"La situación el confinamiento es nuestra vida y no nos cuesta. Nosotras tenemos un monasterio amplio, un trozo de huerta donde pasear, pero entiendo que para la gente que vive en un piso será complicado", testimonia la abadesa del convento del Corpus Christi, Mercedes González, que reconoce que en el monasterio existe "una sensación rara" porque, ejemplifica, si te asomas a una ventana "no ves a nadie por la calle y no tenemos eucaristías porque no vamos a dejar que los sacerdotes se expongan".
Comentarios
En japonés, salpicar se dice bukkakeru.
Como en un película de apocalipsis zombies serían de los pocos en salvarse
Sin conventos, sin puticlubs, sin niños sueltos. Para algunos curas esto tiene que ser su calvario.
Es lo que tiene vivir a costa de los demás.