Hace 1 año | Por cocolisto a lavanguardia.com
Publicado hace 1 año por cocolisto a lavanguardia.com

El presidente de China ha sido recibido por el rey Salman de Arabia, de salud precaria, este mismo jueves. Aunque toda la expectación en el palacio de Yamama, sede de gobierno, estaba puesta en su encuentro con el príncipe heredero. Ambos han firmado un "acuerdo de cooperación estratégica" del que no han trascendido detalles, más allá de la voluntad de armonizar la Visión 2030 del príncipe Bin Salman con las Nuevas Rutas de la Seda.

Comentarios

cocolisto

Muro poroso, en cualquier caso pongo lo más destacable.
En resumen, miles de millones para infraestructuras, con un lugar privilegiado para Neom, la kilométrica ciudad lineal entre el Mar Rojo y las montañas del desierto que es el juguete particular del joven Bin Salman. En sintonía con los tiempos, también ha encontrado un hueco el hidrógeno verde. Un Xi Jinping que no para de ganar terreno en Oriente Medio, sin dar codazos, firma este jueves una columna en un diario oficialista saudí, en la que recuerda la cita de Mahoma según la cual "si en pos del conocimiento hay que ir a China, se va". También elogia "el aprecio del pueblo árabe por la independencia y su oposición a las injerencias externas". Cabe recordar que, en el momento en que la reputación de Bin Salman había tocado fondo, inmediatamente después del asesinato de Jamal Khashoggi en su consulado de Estambul, el príncipe fue a la Gran Muralla China a buscarse a sí mismo. La veintena de acuerdos a firmar esta semana suman cerca de treinta mil millones de euros. La gran fábrica del mundo va a necesitar combustible durante mucho tiempo.
El mayor exportador de petróleo recibe estos días al mayor importador y el mundo se pregunta si hay algo más debajo de la alfombra roja, aparte del mutuo interés comercial. La visita de tres días del presidente de China a Arabia Saudí no es como las demás. Xi Jinping solo había salido de su país dos veces desde el inicio de la pandemia, antes de aterrizar ayer por la tarde en Riad.

Esta es además una cita que vale por tres, ya que no se trata de un encuentro puramente bilateral, sino de una cumbre sino-árabe apenas encubierta. La delegación china participará en la cita del Consejo de Cooperación del Golfo -que agrupa a todas las monarquías de la Península Arábiga- y se reunirá además con una treintena de dirigentes de todo el mundo árabe desplazados para la ocasión. Entre ellos, los presidentes de Egipto y Túnez, Abdul Fatah al Sisi y Kais Said, así como los primeros ministros de Irak, Mohamed Shia al Sudani; Marruecos, Aziz Ajanuch y Líbano, Nayib Mikati.

Nuevo actor regional
La cita bilateral se completa con una cumbre sino-árabe y otra con el Consejo del Golfo
El plato fuerte de cualquier modo son los encuentros de este jueves y viernes entre Xi Jinping y el rey Salman y, sobre todo, con el hijo de este y verdadero hombre fuerte del reino, Mohamed bin Salman. La última visita de Xi Jinping a Arabia Saudí fue en 2016, cuando Bin Salman ni siquiera había sido promocionado a príncipe heredero.

Ahora, Bin Salman, ya como primer ministro, necesita a las grandes empresas chinas para evitar el naufragio de proyectos como la ciudad futurista de Neom, del mismo modo que el mariscal Al Sisi recurre a Pekín para levantar dentro de plazo la nueva capital egipcia.

Asimismo, en las aguas agitadas por la guerra de Ucrania -con fuerte oleaje alrededor de la isla de Taiwán- el encuentro de ambos mandatarios refuerza su neutralidad, cuestionada desde Washington, el aliado tradicional de Arabia Saudí y el primer socio comercial de China.

En un momento en que el suministro de energía ha vuelto a lo más alto de la agenda, la aproximación de Riad y Pekín es seguida con atención por Joe Biden, que llegó a la Casa Blanca con la promesa de convertir al príncipe Mohamed bin Salman en un paria internacional. Antes de verse obligado a mendigar en Yida el verano pasado un exiguo aumento de la producción saudí, para contrarrestar la escalada de precios.

