Hace 4 años | Por pingON a technologyreview.es
Publicado hace 4 años por pingON a technologyreview.es

A principios de primavera, el programador de Oregón (EE. UU.) Ian Hilgart-Martiszus cogió una jeringuilla y la pinchó en el brazo de la trabajadora social Alicia Rowe, ella cerró los ojos y giró la cabeza hacia otro lado. La estaba sometiendo a un test de anticuerpos contra el coronavirus (COVID-19). También se lo hizo a 40 amigos y amigos de sus amigos, y a seis personas sin hogar. Como antiguo técnico de laboratorio, Hilgart-Martiszus sabía lo que estaba haciendo. A pesar del extenso debate sobre la precisión de los análisis serológicos para

Comentarios

bronco1890

Cuando los hombres eran hombres y se hacían sus propios drivers y test de anticuerpos...