Resulta muy difícil comprender la política española desde el extrarradio (hablemos claro, todo lo que no sea Madrid) sin asumir antes cómo funciona el ecosistema mediático, político y económico de la capital. Pero lo que se antoja imposible, a la vista de todo lo que ha sucedido durante la última década en España, es que la burbuja madrileña, donde se mezclan todos los poderes posibles, comprenda que sus obsesiones no tienen por qué ser las de todo el país.
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