Eléctricas y Estado planearon en los 70 varios proyectos de energía atómica en Asturies, Euskadi, Cantabria y Galicia. Se trataba de aprovechar la proximidad al mar Cantábrico para refrigerar los reactores y ubicar las centrales en zonas con espacio disponible y buena conexión eléctrica con las ciudades y las industrias. Los proyectos prometían empleo y desarrollo, pero también traían consigo el miedo a un impacto paisajístico y ambiental irreversible. Hablamos de una época en la que la conciencia ecológica era aún incipiente, pero donde el ape
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Sensacionalismo barato para quien no piensa y necesita argumentos de confirmación.
Colocar 3.000 aerogeneradores que dan la misma energía no causa impacto paisajístico.
¿Irreversible? Pues viendo Zorita se ve que no.