Prey Sar, la cárcel más grande de Camboya y cuyo nombre se traduce como “la jungla blanca”. Para visitar a un preso ahí no basta con pedir cita en la entrada: un donativo de diez dólares bajo mano es necesario para que el funcionario de prisión te deje pasar. Se cuestiona la gestión diplomática en relación a nuestros ciudadanos presos en las cárceles del sureste asiático, mostrando escaso interés y llevando a cabo pocas acciones a su favor. En Klong Prem, una prisión de Tailandia, ocurre igual.
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