Un logro efímero, puesto que pocos meses después, en el marco de la OPEP+, Mohamed bin Salman y Vladimir Putin se pusieron de acuerdo para reducir la extracción de crudo, a fin de mantener el precio del barril. Contraprogramando así las sucesivas salidas al mercado de reservas estratégicas de EE.UU., antes de las elecciones de renovación de su Congreso y Senado.

Una decisión con sentido económico para los países productores en la que Bruselas o Washington fingen ver apenas la dimensión política. Singularmente, su utilidad para financiar la máquina de guerra rusa. Sin embargo, la capacidad de presión de Occidente no es la que era y el balance de sus intervenciones en la región, desde Libia a Afganistán, pasando por Siria e Irak, invita a la cautela.

Cabe señalar que, hace una década, Estados Unidos era el primer importador de petróleo saudí. Desde 2018, no solo ha cedido la primera plaza a China, sino que ha sido adelantado por India y Japón. Un cambio tectónico, teniendo en cuenta que, antes de 1990, el reino wahabí ni siquiera mantenía relaciones con el estado comunista chino, que es ahora su primer socio comercial, con intercambios por valor de 80.000 millones de euros anuales.

Asimismo, desde Riad se observa la hipocresía de los que llevan años abominando de los hidrocarburos con argumentos ecológicos, mientras trabajaban para la autosuficiencia energética mediante procedimientos de extracción hipercontaminantes como la fracturación hidráulica. Por no hablar del intervencionismo, iluso o no, consistente en fijar un tope al precio del barril, hoy ruso, mañana quién sabe.

Asimismo, las denuncias de Londres o Washington sobre la situación de los uigures en Xinjiang consiguen algún eco en Qatar o Turquía, pero son vistas como una burda campaña e ignoradas en Arabia Saudí, Irán, Pakistán o Afganistán.
El mensaje de Bin Salman está claro. Arabia Saudí tiene las manos libres para hacer negocios con quien quiera. Otra cosa es que se atreva a cruzar las líneas rojas trazadas hace décadas. Está por ver que lleguen a algo las conversaciones entre Pekín y Riad para que una parte de los pagos del petróleo se realicen en yuanes, en lugar de dólares.

Al mismo tiempo, Arabia Saudí sigue siendo el primer cliente de la industria armamentista de Estados Unidos, país que ha vuelto a desplegar tropas en el reino, con un ojo puesto en Irán, aliado estratégico de China.

Aunque Arabia Saudí busca el estatus de observador en la Organización de Cooperación de Shanghái, en la que también están Rusia, China o Pakistán, no se vislumbra a medio plazo ningún cambio en su arquitectura de seguridad. La fabricación prevista de drones chinos en Arabia es todavía una nota a pie de página. Washington, en cualquier caso, toma nota de la acumulación de factores, como la desafiante firma de amplios acuerdos con la tecnológica Huawei, hoy mismo.

shem

FSM los cría y ellos se juntan... los déspotas digo.

Polarin

Esto se parece cada vez mas al mundo del Imperi Romano. Una Europa unida sin recursos, con potencias orientales y China asomando la cabeza.

Otra cosa es que evidentemente un mundo teocratico como el musulman este mas cerca de un mundo pseudo-tecocratico como el Chino que con los conceptos de la Revolucion Francesa. Y me dejo a EEUU y sus cositas.

D

#3 claro, en Europa no hay recursos naturales, por que patatas.
Lo sueltas, y te quedas tan pancho

Polarin

#4 No hay petroleo ni gas, si no Hitler no hubiera invadido Stalingrado ni Rusia, ni hubiera habido la particion de Africa, ni nuestros tatarabuelos se hubieran metido algunos en una barquita a descubrir las Indias.

El carbon ya lo consumimos, el petroleo y gas es minino, el coltan lo sacamos del Congo.

D

#5 claaaaro, no hay petroleo ni gas, por que patatas.

Claro que hay petroleo y gas en España, y tuerras raras, y combustible nuclear, y muchos mas recursos que los politicos prefieren que se compre en otros paises en vez de dar trabajo a ciudadanos y empresas españolas.

D

#5 Hay de todo en Europa, la diferencia con África es que aquí no se quieren abrir minas.
Si para realizar simples prospecciones salen 40 grupos ecologistas oponiéndose, pues a los políticos les es más cómodo que las minas sean en África que tener aquí protestas y perder votos.

Si hasta han prohibido por ley la mineria del uranio siendo el país con más yacimientos y reservas de Europa