Hace 5 meses | Por cocolisto a lavanguardia.com
Publicado hace 5 meses por cocolisto a lavanguardia.com

En Occidente, muchos piensan que el cambio climático es el principal factor que impulsa esta inestabilidad y las crisis y disrupciones que la provocan. Otros piensan que se trata de un combate entre democracias y sistemas más o menos autoritarios. En cambio, en Oriente y en el sur global (encabezado por África) la percepción es distinta y la opinión pública y muchos de sus gobiernos intuyen que lo que ocurre es consecuencia de la lucha de Occidente por no perder la hegemonía de la que ha gozado en los últimos 500 años....

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cocolisto

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..." La lucha se intensifica entre EE.UU. y una UE cada vez más residual, y los poderes asiáticos consolidados (liderados por China pero también Corea del Sur y Japón en materia económica y cultural, y Rusia en el ámbito militar, a la cual podríamos considerar ya como un poder asiático tras la guerra de Ucrania) y emergentes (encabezados por India, pero también Turquía, Indonesia, las monarquías del Golfo, Irán e Indonesia). La reciente ampliación delos BRICS es un buen ejemplo de ello.

Hay un lugar en el mundo en el que esta colisión, entre el antiguo poder dominante, Occidente, y el nuevo, Oriente, es más evidente. Oriente Medio, donde históricamente se ha dilucidado el dominio económico global. Es por ello por lo que las crisis en esta zona se han multiplicado en el 2023. Desde su extremo más septentrional, en Nagorno Karabaj, donde Azerbaiyán, con el apoyo inestimable de Turquía, ha vencido a Armenia gracias a la debilidad de su gran aliado ruso. Hasta su extremo más meridional, Etiopía, enfrascada en la terrible guerra de Tigray y obsesionada en encontrar una salida directa al mar, lo que ha culminado en el reciente acuerdo con la región separatista de Somaliland, que debería proporcionarle un corredor hasta el mar abierto y un puerto de aguas profundas.
Entre los dos extremos, las guerras y crisis son ya una docena. La de Gaza, en la que el sur global muestra su simpatía por la causa palestina en contraposición con el alineamiento occidental casi unánime con Israel. El conflicto inacabado en Siria que Rusia decantó del lado gubernamental. La crisis ya permanente en la que vive instalado Líbano, el otrora aliado francés, ahora cada vez más en la órbita iraní, muy a pesar de la antiguamente mayoritaria y ahora minoría cristiano maronita, ampliamente superada por la población chií liderada por Hizbulah. El progresivo alejamiento de Turquía del bloque occidental (ya no parece muy interesada en ingresar en la UE), su acercamiento a los gigantes asiáticos y su involucración en los conflictos regionales, incluida la sempiterna lucha con la minoría kurda. El enfrentamiento entre el bloque suní liderado por Arabia Saudí y el bloque chií encabezado por Irán, en Yemen, Líbano, Siria y Bahréin. El combate entre ambos países mediante actores interpuestos lleva produciéndose una década. La intermediación china ha sido hasta el momento la única que ha permitido albergar una pequeña esperanza de que las aguas entre los dos colosos del mundo musulmán en Oriente Medio bajen menos revueltas. Las escaramuzas en los estrechos de Ormuz y de Bab el Mandeb, claves para los suministros en Europa, y en el caso de Ormuz también para el Extremo Oriente, han obligado a los poderes emergentes asiáticos y decadentes occidentales a incrementar su presencia en la zona.
Todas estas crisis abiertas en Oriente Medio no tienen visos de solventarse en el 2024 y, menos aún, de forma favorable a los intereses occidentales. La UE y los EE.UU. no tienen ya el poder suficiente para imponer sus proyectos en la zona, y cuanto más tiempo pase, menor será su capacidad de hacerlo.

En cambio, China e India, sobre todo, pero también el resto de los poderes emergentes van incrementando su influencia en la zona y su capacidad de imponer sus soluciones. No solo cuentan con recursos en aumento (potencia demográfica, menor deuda, balanzas comerciales positivas, creciente gasto militar, entre otros) sino también, lo que a menudo se infravalora cuando se habla de relaciones internacionales, mayor simpatía de los actores secundarios de la zona, dónde el resentimiento contra las antiguas potencias coloniales occidentales es cada vez más evidente.

Las principales potencias en Oriente Medio, Turquía, Israel, Irán, Etiopía y Arabia Saudí, son las más conscientes del debilitamiento del poder occidental, y por ello en los últimos años han decidido ejecutar su propia agenda, para estar mejor situadas en el escenario global cuando esta transferencia de poder hacia Oriente se complete".

pkreuzt

#1 Japón está en la mierda y no pinta nada. Corea podría, ya veremos. La India será un actor importante sin duda.

Artillero

#2 yo no descartaría a Japón para nada. Sigue siendo una potencia industrial y tecnológica.

pkreuzt

#3 Potencia industrial sigue siendo, el carro de la tecnología ya tiran de el otros bueyes. Y el factor demográfico pesa mucho, me temo.

c

Nosotros los occidentales, lo vemos todo desde nuestro punto de vista, pero hay otros puntos. Y añado mi punto de vista.
En teoría EE.UU. nos ha dejado casi solos con el conflicto ucraniano y tenemos que inyectarle dinero a paladas. Si a eso hay que añadirle que hay que comprar armas a EE.UU. y domina nuestra política y economía. La manera de retrasar su declive es saquear nuestra economía y hacerse fuertes en Latinoamérica. Entonces, nosotros sin recursos naturales ni dinero, nos volveremos más pobres.
El mundo dentro de 10 años será muy diferente a como es ahora. Quizás China que opera en Asia y controla, domina muchas economías asiáticas donde vive la mayor parte de la humanidad, controlará la política global. Los Brics controlarían gran parte de los recursos del planeta y nosotros no. No sé si es mejor o peor, al menos por ahora no parecen ser tan beligerantes como los americanos.