tres condiciones.

Dar sin experimentar el sentimiento de ser generoso.

Dar sin esperar nada a cambio.

Dar sin dudar nunca de nadie.

¿Sabrás tú, jamás, ser generoso?

Cuento sufí

¿Esperamos siempre algo a cambio? 

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Cuento - La Tristeza y la Furia

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta en un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…

Había una vez un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente.

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañars, haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, entraron al estanque.

La furia, apurada, como siempre está la furia, urgida, sin saber por qué, se bañó rápidamente y, más rápidamente aún, salió del agua. Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró.

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza, y así, vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro, o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo, con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que, desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad, está escondida la tristeza.

Cuento zen

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La religión y Schopenhauer

"Las religiones, como las luciérnagas, necesitan la oscuridad para brillar"

Arthur Schopenhauer

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Su complejo de culpa es un falso concepto

Su complejo de culpa es un falso concepto de Dios y de la vida.

Ni Dios, ni la Vida, no lo castigan ni lo juzgan.

Usted lo hace consigo mismo con sus falsas creencias, su pensamiento negativo y su condena de sí mismo.

Joseph Murphy

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Para vivir

Para vivir, hay que aprender que el agua vuelve al mar

Y que sufrir también es parte de este caminar

Se recomienda no pensar tanto y crecer sin hacerse mayor

Que entre tanta dudosa certeza, cuanto más te equivoques mejor.

Juan Gómez Canca

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Cita de Stendhal

Cita de Stendhal

 

“Las religiones son fundadas en el miedo de muchos y en la vivacidad de pocos”.

Stendhal

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Dylan Thomas

(...) quería escribir poesía porque me había enamorado de las palabras. Los primeros poemas que conocí fueron canciones infantiles, y antes de poder leerlas, me había enamorado de sus palabras, sólo de sus palabras. Lo que las palabras representaban, simbolizaban o querían decir tenía una importancia muy secundaria; lo que importaba era su sonido cuando las oía por primera vez en los labios de la remota e incomprensible gente grande que, por alguna razón, vivía en mi mundo

.Sobre Dylan

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Lógica y matemáticas

"La lógica y las matemáticas no son más que las estructuras lingüísticas especializadas."

Jean Piaget.

menéame