La idea se la dio un amigo. Cuando la relación empezó a torcerse, le recomendó que firmaran una hoja de consentimiento cada vez que se produjera un encuentro íntimo. Él buscó un modelo de documento con ayuda de ChatGPT (inteligencia artificial) y se lo descargó. Al principio fue «un juego», un papel en blanco donde ella ponía su nombre, dirección, número de DNI y el horario, y en el que ambos estampaban sus firmas. Hasta llegaron a utilizar Alexa para controlar los tiempos del sexo autorizado.
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