En una Universidad con un profesorado envejecido, se sigue prefiriendo malgastar la baja tasa de reposición en sacar cátedras que perpetúan el poder de una casta universitaria, en lugar de promocionar y apostar por los jóvenes que están ayudando a subir el nivel en investigación. En este triste escenario, la caza de brujas contra un doctor supone un ataque general a la labor de los jóvenes científicos, que no puede medirse en horarios rígidos, como bien saben los países que ahora se aprovechan de la productividad de los emigrados españoles.
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