Hace 10 años | Por Delapluma a perezreverte.com
Publicado hace 10 años por Delapluma a perezreverte.com

Me gusta observar el paso migratorio de esa especie en extinción: el digno jubilado de toda la vida, abuelo clásico cuya indumentaria sigue siendo canónica. No pueden ustedes imaginar el respeto que les tengo. Ellos,...

Comentarios

D

Hay que ser gilipollas. Con lo a gusto que voy los fines de semana con mis pantalones cortos y mi camisa por fuera del pantalón junto a y mi señor padre con su chaqueta y su corbata.

Quizás trabajar toda la semana vestido de "romano" me empuje inexorablemente a desarraparme un poco los fines de semana, al igual que haber trabajado toda la vida con un mono de trabajo y las manos manchadas de grasa te empujen a querer ir como un pincel los domingos.

Y que de puta madre, oiga.

edmond_dantes

#1 Consuélate, por lo menos no te llama foca que falla trágicamente en su cometido vital de excitarle sexualmente emulando a Sofía Loren con su faja y sus tacones. Y su ropa de hace 60 años.

http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/156/mujeres-como-las-de-antes/

Don Arturo, viejuno fashion police.

nilien

#2 Pues mira que bien, por suerte para las mujeres los macho-nostálgicos de este calibre están en vías de extinción. Todavía recuerdo haber leído una columna suya en la que hablaba de haber dejado que una mujer pelirroja se duchara en su cuarto, cuando era reportero de guerra. Y que se había dado el gustazo de mirarla mientras lo hacía. A una mujer que si no la habían violado habría estado cerca, o en peligro de otras muchas maneras. Y el cabrón se da el gustazo porque él lo vale, sin el más mínimo asomo de darle la menor importancia de lo que esa intromisión supone para alguien que vive amenazado y entre depredadores. Todo un caballero...

M

#6 Se llamaba Jasmina, Yasmina o algo así y la mataron y es evidente que no tienes ni puta idea del artículo. Vuelvete a leerlo y no hagas el gamba. Indocumentado. Que sabrás tu de aquel Sarajevo.

nilien

#7 Me he leído el artículo otra vez, y como dices, lo recordaba mal. En parte, he dejado que la rabia y el cabreo que he sentido al leer el enlace que ha puesto #2 se me traspasaran a lo otro. Pero te diré que la primera vez que leí el artículo sobre Jasmina era una adolescente, y me desagradó profundamente, me asqueó. Puede que lo que yo sentí no se correspondiera del todo con la situación, el contexto, la guerra, el peligro, la confianza o la no confianza que se estableció entre Reverte y Jasmina o lo que sea. Pero lo que yo pensé al leerlo, y lo que se me quedó dentro, punzante, y que ha seguido ahí (ha salido ahora, todos estos años después, exagerado, distorsionado, y todo lo que tu quieras, pero ahí seguía) fue la idea "¿Por qué no la deja en paz? ¿Por qué tiene que mirarla desnuda, en la ducha? ¿No puede dejarle ni siquiera esa intimidad, esos segundos o minutos a solas? ¿Ni siquiera cuando es más vulnerable?" Pues eso, que igual Reverte no hizo mucho mal, comparado con lo que otros le hicieron a Jasmina, y sólo cuenta la historia, está siendo honesto, es un contexto de guerra, y blabla. Pero sumas esto, y el enlace del paseíllo con Marías por Sol en plan las mujeres no llevan ya taconazos y se niegan a contonearse como antes y a darnos el gusto... y qué quieres que te diga, que me puedo retractar del tono y de la bilis, y de que tendría que haber dicho algo parecido con más tacto y otras palabras, pero no de lo esencial. Que es que a mí me dolió y me sigue doliendo la forma en que Reverte habla y se jacta de estas cosas, que yo las he sufrido en mis carnes, a pequeña escala (no, no sé lo que fue Sarajevo, ni la guerra). Y que como muchas otras mujeres, ya estoy harta, y me cabreo. Y que me parece mal, muy mal, y que ya vale. Y no soy una indocumentada, ni superficial, en todo caso ocasionalmente un poco bocazas. Pues eso...

M

#6 Para probar lo simple y indocumentado y superficial que eres, ahí va el artículo al que te refieres. Léase y luego léase tu comentario. Y como tu, buena parte de los meneadores tergiveradores antireverte de boquilla. Que hablan sin saber de qué coño hablan.
http://arturoperez-reverte.blogspot.com.es/search/label/1994-34%20Jasmina

M

Como no me funciona el enlace, me parece, lo meto entero. Ahora leed el #6 y comparad lo que dice con el artículo real. Aparte que está escrito de putísima madre.

Jasmina

La mataron hace dos años justos. Era Sarajevo en la época dura, agosto del 92, cuando las bombas en las colas del agua y el pan, con veinte o treinta muertos diarios y centenares de heridos que se amontonaban, sin luz y sin medicamentos, en los pasillos del hospital de Kosovo. Aunque de nombre y origen musulmán, Jasmina era rubia tirando a pelirroja, y tenía pecas en la cara y en los hombros. Un día estábamos Paco Custodio y Miguel de la Fuente, cámaras de TVE, y el arriba firmante sentados contra el muro de una mezquita demolida a bombazos en la plaza Bascarsija, cuando se acercó Jasmina a pedirnos un cigarrillo. Después preguntó quién era el jefe y sugirió que echásemos un polvo.

