El nombre de un bebé se asigna al nacer; nadie lo pone en duda. Pero el sexo de un bebé no se “asigna”; se determina en la concepción y se observa al nacer, primero mediante el examen de los órganos genitales externos y luego, en caso de duda, mediante un análisis cromosómico. [...] Nunca está justificado falsear los hechos al servicio de una causa social o política, por justa que sea. Si la causa es realmente justa, entonces puede defenderse aceptando plenamente los hechos del mundo real.
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Y esto es biología básica.
A pastar.