Hubo un tiempo en que la voz de Linda Ronstadt flotaba en el aire de California, llevando consigo la energía inquieta de una generación ansiosa de algo genuino. Se subía a pequeños escenarios con una soprano clara y poderosa que parecía a la vez íntima e inflexible, atrayendo a los oyentes y dejándoles con ganas de más. Mucho antes de los elogios y de ser incluida en el Salón de la Fama, era una joven artista con instinto para mezclar las tradiciones del country con el espíritu crudo del rock, haciéndose un hueco en una escena de hombres.
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Reclamaciones a deepl