No había entonces mucha prostitución en Sarajevo, a pesar del hambre y la miseria; la gente se buscaba la vida manteniendo bastante bien su dignidad. Había chicas que ganaban dinero ofreciéndose como intérpretes a los periodistas en el Holiday Inn, y a menudo intercambiaban con ellos algo más que palabras; pero se trataba, a fin de cuentas, de una relación laboral equitativa, poco más o menos. El caso de Jasmina no era frecuente. Y fue justo eso lo que me sorprendió. Conversamos, se comió uno de nuestros paquetes de galletas, se probó mi casco de kevlar y se guardó en el bolso -un enternecedor bolso de plástico, como el de las niñas- el segundo cigarrillo sin encenderlo, igual que había hecho con el anterior.

Entonces me contó su historia en mal italiano una historia que en aquella ciudad fantasma resultaba poco original: veintitrés años, un padre inválido y sin tabaco, la guerra, el hambre. Jasmina no era exactamente una prostituta, sino que se movía un poco de acá para allá, a pesar de los bombardeos -era una experta en intuir la llegada de los morteros serbios-, consiguiendo algo de vez en cuando. Su precio era tan relativo como todo en aquella ciudad y en aquella guerra: una lata de conservas, un paquete de cigarrillos. Nunca dinero. El dinero que Jasmina podía ganar en Sarajevo no valía para nada.

Prometí conseguirle más tabaco para su padre, y por la noche se presentó en el Holiday Inn vestida de negro para eludir a los francotiradores. Le di un paquete de raciones militares y medio cartón de cigarrillos. Por aquellos días aún había a ratos agua corriente en las habitaciones, el único lugar de Sarajevo que gozaba de ese lujo, y me pidió permiso para darse la primera ducha en más de un mes. Subió a mi habitación, se desnudó en ella y se puso bajo el chorro de agua mientras yo me quedaba apoyado en la puerta, porque era un gustazo mirarla. Tenía un cuerpo blanco y hermoso, con pecas en los hombros y la espalda, y unos pechos pesados y firmes. Nadie es de piedra ni santo varón, e ignoro lo que habría ocurrido en otras circunstancias, pero hay cosas que no se pueden hacer, lujos que uno no debe permitirse a cambio de medio cartón de cigarrillos y una ración de comida. Así que cuando salió de la ducha regresamos abajo, al bar del hotel, y nos bebimos doscientos coñacs con Miguel y Custodio a la luz de una vela mientras los serbios sacudían fuerte, afuera. Después, con su medio cartón y su ración de comida, Jasmina nos dio un beso y se largó corriendo, entre las sombras.

Aún nos la encontramos por la ciudad un par de veces, y siempre le dábamos cigarrillos. Y un día de esos con muchos muertos nos fuimos, como cada vez, a filmar la colecta diaria en la morgue del hospital de Kosovo, y entonces Miguel, que estaba con la cámara al hombro filmando muertos para el telediario de las tres, se vino hacia mí y dijo: echa un vistazo a ver si la conoces. Y eché un vistazo y, en efecto, la conocía. Jasmina estaba en la trasera de un Volkswagen Golf, con un vestido de domingo y su bolsito de plástico y las piernas desnudas colgando sobre el parachoques trasero, con una costra de sangre seca a un lado de la cara, mucho más pálida que bajo la ducha de mi habitación del Holiday Inn. Y tenía los ojos abiertos y ya no sonreía ni volvería a hacerlo nunca.

Miguel, creo, tiene una foto en que estamos ella y yo, y lleva puesto mi casco. Y Miguel se ofreció a regalarme esa foto, pero le dije que se la guardase, gracias, la foto de Jasmina con mi casco puesto. Y hoy he visto en la tele a un ministro español de Exteriores que se llama Javier Solana diciendo que lo de Ruanda es intolerable. Recuerdo que, cuando lo de Jasmina, también oí decir al mismo fulano que aquello era intolerable. A mí, quienes me parecen intolerables son los bocazas sonrientes que llevan tres años autojustificando su impotencia con tan escasa vergüenza. Pero a lo mejor es que yo vi ducharse a Jasmina y ellos no.

21 de agosto de 1994

Nitros

¿Dice que la camiseta, las bermudas y las chanclas en jubilados les delata como españoles? Que poco mundo que ha visto este señor.

Yo me considero experto en moda viejuna por razones que no vienen al caso, y os yayos suelen estar mil veces más buenorros enseñando sus "piernas flacas" que con los pantalones de ralla.

M

Y aún le extraña a algunos que el Reverte los mande a mamar.

D

Vamos, que Arturo Pérez Reverte se aburre.

fofito

#3 Ya sabes,agosto, nada nuevo bajo el sol.